Después de todo, no estás inyectando agua directamente a tu torrente sanguíneo. Tomará de diez a quince minutos al menos, quizá más, para que el agua en tu estómago llegue hasta la sangre. No obstante, de algún modo el cerebro sabe que ya has ingerido agua.
Y el intestino delgado (como sucede en el desayuno tras una noche en la que no se ingirió alimento o a mitad de la tarde distante de la cena) es más vulnerable a esta sustancia y no consigue elaborarla como debiera.
Las cápsulas, desarrolladas por la Universidad RMIT de Melbourne, fueron utilizadas en pruebas en humanos para avanzar en la prevención y diagnóstico de desórdenes y enfermedades intestinales que afectan a una de cada cinco personas en el mundo.
