Editoriales
Donald Trump tendrá sangre en las manos
Si tuviera que adivinar, diría que la voz pertenece a un hombre blanco estadounidense a finales de la mediana edad. El acento era ligeramente sureño y su estilo sonaba amenazador pero relajado.
Si tuviera que adivinar, diría que la voz pertenece a un hombre blanco estadounidense a finales de la mediana edad. El acento era ligeramente sureño y su estilo sonaba amenazador pero relajado.
El problema que tiene Donald Trump con la prensa es muy sencillo: no le gusta que le digan la verdad. Y como no le gusta el mensaje, se ha lanzado contra el mensajero. Todo lo que le haga ruido o cuestione su verdad interior es desechado, atacado, denigrado.
El desprestigio sistemático de los medios ha sido siempre una estrategia primordial de Trump. Recientemente volvía a la carga al declararlos "enemigo del pueblo", acusarlos de producir "basura" y "noticias falsas", y reservar para los periodistas el calificativo de "los seres más despreciables".
El pasado persigue a Wendy Sherman. La veterana diplomática estadounidense estuvo en Pyongyang en 2000 durante la negociación sobre el programa balístico de Corea del Norte.
Donald Trump es probablemente el máximo exponente de un ideario que abomina de lo políticamente correcto y que utiliza un lenguaje bronco e incluso soez fácil de entender que, además, apela a los sentimientos primarios frente a la razón.
El presidente Donald Trump, quien desafía alegremente las normas del comportamiento presidencial, hizo algo el 16 de julio que ninguno de sus predecesores había hecho jamás: aceptó la explicación de un gobernante extranjero hostil sobre los hallazgos de sus propias agencias de inteligencia.
Donald Trump reservó su cara más amable para Vladímir Putin en su reciente gira europea tras atacar a Alemania, afear a sus socios de la OTAN sus insuficientes presupuestos de Defensa y loar al dimisionario Boris Johnson frente a Theresa May.
La OTAN afronta un desafío que procede no de una amenaza exterior, sino de quien debería ser su principal valedor: Estados Unidos. La cumbre de Bruselas ha mostrado que, ajeno al valor estratégico que aporta tanto a Europa como a EE UU, Donald Trump se sirve de la Alianza para vapulear a sus socios
"La tercera es la vencida", reza un famoso dicho que Andrés Manuel López Obrador repitió varias veces en la campaña que lo ha llevado a ganar la presidencia de México, según el conteo rápido del Instituto Nacional Electoral, con el 53 por ciento de los votos.
A diario se van sumando más niños y adolescentes a la nómina de más de 1,300 menores de edad, separados de sus padres o familiares y recluidos en improvisados campos de concentración, entre los que han habilitado un antiguo Walmart como prisión preventiva.
Hasta el observador mejor informado quizá no sepa qué pensar sobre la cumbre entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, la madrugada de este martes.
Todos los expertos coinciden en señalar que no cabe esperar que Corea del Norte acepte una desnuclearización de la península total y verificable sin ninguna contrapartida, habida cuenta de que esta es la mejor baza que Kim tiene para negociar en pie de igualdad con Trump: la amenaza nuclear.
Las historias sin fundamento de Trump sobre planes secretos de intereses poderosos parecen estar surtiendo efecto. Entre los críticos, han avivado el temor de que se erosione la confianza pública en las instituciones, se socave la idea de la verdad objetiva y se siembren sospechas generalizadas.
Después de escuchar a los cuatro candidatos esquivar preguntas y esgrimir lugares comunes sobre los migrantes, quedé con la convicción de que nuestros derechos están más vulnerables que nunca. Trump nos seguirá insultando y todo parece indicar que el próximo presidente no nos dará certezas.
Palestina es una nación traumatizada por la violencia, desde hace años resulta algo de todos los días la muerte de compatriotas a manos de los militares de Israel, potencia ocupante que le niega el derecho a su propio territorio.
La denuncia por parte del presidente Trump del tratado de seguridad nuclear con Irán pone de relieve una vez más la debilidad institucional y el deterioro de los organismos multilaterales encargados de velar por el mantenimiento de la paz y la mejora de las relaciones entre los países.
No se trata solo de que el mandatario prosiga con la destrucción de un sistema de relaciones internacionales -comerciales y de seguridad- que, con mayor o menor éxito, ha funcionado razonablemente desde el fin de la II Guerra Mundial.
Más allá de lo simbólico, lo verdaderamente trascendente es la declaración conjunta en la que ambas naciones se comprometen a desnuclearizar la península que comparten. Dado que Seúl no posee armamento atómico, significa que, por primera vez, Pyongyang anuncia su intención de desarmarse.
Las personas que creen en la supremacía de los combustibles fósiles, en particular el carbón, ahora están en un callejón sin salida tecnológico; no son izquierdistas ingenuos, pero sí nuestros luditas modernos. Por desgracia, todavía pueden hacer mucho daño.
El exdirector del FBI James B. Comey se estrena como escritor con A Higher Loyalty, un libro cautivador en el que define a la presidencia de Donald Trump como un "incendio forestal" que le está causando graves daños a las normas y las tradiciones de Estados Unidos.