Refranero

Sabiduría popular en los refranes

2007-07-28

Otro refrán, "donde las dan, las toman" expresa que al que hace daño u...

Mari Carmen Luque, Revista Siempre

Decía el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha a su incondicional escudero: "Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas".

No me canso de constatar la sabiduría popular que encierran los refranes, sabiduría no aprendida en libro alguno, sino extraída de la vida misma.

Uno, de los primeros siglos de nuestra lengua, decía: "A la de amarillo, no es menester pedillo" (pedirlo, en castellano antiguo).

Se acuñó el refrán en el siglo XIII, en tiempos del rey Luis IX de Francia, el rey San Luis, el cual ordenó que para distinguir a las prostitutas de las damas, éstas debían ceñirse a la cintura una banda de color amarillo oro. Pero las rameras, para que no se notara su condición, adoptaron el mismo distintivo, lo que creó tal confusión que dio lugar a un nuevo refrán: "más vale buena fama que cintura dorada". Trasladado a nuestros tiempos, ocho siglos después, equivaldría a "el hábito no hace al monje", el cual indica que la apariencia externa no siempre refleja la realidad, o sea que, con frecuencia, las apariencias engañan.  

Otro refrán, "donde las dan, las toman" expresa que al que hace daño u ofende, le acaban "pagando con la misma moneda", es decir, acaba recibiendo lo que dio. Y viene "como anillo al dedo" a la anécdota que les comento.

Todos sabemos que Bretaña es una región francesa, y los naturales de ese lugar se llaman bretones.

Cuentan que un escritor español, llamado Bretón de los Herreros, secretario de la Real Academia Española de la Lengua allá por el siglo XIX, tenía un vecino de cuarto en el hotel donde vivía, hombre bromista, médico de profesión, apellidado Mata. Un día, el doctor Mata, en plan de burla, colgó un cartel en la puerta del cuarto del escritor con la inscripción: "En esta habitación / no vive ningún bretón".

Al día siguiente, en la puerta del cuarto del galeno colgaba otro cartel que decía:

"Vive en esta vecindad / cierto médico poeta, / que al fin de cada receta / pone Mata y es verdad".

"Donde las dan, las toman"... y callar es bueno.



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