Internacional - Política

Sesenta años de la fundación de la RDA, un aniversario que nadie celebrará

2009-10-06

La RDA se fundó cinco meses después que la República Federal de Alemania. Los...

Gemma Casadevall

Berlín, (EFE).- Si hay un aniversario este año que nadie celebrará es la fundación de la República Democrática Alemana (RDA), el 7 de octubre de 1949, el régimen satélite de Moscú que levantó el Muro de Berlín y provocó una escisión en el país que aún hoy impide una relación normal con los términos comunismo e izquierda.

"Los cuarenta años de existencia de la RDA no fueron sólo la historia de un Estado obcecado en gobernar contra el pueblo", afirmaba recientemente ante medios extranjeros Egon Krenz, último jefe de Estado y del partido en la Alemania comunista.

"Quien vivió en su territorio echa de menos la pertenencia a una colectividad más solidaria de lo que ahora conocemos", resumía Krenz, condenado tras la reunificación a seis años y medio de cárcel por las muertes de fugitivos germano-orientales en el Muro.

La mera existencia de la Franja de la Muerte, plasmación de la Guerra Fría en 155 kilómetros de hormigón, justificaría el término dictadura para la RDA. Su historia estuvo plagada de acontecimientos sangrantes antes incluso de la construcción del Muro, el 13 de agosto de 1961, como para echar por tierra el relativismo de Krenz.

La RDA se fundó cinco meses después que la República Federal de Alemania (RFA). Los dos estados nacieron de la división aliada impuesta tras la Capitulación del Tercer Reich, en 1945.

El balance de una y otra república -ambas compartiendo suelo alemán, pero una a cada lado del Telón de Acero- es antagónico. Mientras en el lado occidental se restablecía el multipartidismo abolido por Hitler, en el oriental nació ya en 1946 el Partido Socialista Unificado (SED), un eufemismo por el que la socialdemocracia quedó engullida en el comunismo.

El 17 de junio de 1953, la clase trabajadora de la RDA vio sofocada su primera gran revuelta contra el régimen que se decía emanado del pueblo. Lo que empezó como protesta de los obreros de la construcción derivó en manifestaciones masivas con entre medio millón y un millón de ciudadanos en la calle.

La respuesta del régimen fue contundente -unos 125 manifestantes muertos-, como lo fue la decisión de levantar el Muro, visto que la división de Berlín entre sectores existente hasta entonces era un colador por el que día a día huían los ciudadanos hacia la RFA.

"Nadie tiene la intención de levantar un muro", había afirmado el jefe del Estado de la RDA, Walter Ulbricht, en junio de 1961. El 13 de agosto, un domingo, la ciudad apareció dividida por lo que se bautizó cínicamente como "Muro de Protección Antifascista".

El Muro que nadie quería levantar partió barrios y familias durante décadas hasta que el 9 de noviembre de 1989 el Politbüro de Krenz accedió a la apertura de la frontera. Once meses después, el 3 de octubre de 1990, la RDA dejó de existir y su territorio quedó integrado en la RFA en virtud del Tratado de Unidad.

El resquebrajamiento del régimen empezó mucho antes de la noche en que miles de germano-orientales cruzaron por primera vez en décadas al otro lado sin temer por sus vidas. El Politbüro era monolítico, pero su pueblo no.

El 4 de septiembre de 1989, un puñado de manifestantes salieron a las calles de Leipzig al grito de "Wir sind das Volk" -"Nosotros somos el pueblo"-. En cuestión de semanas, las marchas se hicieron multitudinarias, extendidas a toda la RDA, exigiendo reformas.

El 4 de noviembre de ese año, bajo el impacto de las huidas en masa de germano-orientales, a través de Hungría o refugiados en la embajada de la RFA en Praga, un millón de manifestantes llenaron la Alexanderplatz unidos por esa misma consigna.

En la tribuna de oradores estaban desde Markus Wolf -jefe del espionaje de la RDA, que fue abucheado- a políticos como Gregor Gysi. Para algunos, Gysi era un cómplice del régimen ansioso de cambiarse de chaqueta. Para otros, un reformista dispuesto a canalizar la transición desde dentro, en lugar de lo que acabó en absorción de la RDA en bancarrota por la RFA de Helmut Kohl.

Veinte años después, el partido que lidera Gysi, La Izquierda, es aún un proscrito cuyo trato se evita, pese a su emergencia en el este y también en el oeste del país, ahora fusionado con la disidencia socialdemócrata en torno a Oskar Lafontaine.

En campaña electoral o no, aludir a "comunistas" o "socialistas" es aludir a los "herederos del Muro". El término suena igual de peyorativo en boca de la canciller Angela Merkel, del liberal Guido Westerwelle o de los Verdes, hasta extremos que a veces hacen pensar si el país entero no debería pasar por el diván del psicoanalista.



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