Reportajes

¡No más bonificaciones a ejecutivos!

2009-12-07

Por lo tanto, existe sólo una solución: eliminar las bonificaciones. Punto. Pagarles...

Por Henry Mintzberg, Dow Jones Newswires

Actualmente, pareciera que no faltan recomendaciones para corregir la forma en que se otorgan bonificaciones a ejecutivos en las grandes empresas que cotizan en bolsa.

En todo caso, yo tengo mi propia recomendación: eliminarlas por completo. No pagar ninguna prima. Nada.

Esto puede sonar como algo extremo. No obstante, cuando uno considera cómo funciona el juego de la remuneración —y las suposiciones que formulan aquellos que quieren reformarla— no se puede llegar a ninguna otra conclusión. El sistema sencillamente no puede ser arreglado. Las bonificaciones ejecutivas, especialmente a modo de acciones y opciones sobre títulos, representan la modalidad más prominente de corrupción legal que ha socavado nuestras grandes corporaciones y derribado la economía global. Deshagámonos de ellas y estaremos todos mejor.

Las fallas del actual sistema —y los ejecutivos que viven de él— son dolorosamente obvias. Pese a que a estos ejecutivos les gusta considerarse líderes, en lo que se refiere a sus prácticas de pagos, muchos de estos no han demostrado nada de liderazgo. Por el contrario, han actuado como jugadores de azar, excepto cuando los juegos en los que participan están completamente inclinados a su favor.

En primer lugar, juegan con el dinero de otras personas, tanto el de los accionistas como los sustentos de sus empleados y la sostenibilidad de sus instituciones.

En segundo lugar, reciben dinero no tanto cuando ganan como cuando parece que están ganando, porque el precio de las acciones de su compañía ha subido y sus primas se han activado. En dicho juego, uno se asegura de tener las mejores cartas sobre la mesa mientras mantiene el resto escondido en la mano.

En tercer lugar, también ganan dinero cuando pierden, lo que se conoce como "paracaídas de oro" (paquetes de compensación por despido). ¡Menudos jugadores de apuestas!

En cuarto lugar, algunos incluso ganan sólo por recibir naipes. Por ejemplo, cuando reciben una bonificación especial tras negociar una fusión, antes de que se sepa si funcionará. La mayoría de las fusiones no funcionan.

Y por último, además de todo esto, existen presidentes ejecutivos que ganan dinero solamente por no abandonar la mesa. Este pequeño truco es conocido como "bonificación por retención", recibir dinero por ¡seguir jugando!

Este trabajo puede estar bien si uno lo consigue, pero es un trabajo terrible si lo que le preocupa es la sostenibilidad de una empresa. ¿Quién, jugando a tales juegos, no asumiría sustanciales riesgos? ¿Qué se puede perder? Si más ejecutivos actuales fueran tan creativos haciendo su trabajo como lo son fijando su remuneración, estaríamos en un período de auge, no en una crisis.

Falsas presunciones

De seguro, se debe estar preguntando, existe algun modo de arreglar el sistema, de hacer que las bonificaciones contribuyan a la prosperidad corporativa y la seguridad económica.

Mucha gente piensa lo mismo, como se puede apreciar por todas las sugerencias para cambiar el sistema de bonificaciones. Hasta la Reserva Federal se ha involucrado, al anunciar un nuevo plan para controlar las prácticas remunerativas que alientan la toma de riesgo excesivo.

Sin embargo, creo que todos estos esfuerzos también están destinados a fracasar. La razón es que el sistema, y cualquier propuesta para arreglarlo, inevitablemente debe estar basado en varias presunciones falsas. Específicamente:

La salud de una empresa está representada sólo por sus mediciones financieras o, más aún, sólo por el precio de su acción.

Las mediciones de desempeño, ya sea a corto o largo plazo, representan la verdadera fortaleza de la compañía.

El presidente ejecutivo, con algunos otros altos ejecutivos, es el principal responsable del desempeño de la empresa.

Malas señales

Dicho de otra manera, la remuneración ejecutiva en la actualidad reafirma una estructura de clase dentro de una empresa que es antitética a su funcionamiento efectivo. Debido a su naturaleza simbólica, la remuneración ejecutiva de la manera que se practica actualmente envía la peor señal posible a todos en la empresa.

Una alternativa, por supuesto, es pagarles primas a todos, quizás según su salario base. Eso resuelve un problema pero no otro: ¿cómo asegurar que la gente no se está aprovechando de esa generosidad? ¿Quién establecerá los parámetros para medir el desempeño correctamente?

Por lo tanto, existe sólo una solución: eliminar las bonificaciones. Punto. Pagarles a los empleados, incluyendo al presidente ejecutivo, de manera justa. Como ejecutivo, si usted quiere una prima, entonces compre acciones, como todos los demás. Apueste a su empresa de verdad, personalmente.

Muchas motivaciones

La gente busca el cargo de presidente ejecutivo por todo tipo de razones: el prestigio del puesto, el simple placer de dirigir una gran compañía, la oportunidad de influir de manera real en una institución que aprecian y, por supuesto, la remuneración. Cuando llegue la hora de la verdad, ¿cree que el pago es más importante para estas personas que otros factores? Toda esta locura de la remuneración no es una cuestión de mercados, talentos o incentivos, sino de personas dentro de las empresas que secuestran instituciones sólidas para su beneficio personal.

Demasiadas grandes compañías hoy en día están necesitadas de liderazgo, liderazgo real, lo que significa un liderazgo basado en una gerencia a la que le importa la institución. Y la economía global desesperadamente necesita un renovado empuje, comprometido con la creencia de que las empresas son comunidades. Eliminar las bonificaciones ejecutivas, y los juegos de azar que las acompañan, es por donde hay que empezar.



EEM

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