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Juegos de Invierno, por segunda vez en Canadá y por sexta en Norteamérica

2010-02-09

La bella patinadora artística Katharina Witt, de la extinta República...

Adrián R. Huber / EFE

Vancouver.- Los Juegos Olímpicos de Invierno, que alcanzarán su XXI edición en Vancouver, tendrán lugar por segunda vez en Canadá -que albergó los de 1988 en Calgary- y por sexta en Norteamérica, ya que en territorio estadounidense se celebraron los de Lake Placid -dos veces-, Squaw Valley y Salt Lake City.

Canadá, que había organizado los Juegos de verano de 1976 en Montreal -en los que brillaron la rumana Nadia Comaneci, en gimnasia; y el cubano Alberto Juantorena, en atletismo- albergó por primera vez una cita olímpica invernal hace veintidós años en Calgary, en la provincia de Alberta.

Esos Juegos supusieron la irrupción en el ámbito internacional del italiano Alberto Tomba, que ganó en esquí alpino los títulos de gigante y eslalon, idéntica gesta lograda por la suiza Vreni Schneider, que se anotó el gigante después de que se cayera en la segunda manga la española Blanca Fernández Ochoa -bronce en el eslalon de Albertville (Francia), cuatro años después-, líder tras la primera.

El finlandés Matti Nykaenen -el saltador con mayor número de victorias en la Copa del Mundo de saltos de trampolín- salió de Calgary como triple campeón olímpico, al igual que la holandesa Yvonne van Gennip, que capturó tres oros en patinaje de velocidad.

La bella patinadora artística Katharina Witt, de la extinta República Democrática Alemana, defendió el título logrado cuatro años antes en Sarajevo; y, según dicen, fue cortejada durante esos Juegos por Tomba. Con fama de conquistador, cuentan, asimismo, que el italiano -que acabaría siendo uno de los esquiadores más laureados de la historia- pinchó aquella vez en hueso.

De familia acomodada, el astro boloñés se conformó, no obstante, con el Ferrari Testarossa que le regaló su padre como premio a sus triunfos en unos Juegos que fueron un éxito deportivo y económico y cuyo medallero dominó la extinta Unión Soviética.

Antes de hacerlo en Canadá, Norteamérica había albergado los Juegos invernales en tres ocasiones y lo haría una cuarta vez, después, siempre en Estados Unidos.

Lake Placid, en el estado de Nueva York, fue sede de la tercera edición de los Juegos de Invierno en 1932. En mitad de la depresión económica y con dificultades para recaudar fondos, el presidente del Comité Organizador, Godfrey Dewey, donó unos terrenos familiares para la construcción de la pista de bobsleigh.

Franklin Delano Roosevelt, de aquélla gobernador de Nueva York, inauguró los Juegos y su esposa, la futura primera dama Eleanor Roosevelt, efectuó una bajada por la pista de bob, en una cita en la que la noruega Sonja Henie volvió a ganar en patinaje artístico y en la que el país anfitrión encabezó el medallero.

El bobsleigh volvió a centrar la atención en los Juegos de Squaw Valley, en 1960. Al haber sólo nueve naciones inscritas, el Comité Organizador decidió no construir la pista y, por única vez en toda la historia, no hubo competición olímpica de ese deporte.

La Unión Soviética ganó el medallero, gracias, entre otros, a Evgeny Grishin, doble campeón olímpico en patinaje de velocidad -500 y 1,500-, y de Lydia Skoblikova, que aprovechó la primera vez en la que competían mujeres en ese deporte para capturar otros dos oros.

Con sede en California, las ceremonias de inauguración y clausura de unos Juegos en los que el esquiador francés Jean Vuarnet -que dio nombre a una línea de gafas de sol y de ropa deportiva- ganó el descenso, se le encargó a un comité presidido por Walt Disney.

Al igual que sucediera en Squaw Valley, veinte años después, de nuevo en Lake Placid, Estados Unidos ganó la competición de hockey sobre hielo, rompiendo de nuevo un dominio que desde 1952 detentaban los soviéticos, tras arrebatárselo entonces a Canadá.

De forma inesperada, el equipo -séptimo cabeza de serie- dirigido por el rígido Herb Brook, el 'Jomeini del hockey hielo', protagonizó una gesta que fue llevada al cine, tras ganar una final inolvidable en la que venció a la URSS, de nuevo primera en la lista de trofeos.

El gran triunfador, sin embargo, fue el patinador de velocidad Eric Heiden, que capturó el solo los otros cinco oros de Estados Unidos en esos Juegos, en los que también brillaron el sueco Ingemar Stenmark y Hanni Wenzel, de Liechtenstein, que ganaron eslalon y gigante en esquí alpino, deporte que no se amplió a las cinco disciplinas actuales -añadiendo el supergigante y recuperando la combinada- precisamente hasta Calgary'88.

Después de los primeros Juegos invernales que albergó Canadá y antes de que los vuelva a acoger en ese país Vancouver, Salt Lake City (Utah), en Estados Unidos, organizó también en Norteamerica los de 2002, marcados por las fuertes medidas de seguridad, cinco meses después de los atentados del 11 de septiembre.

Ole Einar Bjorndalen contribuyó, con cuatro oros en biatlón, a que Noruega encabezase el medallero y también sobresalió la croata Janica Kostelic, la esquiadora alpina más laureada del olimpismo, que en esos Juegos ganó tres oros y una plata.

El suizo Simon Ammann ganó oros en ambos trampolines y en luge, el alemán Georg Hackl se convirtió en la primera persona en ganar medalla en la misma prueba individual en cinco Juegos consecutivos, antes de que Canadá recuperase, cincuenta años después, el trono del hockey sobre hielo, ganando en la final al anfitrión (2-5).

Pero Salt Lake City, que fue un éxito deportivo y organizativo, estuvo marcada por la controversia. Tres años antes de esos Juegos, el Comité Olímpico Internacional (COI) había vivido su mayor escándalo, el de los sobornos para orientar nominaciones, que derivó en la dimisión de cuatro de sus miembros y la expulsión de seis.

El patinaje artístico y sus jueces tuvieron su particular polémica y la prueba por parejas acabó con un oro compartido entre Rusia y Canadá, a quien inicialmente se le había otorgado la plata.

Pero fue España la que se convirtió en triste protagonista, la víspera del cierre. El nacionalizado Johann Muehlegg, de origen alemán, que había ganado tres oros, dio positivo con darbepoetina. 'Juanito' fue expulsado de los Juegos, perdió todos sus trofeos y fue suspendido por dos años, en el que posiblemente fue el mayor escándalo del olimpismo invernal y, sin duda, el más grande del olimpismo español.



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