Reportajes

De las ruinas, crece en Haití pequeña economía del reciclaje

2010-02-14

El artesano preferiría sin embargo comprar los materiales de base

Por Lucile Malandain

PUERTO PRINCIPE, 2010 (AFP) - "No tengo nada que hacer desde hace algún tiempo, di con este trabajo", dijo Edmond Dimanche, 40 años, parado sobre un montón de escombros en un vertedero, donde recupera trozos de metal y ladrillos tras el sismo que devastó Puerto Príncipe el 12 de enero.

Dimanche mostró la chatarra compuesta de hormigón armado, chapas y todo tipo de materiales plásticos, papel o tejido. "Los vendemos sueltos", a menos de un dólar, dijo.

La casa de Dimanche se derrumbó hace un mes y este trabajo le permite sobrevivir en la calle. Poco después que camiones llegados desde toda la ciudad comenzaron a vertir su carga empezó el reciclaje de escombros y casi de inmediato se organizó un pequeño intercambio comercial.

"Pasaba por ahí y me detuve a comprar", explicó un empresario que estacionó su camioneta frente al vertedero, situado cerca del aeropuerto de la capital haitiana. "Podemos hacer casas, puentes, todo lo que querramos con esto", declaró, sin querer dar su nombre.

En el "taller de la Sra. Jimmy" también se busca lograr un poco de normalidad. "La casa al lado se derrumbó y la gente que no murió se fue", explicó Beathony Blaise, 26 años, que supervisa a una decena de obreros en este patio atestado de verjas, muebles de hierro forjado y ladrillos.

Paga a los obreros para que salgan en busca de los materiales que escasean desde que el sismo paralizó la economía haitiana. Esto abarata costos, pero "hay mucho trabajo por hacer", insistió al tiempo que señalaba un largo trozo de hierro quebrado en varias partes.

Pero como en otros tiempos, el trozo de metal se transforma en una ventana, en un balcón o en mecedoras. Y esto se sabe. El responsable se considera afortunado de haber sobrevivido al sismo y encima ganar dinero, "5,000 gourdes desde el sismo", cuando "hay gente que no tiene ni siquiera para comer".

Antes del terremoto el taller "hacía 40,000 gourdes al mes".

Detrás de él, armado de un cincel, Anous Cadet ataca un bloque de hormigón muy compacto; metódicamente rompe el cemento y libera un ladrillo.

Lo deposita sobre la pila y empieza con el siguiente. "Vamos a tratar de venderlos", aseguró Blaise, precisando que la fábrica de ladrillos vecina se paralizó el 12 de enero, el día del sismo.

El artesano preferiría sin embargo comprar los materiales de base "con dinero, esto sería más fácil que ir a por algo que no nos pertenece", comentó.

En el suelo esperan trozos de tubos plásticos rígidos. "Vamos a tratar de repararlos y de instalarlos sobre un techo. Va a llover pronto, vamos a limpiarlos, a colocarlos y a tratar de captar el agua del cielo", explicó. "Esto es para nosotros, no vamos a venderlo", dijo.



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