Internacional - Seguridad y Justicia

Karachi, el bastión urbano de la insurgencia talibán en Pakistán

2010-03-13

Igor G. Barbero / EFE

Islamabad.- Las recientes detenciones de destacados líderes talibanes en Karachi han reavivado las sospechas de que en la metrópoli financiera de Pakistán encuentran un refugio bastante seguro numerosos elementos de grupos extremistas tanto paquistaníes como afganos.

La captura más notable fue, en febrero pasado, la del mulá Baradar, el "número dos" del líder de los talibanes, el mulá Omar, en una operación de los servicios secretos estadounidenses y paquistaníes, mientras que esta última semana cayó presuntamente el portavoz estadounidense de Al Qaeda.

Pese a estar situada a casi mil kilómetros del conflictivo noroeste de Pakistán y de las áreas tribales fronterizas con Afganistán, Karachi es considerada por los analistas como la mayor ciudad pastún y un bastión en crecimiento de madrasas (escuelas coránicas), seminarios religiosos y organizaciones sectarias.

"Karachi es una ciudad enorme, con varios millones de pastunes que simpatizan con los talibanes entre los que es sencillo esconderse", expuso a Efe Ahmed Rashid, un reputado escritor paquistaní y experto en el movimiento talibán.

En Karachi, con una población cercana a los 17 millones de habitantes para un territorio urbanizado de unos 1.800 kilómetros cuadrados, las autoridades calculan que en torno al diez por ciento son de etnia pastún, aunque hay estimaciones que sitúan en más de tres millones de personas los integrantes de este grupo étnico en la ciudad.

La urbe, sede de la mayor Bolsa y principal centro económico del país, con una aportación al Producto Interior Bruto del 15 por ciento, está dominada políticamente por los "mohajirs", de lengua urdu, que vinieron de la India tras la partición del subcontinente e independencia de Pakistán, en 1947.

Las disputas étnicas, con sus ramificaciones en la política, entre mohajirs y pastunes son habituales desde hace décadas pero se han acentuado en los últimos años entre acusaciones de los primeros de que en Karachi se ha producido una "talibanización".

Mientras que en 1971 apenas había una veintena de madrasas registradas, en 2005 ya eran casi un millar, según un informe del prestigioso International Crisis Group.

Si bien, esta cifra es sólo la punta del iceberg, ya que investigaciones de esta organización, basadas en entrevistas con líderes religiosos, sitúan en más de 2,000 el número de escuelas coránicas, y precisan que en torno a un 70 por ciento pertenecen a la rama suní deobandi, la más ortodoxa del Islam.

Además, en Karachi "tienen base" grandes partidos políticos de corte religiosos, "existen docenas de grupos sectarios y extremistas", como los suníes Lashkar-e-Jhangvi, Sipah-e-Sahaba o Tehrik-e-Taliban, autores de atentados que han sacudido el país, y "hay muchas organizaciones caritativas" vinculadas a ellos, según un informe del Instituto de Pakistán de Estudios de Paz.

"Los talibanes están intentando consolidar su posición en Karachi, que ha sido una de sus mayores fuentes de financiación a través de actividades delictivas", como robos, canalización de fondos de narcotráfico o secuestros, se indica en el estudio, de 2009.

En conversación con Efe, una fuente de seguridad occidental observó que esta situación es "parte de la dolorosa realidad" de Pakistán y agregó que los talibanes procuran mantener "un perfil bajo" en Karachi, limitándose generalmente a ataques contra la minoría chií, porque en el fondo no controlan la ciudad.

"Tienen un feudo importante, pero si armasen mucho ruido, Karachi se podría volver ingobernable y además pondrían en juego su búnker", sostuvo.

"Existe una relativa impunidad en Karachi. Hay que darse cuenta de que en esta ciudad, algunos talibanes van con corbata y maletín. El volumen de negocio es muy alto y lo hacen con facilidad", subrayó a Efe otra fuente de inteligencia occidental.

Una opinión con la que coincidió plenamente el escritor Rashid, quien aseguró que parte del estamento de seguridad paquistaní hace "la vista gorda" ante la presencia de ciertos elementos talibanes.

"Toda la cúpula de la insurgencia talibán afgana está en Pakistán", afirmó.

Preguntado por Efe, el jefe de la Policía de Karachi, Wasim Ahmed, admitió la presencia de un alto número de insurgentes en la metrópoli, aunque evitó ofrecer cifras y se limitó a explicar que sus cuerpos han arrestado al menos a 70 militantes talibanes o de grupos yihadistas afines en el último año.

A la detención de Barádar a mediados de febrero, han seguido varias otras sobre las que el mando militar paquistaní ha evitado ofrecer detalles.

"Pakistán todavía tiene relaciones con los talibanes, son la única facción de Afganistán relativamente amistosa con Islamabad. El mensaje de la cúpula militar es claro: podemos llegar a ellos pero queremos algo a cambio. ¿Dónde quedan los intereses de Pakistán si Occidente tiene acceso directo?", explicó un periodista de las áreas tribales pastunes.



EEM

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