Mensajería

Los precios y el medio ambiente

2010-08-13

La pobreza agota y la riqueza depreda. Los niveles de vida aumentan lentamente, mientras que la...

Autor: MANUEL ARANGO

El hombre es la única criatura que a través del milagro de la creación o el proceso de la evolución, le ha sido otorgada la capacidad de razonar y por ello, inducir cambios.
 
¿No es demasiado el costo que pagamos por el desarrollo acelerado?

El hombre es la única criatura que a través del milagro de la creación o el proceso de la evolución, le ha sido otorgada la capacidad de razonar y por ello, inducir
cambios.

Durante millones de años el hombre utilizó esta capacidad principalmente para sobrevivir, maravillado aún por los misterios de un Universo desconocido en donde impresionantes fenómenos naturales parecían quedar bajo el control y capricho de los Dioses todopoderosos.

En tanto que la naturaleza proporcionaba los elementos básicos para vivir: aire, agua, sustento y fuego, el hombre luchaba por mejorar sus condiciones primitivas y establecer su superioridad racional sobre todas las otras especies. Con el advenimiento de la agricultura hace más de 8,000 años, los asentamientos
permanentes dieron lugar a las primeras ciudades y al inicio de la civilización.

Hasta ese momento, el hombre tomaba principalmente de la naturaleza gran parte de lo que necesitaba con poca o ninguna transformación y todos sus desechos
eran reintegrados al medio ambiente, prácticamente sin daño alguno en un ciclo casi perfecto de vida y muerte.

El avance del mundo con la revolución industrial

Sólo en tiempos recientes -los último dos siglos- los avances significativos en la ciencia nos condujeron a la Revolución Industrial y al mundo moderno.

Fueron inventadas las máquinas, la energía fue dominada y la química permitió transformar los productos prácticam ente de acuerdo a nuestros deseos en una variada impresión y permanentemente creciente.

La medicina avanzó, las comunicaciones mejoraron y el comercio prosperó mientras la población mundial aumentaba, quintuplicándose en los últimos 90 años.

Con la confianza del conocimiento y el destello del progreso presionamos aún más lejos.

En el presente siglo, próximo a terminar desencadenamos la fuerza del átomo, relumbró la electrónica, conquistamos el espacio y comenzamos a interferir con los proceso evolutivos.

Los costos del desarrollo

Pero a la par del milagro tecnológico, corrían los silenciosos y siempre crecientes costos del desarrollo acelerado, el cual ha causado más daño a la naturaleza en los últimos 100 años que en los miles de siglos anteriores.

No es sino hasta tiempos recientes que el hombre ha evaluado seriamente el impacto total de su comportamiento sobre el planeta. Las primeras voces de cautela no fueron escuchadas, sino hasta que los síntomas más serios empezarán a surgir.

La ineficiencia y el desperdicio se traducen y acumulan en basura, no siendo ésta otra cosa que el rechazo de la naturaleza hacia el pillaje y explotación irracional de
sus recursos acumulados a !o largo del tiempo.

Los desperdicios gaseosos -líquidos y sólidos contaminan el aire, el agua y envenenan el suelo en forma alarmante, bien sea circulando en la atmósfera o
sepultados en tumbas monumentales hechas por la mano del hombre. En tanto que la biodiversidad disminuye, la población del planeta podría duplicarse en los próximos 50 años.

Las grandes interrogantes

Bajo la bandera del progreso, en el necesario crecimiento económico que todos parecemos defender, estamos explotando lenta pero constantemente nuestro planeta sin consideraciones a plazo.

¿Como poder salir ento nces, de este círculo vicioso ?

La globalización, la democracia y la liberalización de las fuerzas del mercado son las tendencias aparentes de los próximos años. La competencia es bienvenida como substituto de ordenanzas completas y a menudo contradictorias. El desarrollo y el crecimiento económico son la aspiración de todos los países que sufren de desempleo y otros males sociales. La producción aparenta ser el remedio de la pobreza, como fuente de riqueza.

La tecnología es ansiosamente buscada y a su vez ventajosamente exportada.

Nuevos préstamos son otorgados en tanto que la deuda continúa aumentando, ya sea totalmente ignorada o dolorosa y lentamente pagada.

Mientras tanto nuestro planeta, el único donde se conoce la vida, debe proporcionar todos los recursos necesarios para alimentar y sustentar a los pobres,
satisfaciendo al mismo tiempo todos los caprichos de una insaciable y creciente cultura donde el Este se acerca al Occidente mientras que el Norte y el Sur
parecen distanciarse.

La pobreza agota y la riqueza depreda. Los niveles de vida aumentan lentamente, mientras que la calidad de vida se deteriora a paso acelerado. El conocimiento
parece aumentar pero la sabiduría se estanca.

¿Estamos realmente manteniendo el rumbo verdadero o estamos navegando a ciegas mientras silbamos en la oscuridad para ocultar nuestros temores?

El desarrollo debe y tendrá que continuar, pero no podremos considerarlo como progreso a menos de que éste sea sustentable y vaya acompañado de cierto nivel y calidad de vida.

La sustentabilidad significa la capacidad de proveer a las generaciones futuras sobre una base de solidez y continuidad. Implícita en la calidad de vida, está la
preservación del medio ambiente con su diversidad cultural y biológica. Juntas, éstas son la fuente básica de las necesidades materiales y espirituales para la
supervivencia humana y el desarrollo intelectual.

Los precios como indicadores y como instrumentos

Queda mucho por hacer para llevar a cabo esta tarea, pero existen ciertas prioridades. Debemos detener el derroche y aumentar la eficiencia en todos los
niveles de producción y consumismo, siendo los precios nuestra mejor guía de conducción.

Los precios verdaderos o reales deben reflejar todos los costos de un producto, desde su concepción hasta su desecho final. Los precios que no reflejan los costos
totales de la vida de un producto, engañan al consumidor y le impiden efectuar selecciones inteligentes además, los costos ocultos o diferidos son posteriormente traspasados a las personas en forma de impuestos para reparar daños ambientales
y de salud pública.

Los precios que no reflejan los costos totales de la vida de un producto, engañan al consumidor y le impiden efectuar selecciones inteligentes.

En otras palabras, los productos ineficientes son subsidiados por una sociedad engañada que rechaza opciones más limpias, debido a sus precios aparentemente más elevados. Esto podría llamarse competencia desleal. Los precios también deben reflejar los recursos naturales y valorarlos de la misma forma que otros componentes tradicionales de la producción, tales como la mano de obra y el
capital.

Otros factores podrían ser agregados dependiendo de la valoración del producto por la sociedad tales como propiedades alimenticias, educativas o sanitarias,
posibilidades de desecho, tipo de empaque, eficiencia, necesidad del mismo, etc.

La vida y desecho final de una manzana -un producto perfecto de la naturaleza- no puede ser comparado con la fabricación y desecho de un automóvil, una botella de leche con una cajetilla de cigarrillos, un libro de texto con un vestido de moda o un antibiótico con una bolsa de plástico.

El desperdicio y la depredación siempre terminarán a las puertas de los gobiernos, mientras la sociedad cubre la cuenta y recibe el impacto de un crecimiento rápido y desordenado. Es tiempo de que los precios reflejen los costos ambientales. Esto no sólo orientará al consumidor, sino que eliminaría empresas.

irresponsables e ineficientes, promoviendo al mismo tiempo inversiones sólidas a largo plazo.

Aun cuando los gobiernos deberían proporcionar las medidas adecuadas, siempre es mejor trabajar con el mercado con responsabilidad social en vez de luchar en contra de éste, utilizando preferentemente incentivos económicos en vez de ordenamientos rígidos y complejos.

Aunque es más fácil decirlo que hacerlo, la naturaleza y la humanidad exigen una respuesta y el bolsillo siempre ha sido un consejero sabio y discreto de la mente. 



EEM

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