Reportajes

Una ciudad de Corea del Sur florece al borde del enemigo

2010-12-22

El bombardeo norcoreano a fines de noviembre de la isla de Yeonpyeong ha llevado a muchas personas...

Gordon Fairclough / Dow Jones, WSJ

En abril, Lee Woo-young se mudó con su familia a un lujoso complejo de apartamentos en esta ciudad a unos 10 kilómetros de la zona desmilitarizada que divide a Corea del Sur de la empobrecida y fuertemente armada Corea del Norte.

La nueva casa de Lee está al alcance de las baterías de artillería de Corea del Norte emplazadas al otro lado del río Imjin. Aun así, dice que no está preocupada, incluso luego del reciente ataque norcoreano a una isla surcoreana que mató a cuatro personas.

"No siento que haya una amenaza real aquí", dice Lee, de 32 años y madre de un hijo de 3. Eligió este vecindario, explica, porque "tiene aire limpio y es un buen lugar para criar a un niño".

Esta floreciente ciudad —que linda con la zona desmilitarizada— y su creciente población muestran cómo los surcoreanos en muchas maneras se han adaptado a la amenaza del Norte y descartan la posibilidad de una guerra con sus vecinos.

El éxito de Paju también complica los cálculos de los líderes surcoreanos cuando estudian cómo responder a los ataques de Corea del Norte y ayuda a explicar la cautela que hasta ahora ha mostrado el Sur. Los surcoreanos temen un conflicto que pueda destruir el bienestar de la nación moderna que han construido.

"El sur tiene más que perder en una guerra", dice Lee Ju-hyun, un alto funcionario del gobierno en Paju. "Estamos mucho más desarrollados económicamente". A pesar de su ubicación, Paju es una de las municipalidades de más rápido crecimiento en Corea del Sur. Su población ha aumentado más de 80% en la última década. Aproximadamente 20.000 personas se mudaron a la ciudad solamente este año, asegura el gobierno.

En muchas maneras, el auge de la ciudad refleja el de Corea del Sur en su conjunto. La economía de Paju está impulsada por la fabricación de productos de alta tecnología. Las plantas aquí producen chips para computadoras y sofisticadas pantallas LCD utilizadas en las laptops y los televisores.

LG Display Co. ha construido una de sus mayores plantas de fabricación de pantallas LCD del mundo en Paju, proyecto en el que ha invertido hasta ahora más de US$7.000 millones.

Al otro lado de la zona desmilitarizada, en el Norte, el paisaje es de campos agrícolas y pueblos. La principal señal de progreso es un parque industrial construido por el Sur cuando las relaciones eran más amistosas. En ese parque operan plantas de empresas de Corea del Sur que recurren a la mano de obra de Corea del Norte.

Desde el colapso de la Unión Soviética, la otrora benefactora de Corea del Norte, la economía del país avanza con dificultad, con ayuda de China. Los alimentos y el combustible escasean siempre. Pyongyang ha concentrado los recursos que tiene en mantener a su ejército, uno de los más grandes del mundo.

El bombardeo norcoreano a fines de noviembre de la isla de Yeonpyeong —donde viven familias de pescadores y agricultores pero que también alberga una base militar surcoreana— ha llevado a muchas personas a replantearse la sensatez de vivir tan cerca del Norte.

Lim Hyun-jin vive en Seúl pero va todos los días a Paju para su trabajo como empleada de una tienda de cosméticos. "Planeaba mudarme a Paju. Pero después de lo que pasó en Yeonpyeong, cambié de idea", dice.

Las encuestas de opinión pública tras el ataque muestran que una amplia mayoría de los surcoreanos siente que sus fuerzas armadas deberían haber reaccionado con más fuerza al bombardeo norcoreano. Sin embargo, la gente en Paju dice que Seúl debería tener cuidado y evitar una escalada en el conflicto.

Mientras tanto, LG está incorporando otra planta gigante a su complejo de producción de pantallas LCD. La ciudad está planificando la construcción de apartamentos para 200.000 personas más, que espera que se muden a ella en los próximos años. Antiguas bases militares de Estados Unidos se están transformando en parques y campus universitarios.

"Antes todo el mundo era agricultor aquí", recuerda Lee Sang-hoon, de 67 años, que nació en Paju y que ahora administra un pequeño restaurante en el centro. "Ahora es una ciudad", dice.



KC
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