Internacional - Población

Variopinta protesta despierta Israel en caluroso verano

2011-08-21

Las autoridades municipales dicen que los manifestantes han levantado más de 1,000 tiendas...

Por Crispian Balmer, Reuters

TEL AVIV - Por momentos, el pujante campamento de protesta de Tel Aviv se asemeja a un serio centro de debate, mientras que a veces se parece más a una gran fiesta callejera o a un festival de música itinerante.

Nacido de la indignación por los siderales precios de las propiedades en Israel, el movimiento de protesta se ha transformado en menos de un mes en un fenómeno nacional que representa una colosal mezcla de distritos y que abarca muchas corrientes de la sociedad israelí.

Algunos participantes de la protestas temen que la lista de quejas en constante expansión diluya el mensaje original de indignación por el desalentador costo de vida. Sin embargo, la caótica iniciativa aún no presenta señales de desinflarse, y el Gobierno está claramente preocupado.

"Durante años, nuestros líderes ignoraron los problemas sociales del país y la difícil situación del pueblo. Esto debería ser un llamado de atención que no se puede ignorar", dijo Irit Gabay, una trabajadora social de 58 años que participaba en la vía pública de un debate sobre el estado de bienestar.

Las autoridades municipales dicen que los manifestantes han levantado más de 1.000 tiendas de campaña, principalmente en la céntrica Rothschild, una elegante calle repleta de edificios de departamentos extremadamente caros.

A inicios de mes, más de 250.000 personas se volcaron a las calles de la capital comercial de Israel para exigir una reforma. De ahí en adelante, se han planificado protestas en ciudades más pequeñas de todo el país para demostrar el amplio interés que ha generado el reclamo.

El primer ministro Benjamin Netanyahu, que afronta el mayor y más inesperado desafío en sus dos años y medio de Gobierno, creó rápidamente una comisión para estudiar las demandas de los manifestantes, pertenecientes en su mayoría a la clase media. La comisión tiene un mes para dar una respuesta.

Los analistas creen que la iniciativa sólo ofrecerá suficientes concesiones para desinflar el movimiento y los ministros esperan que una vez que universidades y escuelas comiencen el ciclo lectivo el próximo mes, las hordas que pululan por Rothschild se dispersen tan rápidamente como se congregaron.

Por ahora, sin embargo, hay pocas evidencias de que la multitud, conformada mayormente por jóvenes, parezca dispuestas a abandonar la lucha. Sin duda, están divirtiéndose mucho.

"Todo lo bueno de Israel está exhibido aquí. Es como la república de Platón. La gente que nunca se habló entre sí de repente está conectándose. Es hermoso", dice Sharon, una estudiante de Jerusalén que se negó a revelar su apellido.

EN BUSCA DE AMOR Y SOLUCIONES

A estas alturas del conflicto, el campamento ha adoptado una vida propia. A lo largo de la calzada abundan sucias tiendas de campaña, intercaladas con puestos que promueven desde el bienestar animal a los derechos de los padres.

Hay un comedor comunitario, espectáculos de marionetas para niños, una piscina de lona, una agencia de citas para manifestantes que buscan romances callejeros y muchos espectáculos musicales espontáneos.

"Por favor, nada de The Beatles", advierte un cartel a los guitarristas que circulan en el lugar.

En medio del caos organizado hay pequeños espacios de pavimento dispuestos para sofás y sillas que identifican los espacios de debate donde se discuten los variados problemas de Israel hasta altas horas de la noche.

"El Gobierno le lavó el cerebro a la gente durante años diciendo que el principal problema eran los árabes. Nuestras campañas electorales estuvieron dominadas por el proceso de paz", comenta Gilda Wheistahl, de 29 años, quien trabaja como economista para una compañía de medicamentos.

"Ahora la gente se ha despertado y queremos hablar de nuestros problemas cotidianos (...) El problema es que todo el mundo quiere algo levemente diferente y será difícil decidir cómo dividir la torta", explica Wheistahl.

Netanyahu, un firme creyente en el capitalismo de mercado, sostendrá que hay poco que dividir, y muchos de los reclamos de los manifestantes, como impuestos más altos para los ricos, el control de la renta y el fin de las privatizaciones, le resultarán odiosos.

Sin embargo, otras demandas como la liberación de más tierras estatales para proyectos de viviendas pública, podría ser más fácil de cumplir.

"Tenemos un déficit de 120.000 casas en este país. La gente no puede acceder a comprar un lugar para vivir y a muchos alquilar les está resultando difícil. Ese es el motivo por el que las protestas son tan populares", dijo Simon Dhan, un joven agente inmobiliario que camina por el campamento.

Algunos nacionalistas de derecha también han levantado carpas en la ciudad y le dicen a los manifestantes que la solución a la crisis de vivienda es construir más asentamientos judíos en los territorios ocupados de Cisjordania, donde los palestinos esperan algún día fundar un Estado independiente.

Los líderes de la protesta, ansiosos por eludir las acusaciones de que están promoviendo una agenda política de izquierda, han aceptado a los colonos en sus filas, pero los argumentos de los recién llegados gozan de poco apoyo.

"La gente quiere casas en Tel Aviv, no en asentamientos lejanos. Aquí es donde está todo el trabajo", dice Dhan.

A diferencia de las revueltas de la Primavera Arabe que han azotado Oriente Medio y el norte de Africa durante este año, los israelíes no están buscando un cambio de régimen.

Israel vive una democracia sólida. Tampoco ha habido violencia en Tel Aviv y las multitudes incluso aguardan en los semáforos durante sus marchas para subrayar que son ciudadanos respetuosos de la ley.

Sin embargo, se puede escuchar un tenue eco de lo que sucedió en la Plaza Tahrir de El Cairo.

"Creo que nos inspiraron. Ellos demostraron que si quieres lograr tus objetivos, debes ponerte de pie", dijo Itamar Almog, un gerente de restaurante que camina en los campamentos junto a sus dos pequeños gemelos en una calurosa noche de verano en Tel Aviv.



EEM