Sabias Que
El Árbol de Navidad
P. Alfredo Pouilly
El origen del árbol de Navidad lo encontramos en los pueblos bárbaros que entran en contacto con el Imperio Romano, a partir del siglo II de nuestra era: los germánicos adornaban los árboles en invierno para pedir a sus dioses que esos árboles dieran fruto en verano. Los romanos se apropiaron de esos signos y los unieron a los suyos: luces y arbustos, signo de divinidad y eternidad, servían para reverenciar a los dioses.
Cuando la celebración de navidad se fue arraigando, los cristianos encontraron que esos signos podían tener afinidad con los misterios que celebraban, y comenzaron a utilizar un abeto cargado de manzanas, símbolo medieval del pecado. También empleaban un mástil adornado con globos de colores y antorchas.
En los siglos XVI y XVII se combinaron estos dos símbolos y surge el actual Árbol de Navidad. La relectura de estos signos con perspectiva bíblica permitiría ver en el árbol, a Cristo, el Árbol de la Vida, que va creciendo, año a año en la historia, e ilumina como "luz de las naciones".
Una familia que prepara el árbol de Navidad y no se esfuerza por irradiar a Cristo, está aparentando lo que no es.
Bendición del Árbol de Navidad
(Esta bendición la hará ordinariamente, el padre o la madre de familia, al iniciarse las fiestas de navidad. Cristo es el verdadero Árbol de Vida, y sus frutos permanecen para siempre).
Lectura Bíblica: Isaías 60, 13.
"Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario, y ennoblecer mi estado". Palabra de Dios.
- Te alabamos, Señor.
Peticiones:
(Cada miembro de la familia formula una petición).
Oración de Bendición:
Bendito seas, Señor y Padre nuestro,
que nos concedes recordar con fe
en estos días de Navidad
los misterios del nacimiento de Jesucristo.
Concédenos a quienes hemos
adornado este árbol y lo hemos
embellecido con luces,
vivir también a la luz de los ejemplos
de la vida santa de tu Hijo
y ser enriquecidos con las virtudes
que resplandecen en su infancia.
Gloria a Él,
por los siglos de los siglos.
Amén.
AAG