Diagnóstico Económico

La medición de la pobreza en Europa está en un laberinto sin salida visible

2013-03-08

Los indicadores del tercer tipo (empleo, educación, atención a la salud) se manejan...

Julio Boltvinik, La Jornada

En esta serie he analizado críticamente la mayor parte de los 19 capítulos del libro Counting the Poor, editado por Besharov y Couch (Oxford University Press, 2012). El subtítulo del mismo, "Nuevo pensamiento sobre las mediciones europeas de pobreza y lecciones para Estados Unidos" se relaciona con lo que dicen en la Introducción los editores: que la Universidad de Maryland y la OCDE organizaron el seminario (del cual derivó el libro) "para aprender más de los esfuerzos europeos para mejorar las mediciones de ingreso, pobreza y bienestar material". Entiendo que hoy "nuevo pensamiento" sobre pobreza es el relacionado con su medición multidimensional. Sin embargo, este aspecto sólo lo abordan Nolan y Whelan (cap. 16), comentado en la entrega del 1/3/13. Las mediciones europeas de pobreza, tal como lo refleja este libro están en un laberinto sin salida visible. En Europa el concepto de pobreza se ha ligado de manera confusa con el de exclusión social (que es un concepto vago) concebido como el más amplio de los dos. Siguiendo a Gilbert (cap. 18), podemos decir que bajo el rubro de exclusión social se han acordado en la UE tres tipos de indicadores: a) de pobreza de ingresos; b) de privación material; y c) de otras dimensiones sociales como desempleo, educativas, vivienda y atención a la salud. Pero Marlier et al. (cap.15) rechazan la posibilidad de integrar los indicadores acordados en la UE de exclusión social, en un indicador compuesto, aduciendo que ello supone incurrir en juicios de valor para definir el ponderador (importancia relativa) de cada uno y sobre la forma de combinarlos. Descalifican los indicadores compuestos como atractivos sólo para el público en general y para los periódicos. Se quedan, entonces, con visiones fragmentarias y se conforman con ordenar países según su desempeño en cada indicador y construir matrices de correlaciones entre los mismos. Véanse en la gráfica un ejemplo de las disparidades resultantes y de la perplejidad en la que dejan al usuario de los datos, incluyendo al hacedor de políticas públicas. Nótense los casos de Holanda y Lituania. En ausencia de un indicador compuesto, la pobreza de ingresos seguirá predominando con sus limitaciones y contradicciones, por lo cual el rechazo a construir un indicador compuesto es un subterfugio para mantener tal predominio.

Pero uno de los indicadores que utilizan es el de privación material que está formado por nueve rubros de carencias forzadas (quieren el rubro pero no lo tienen por falta de recursos): 4 de bienes durables, incluido automóvil; calefacción de la vivienda; ingesta frecuente de proteínas de origen animal; vacaciones anuales, y 2 rubros sobre apuros financieros. Los autores (y la UE) no tienen empacho, a pesar de su rechazo a definir ponderadores porque "implican juicios de valor", en adoptar el "juicio de valor" de dar a los 9 indicadores el mismo ponderador, de manera que cualquier combinación de no poder pagar el costo de 3 de estos 9 indicadores (el indicador de privación material en la UE) indique el mismo grado de carencia. Uno de los coautores de Marlier es Nolan quien, en su trabajo con Whelan, propone integrar un indicador compuesto de pobreza que define como pobres sólo a los hogares cuyo ingreso está bajo la línea de pobreza y que tienen tres o más carencias forzadas (el criterio intersección) que baja drásticamente el nivel de pobreza, como lo mostré en la entrega del 1/3/13. Esta forma de combinar las dos dimensiones implica darle la misma importancia a ambas: otro juicio de valor. Faltaría, para llegar al indicador compuesto sólo decidir qué peso darle a la tercera dimensión donde aparecen indicadores no monetarios.

Veamos algunas de las contradicciones de los indicadores de pobreza de ingresos y de privación material y de la combinación propuesta por Nolan y Whelan de ambos: A) La forma de definir la LP para calcular la pobreza de ingresos en la UE y en la OCDE (fijarla como una proporción, 50 o 60 por ciento de la mediana del ingreso de los hogares) se presenta como si expresara las ideas de Townsend, quien definió pobreza relativa como la situación de exclusión que sufren individuos/hogares por insuficiencia de recursos para participar en los patrones de vida, costumbres y actividades. Y en otro escrito añadió que, "a falta de otro criterio", habría que actualizar la LP no sólo con base en la inflación sino con base en el incremento observado de la media o mediana del ingreso. Pero para definir el nivel inicial al que debe fijarse la LP, jamás propuso hacerlo en función de la media o la mediana. En el famoso capítulo 6 de su obra magna (Poverty in the United Kingdom) Townsend propuso relacionar los indicadores directos de privación y el ingreso de los hogares, identificando el nivel de ingresos debajo del cual las privaciones crecen aceleradamente, revelando así lo que llamó la LP objetiva. La metodología adoptada en la UE y en la OCDE no es la de Townsend, pues como ha dicho Bradshaw, al que que Besharov y Couch citan aprobatoriamente en la Introducción, "nunca ha habido una justificación científica del umbral del 60 por ciento de la mediana del ingreso". ¿Por qué un porcentaje menor a ciento por ciento, y no ciento ciento, o uno superior? ¿Por qué el mismo porcentaje de la mediana en países con niveles de ingreso tan dispares como Luxemburgo y Lituania? B) Como lo advirtió Sen hace muchos años, ajustar la LP con base en el comportamiento de la media o mediana del ingreso puede dar lugar a situaciones absurdas. En la entrega del 18/1/13 mostré que la pobreza aumentó levemente entre 1985 y 2005 en el conjunto de la OCDE, periodo de crecimiento, mientras bajó levemente entre 2005 y 2010, periodo de crisis. Más paradójico no podría ser. C) Al adoptarse, en una unidad económica sin fronteras para la mano de obra, LP de pobreza diferentes en cada país, proporcionales a las medianas de sus ingresos, el nivel de pobreza de Polonia, por dar un ejemplo, resulta menor que el del Reino Unido. ¿A quién le pueden servir datos así? D) Sin percatarse de las contradicciones inherentes, la UE ha postulado el uso de LP relativistas, diferentes en cada país, que cambian anualmente, definidas en función del valor de la mediana del ingreso de cada país en cada año, al lado de indicadores absolutos de privación (y del tercer grupo), iguales entre países y en el tiempo. Los resultados (vbg. baja correlación entre ambos indicadores) sólo sorprende a quien no se percata de esta inconsistencia conceptual. Igualmente, las políticas asistenciales se apoyan en la UE con base en criterios absolutos de carencia (Bavier, Cap. 11). En muchos casos ello se hace con presupuestos familiares normativos, método rechazado para las mediciones generales. E) Los indicadores del tercer tipo (empleo, educación, atención a la salud) se manejan por separado y de manera fragmentaria. F) No se mide, en la UE, fuera de la pobreza de ingresos, a la que llaman en-riesgo-de-pobreza, ni la pobreza (no han aceptado la propuesta de Nolan y Whelan) ni la exclusión social.



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