Valores Morales

Sentirse amado

2013-03-13

En Dios, todo alcanza unas dimensiones inimaginables para nuestras pobres mentes. En Él todo...

Autor: Juan del Carmelo

El ser humano, necesita amar y ser amado. Y ello es así, porque hemos de tener en cuenta, que el hombre esta creado a imagen y semejanza de Dios, en lo que se refiere a su alma, pues Dios carece de cuerpo, por ser Espíritu puro. Y por otro lado, tal como San Juan nos explicita, Dios es amor y solo amor (1Jn 4,16), es decir la esencia de Dios es el amor y todas las características y cualidades que tiene el amor, son las mismas que le son inherentes al Señor.

En Dios, todo alcanza unas dimensiones inimaginables para nuestras pobres mentes. En Él todo es ilimitado, carece de fin como también carece de principio. Él es el único Ser verdaderamente eterno, porque nadie lo ha creado, los demás ángeles demonios o personas ya santificadas, más que eternas somos inmortales y esa inmortalidad, es la que a nosotros nos permitirá vivir en la eternidad, bien sea en la eternidad gozosa de la luz y del amor que nos ofrece el Señor, o en la eternidad de las tinieblas y el odio, si es que no queremos aceptar el amor que el señor nos ofrece.

Y como quiera, que hemos sido creados para amar y ser amados, sentimos la ineludible necesidad de que en esta vida alguien nos ame, de que alguien nos ofrezca aunque sea una brizna de amor humano. Esta es la gran tragedia de muchas personas que humanamente se sienten solas y que nadie las ama. Ellas no se dan cuenta, de que el amor es la fuerza más potente de las que el ser humano dispone, mucho más que su antítesis que es el odio. Pero la potencia del amor humano, solo existe y se manifiesta, cuando este se entronca con el amor sobrenatural que el Señor continuamente nos está ofreciendo. San Juan de la Cruz, el loco fraile carmelita enamorado del Amor, tiene una conocida frase que dice: Donde no hay amor, pon amor y encontrarás amor.

Para que humanamente encuentres amor, has de comenzar primero por poner por delante tu amor. Y para encontrar el amor que has de poner por delante, lo suyo es que vayas a buscarlo a la única fuente del amor, que existe y que es el Señor. Que tomes conciencia de que tu alma, si vives en la gracia y amistad con el Señor, está inhabitada de la Santa Trinidad del amor, que te ama, en una forma tal que no la puedes comprender, ni hay criatura humana o celestial, que pueda comprender la locura de amor que Dios nos tiene a esta colección de seres miserables y desagradecidos que somos la personas humanas. Es por ello que San Juan el apóstol de amor, escribió: "Porque tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo, para todo el que crea en El no perezca, sino que tenga la vida eterna; pues Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para que juzgue al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El". (Jn 3,16-17).

En esta vida disponemos de dos formas, para satisfacer esa absoluta necesidad que tenemos de ama y ser amados. Hay dos formas de calmar nuestras necesidades de amar y ser amados; una imperfecta  y otra perfecta. La primera consiste en tratar de encontrar el amor en las demás criaturas y ello puede ser correcto y acertado, si se tiene la precaución de entroncar el amor humano, con su fuente divina y apartarlo de lo que vulgarmente se llama amor carnal. Nunca esto puede dar resultado positivo, el querer tomar por fundamento del amor la materia y quererla sobreponer al espíritu. El matrimonio es una cosa de tres, y si en medio de los dos no está el amor de Dios, tarde o temprano la fractura será dolorosa e inevitable. Si echamos una mirada a nuestro alrededor, veremos muy claramente que solo cumplen sus bodas de oro los matrimonios, en los que los dos amados se sienten amados por su cónyuge y esencialmente por el Señor que los bendice. Puede haber excepciones a esta regla, pero solo sobre la base de que uno de los dos, sea un mártir de la caridad y soporte lo insoportable por su amor al Señor.

La fórmula perfecta, consiste siempre en ser continuamente conscientes de que el Señor nos ama y nos ama, no solo con carácter genérico, sino específicamente a cada uno de nosotros, como si fuésemos el único ser creado por Él, vamos como si se tratase de un hijo único, tal como muchas veces piensa equivocadamente la gente, y hablo con conocimiento de causa, pues soy hijo único y mi madre porque, me quería mucho, me educó más derecho que una vela. Vicente Borragan escribe diciendo: "Los montes podrán correrse de su lugar, el sol podrá no lucir, el mundo entero podrá terminar, pero el amor de Dios jamás se apartara del hombre. Es de siempre y para siempre".

Y Jean Lafrance escribe diciendo: "Cuando Dios habla al hombre no le dice más que una cosa "Te amo. Quiero encontrarte. Quiero entrar en comunión contigo. Dios es un fuego devorador, un fuego que consume. Transforma en Él todo lo que toca. No se puede pretender acercarse a Dios sin dejarse devorar por este fuego. Por eso la oración es una aventura peligrosa". Es por ello que sentirse amado por el Señor, genera en el alma humana un gozo inenarrable. La persona que toma una profunda conciencia de que el Señor inhabita en la profundidad de su ser y lo descubre, adquiere una paz espiritual y de todo orden que le hace ver la vida bajo otro distinto prisma. No quiere perder el status espiritual alcanzado y solo tiene un temor en esta vida, que es no sentirse lo suficientemente fuerte para seguir creciendo y avanzando en el amor al Señor. Pero no hay peligro si se persevera porque el fuego de la zarza ardiendo en el Horeb, ha prendido en su corazón y lo suya ya solo es, perseverar en su entrega amando a su Amado.

En un último pasaje evangélico, podemos leer las palabras pronunciadas por el Señor en esa última cena, que según dijo tanto había ansiado de tener con sus discípulos a los que les dijo: "Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis preceptos, permaneceréis en mi amor, como yo guardé los preceptos de mi Padre y permanezco en su amor". A nadie pues le falta, ni nunca le faltará el amor del Señor, pero ni mucho menos al que permanece en el amor a Él.

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.  



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