Reportajes

Un mes después, dos papas vivos y una cama vacía

2013-04-14

Dos papas vivos en Roma, y el dormitorio del papa aún vacío. Después de 110...

Por: Juan Arias, El País

Hace hoy un mes, la noticia de habemus papam recorrió en segundos el mundo. Desde aquel momento, la Iglesia tenía dos papas: uno, Francisco, el primer papa americano, en plenas funciones y poderes como nuevo obispo de Roma. El otro, Benedicto XVI, papa emérito, tras haber renunciado al papado.

Dos papas vivos en Roma, y el dormitorio del papa aún vacío. Después de 110 años, desde Pio X, es la primera vez que un papa no usa el dormitorio papal, enclavado en los apartamentos pontificios, en la tercera planta de los Palacios del Vaticano.

El papa Francisco, trás haber visto el apartamento y haber exclamado: "Aquí caben 300 personas, demasiado grande para mi", prefirió, por el momento por lo menos, seguir viviendo en el hotel pensión Santa Marta construido por el Vaticano para acoger al clero que llega a Roma de la periferia de la Iglesia.

No sabemos si el primer papa no europeo después de más de mil años de historia, va a seguir viviendo en ese hotel a 90 euros pensión completa.

Lo cierto es que no ha querido hasta ahora dormir donde lo hicieron los ocho papas anteriores. Aquellos apartamentos fueron varias veces reformados. Ignoro si lo fue también el dormitorio de triste memoria donde apareció misteriosamente muerto una mañana a los 33 días de pontificado, el papa Juan Pablo I.

No se si es el mismo dormitorio del que se quejaba el bueno y anciano Juan XXIII que le confiaba al escultor que moldeaba su busto: "La gente dice que el papa vive en un palacio, pero mi dormitorio es muy incómodo. Es enorme y cuando me despierto de noche para ir al baño tengo que hacer un viaje, pues está muy lejos de la cama". Y le añadió otra confidencia: "Me da un poco de cosa dormir en la cama en la que han muerto otros papas".

No conocemos las reales razones que hayan podido llevar al papa Francisco a no querer usar ni el dormitorio ni la cama de su antecesor, que sigue vacía. Cierto es que un papa viviendo en aquellos apartamentos que encierran tantos secretos y quizás misteriosas traiciones, se convierte en un preso en una jaula de oro.

Para llegar a él, incluso un obispo, tiene que atravesar una enmarañada burocracia y a veces esperar meses. Si viene de la periferia del mundo aún peor.

El papa queda en manos además de los cardenales de la Curia, de su pequeña familia, formada por su secretario particular, las monjitas que cuidan de los apartamentos y de su mayordomo. El último, el del papa Benedicto XVI, acabó en la cárcel tras haber traicionado al pontífice vendiendo sus documentos secretos.

Un día la historia podrá revelar todo lo que en estos 110 años se ha vivido en esos apartamentos. Juan XXIII decía que se aburría en ellos, sobretodo por las tardes.

Los papas quedaban tan presos en aquellos apartamentos de diez habitaciones, que cuando Pablo VI tuvo que ser operado de próstata, para que nadie pudiera verlo en un hospital, improvisaron allí mismo una sala médica donde fue operado.



EEM

Notas Relacionadas