Muy Oportuno

Consejo de la corona

2013-04-17

El Papa ha decidido dotarse de un equipo de asesores formado por ocho cardenales que representan a...

Autor: Santiago Martín

En los gobiernos modernos, existen los llamados "fontaneros". Son asesores de los presidentes o primeros ministros y llevan a cabo una labor de consultoría con el "jefe" al margen de la que ejercen los ministros, que son los responsables de las diferentes competencias en que se ejercita la acción de gobernar. No siempre es fácil y entendida su misión, pues los ministros se suelen sentir incómodos ante estos intermediarios, pero para el presidente del gobierno son muy útiles y le ayudan a no ser excesivamente dependientes de sus ministros. digamos que, con ellos, se cumple el dicho de que "cuatro ojos ven más que dos".

 El Papa ha decidido dotarse de un equipo de asesores formado por ocho cardenales que representan a los diferentes continentes, precisamente para tener un órgano consultor que le ayude a tomar decisiones. No sustituirá a los cardenales y arzobispos que forman la Curia romana, pero sin duda que ejercerán una gran influencia ante el Pontífice, que es el verdadero y único jefe de la misma. Esta influencia será tanto más fuerte cuanto más anciano sea el Papa y cuanto más directamente el cardenal asesor esté implicado en el tema a debatir (por ejemplo, cuando se trate algún asunto del país o del continente al que pertenece y de alguna manera representa).

El Papa tiene todo el derecho a hacerlo y, de hecho, si hubiera existido un órgano asesor de este tipo posiblemente el Papa Benedicto no hubiera sufrido lo que sufrió con el escándalo Vatileaks y con otras cuestiones espinosas del gobierno de la Iglesia que salpicaron prácticamente todo su pontificado.

Ahora la cuestión está en ver cómo va a ser la relación entre este "consejo de la corona" y el otro que es, o debería de ser, el que de forma natural debe asesorar al Papa: su equipo de "ministros", formado por los prefectos de las Congregaciones, presidentes de los Pontificios Consejos y por el secretario de Estado. Lo mismo que en los gobiernos de las naciones, no sería extraño que surgieran fricciones. Pero eso, que es normal, es un precio que hay que pagar con tal de no dejar al Papa solo ante una carga tan pesada que rompió la espalda de su predecesor. Al fin y al cabo, él es quien debe decidir qué peso da a lo que su "consejo de la corona" le pueda decir y lo que le diga su otro consejo, el de los cardenales de Curia, suponiendo naturalmente que no le digan lo mismo.

El Papa está innovando, reformando, como había prometido. Hay que seguir rezando por él, para que en todo acierte. Y hay que seguir siendo dóciles al Espíritu dándole al que Él ha elegido para ocupar la sede de Pedro el máximo apoyo y la mayor fidelidad.

 



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