Educación

Universidades, talón de Aquiles de Brasil

2013-05-21

Apenas el 17% de los brasileños de entre 18 y 24 años estaban matriculados en la...

SEROPEDICA, Brasil (AP) — No hay suficiente espacio en el laboratorio de una universidad que da a los estudiantes más experiencia que la que pueden tolerar: cerdos y gatos desollados, hígados, intestinos, cerebros y otros desechos de vacas imposibles de distinguir, recogidos durante años de disecciones que llenan una docena de grandes cubas hasta el tope.

Dado que el incinerador del departamento de veterinaria no funciona desde hace tiempo, esta montaña de esqueletos y órganos bañados en formaldehído crece día a día.

Escenas similares que reflejan el total abandono de estas instalaciones se repiten en lo que alguna vez fue un campus majestuoso. Los laboratorios se inundan cuando llueve y en las salas de conferencia hace un calor abrumador porque los vetustos acondicionadores de aire ya no funcionan y jamás fueron reemplazados. Hay internet esporádicamente y los estudiantes rara vez salen de noche por temor a ser asaltados.

La situación en la Universidad Federal Rural de este suburbio de Río de Janeiro no es inusual. A medida que crece la clase media y más gente aspira a una educación terciaria, salen a la luz las condiciones lamentables y el bajo nivel de la educación en las universidades y otros centros educativos del país. Muchos expertos dicen que las deficiencias del sistema educativo podrían ser un obstáculo para el desarrollo del país ahora que es una potencia económica.

Gracias a una década de altos precios en los productos primarios, Brasil desplazó el año pasado a Gran Bretaña como la sexta economía más grande del mundo. Para mantener ese lugar, el país necesita profesionales capacitados, especialmente ingenieros, que ayuden a explotar las grandes reservas de petróleo que hay frente a las costas del estado de Río de Janeiro y con las que las autoridades cuentan para financiar el desarrollo.

Varios expertos dicen que los centros educativos no están a la altura de las necesidades.

"Si las universidades no producen los profesionales calificados que necesitamos en los próximos diez años, Brasil correrá un gran riesgo de perder su posición como sexta economía mundial", afirmó Antonio Frets, veterano miembro de la Academia Brasileña de la Educación. "Si no hay una reforma educativa real e integral, Brasil podría quedar atrás".

Las estadísticas son alarmantes.

Apenas el 17% de los brasileños de entre 18 y 24 años estaban matriculados en la universidad o habían conseguido un diploma en el 2011, según un estudio del Ministerio de Educación.

Si bien eso representa un incremento respecto al 7% de 1997, está muy detrás de los países desarrollados e incluso de muchos vecinos latinoamericanos. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) indicó que el 40% de los estadounidenses de entre 25 y 34 años habían completado el ciclo básico de la universidad. En Chile la cifra es similar.

En Brasil, solo el 7,3% lo hizo, según el censo. Casi la mitad de la población completó la secundaria y solo el 12% de los trabajadores tiene un título universitario. Casi 13 millones de personas --el 8,6% de la población-- son analfabetas.

Un estudio de la OCDE del 2009, que midió el nivel de alfabetización y los conocimientos de matemáticas de los chicos de 15 años, ubicó a Brasil 53ro entre 65 países, detrás de Bulgaria, México, Turquía, Trinidad y Tobago y Rumania.

Todo esto podría entorpecer el desarrollo económico del país. En la última década de crecimiento desenfrenado desaparecieron muchos trabajos que no requieren gran capacitación, los cuales fueron reemplazados por plazas que requieren mediana o alta capacitación y que según analistas al país le está costando llenar.

La escasez de ese tipo de empleos ya se está haciendo sentir. Brasil figuró 48vo entre 144 países en un informe del Foro Económico Mundial sobre la competitividad mundial. Ello se debió a problemas de infraestructura y fala de personal capacitado.

El dinero no es el problema. Brasil invierte el 5% de su producto bruto interno en educación, un porcentaje similar al de España, Alemania o Japón, y apenas por debajo del promedio de la OCDE, que es de 6,2%, de acuerdo con un estudio de esa organización del 2012. El gobierno nacional afirma que ha invertido 4.200 millones de dólares en la expansión de las universidades en la última década.

Dinero hay. El problema, en todo caso, es lo que se hace con ese dinero.

Tomemos el caso de la Universidad Federal Rural de Río, cuyo presupuesto se multiplicó por 20 en años recientes, y pasó de 7,4 millones de dólares en el 2005 a 173,5 millones en el 2012. Este año, no obstante, los estudiantes ocuparon las oficinas administrativas para protestar lo que describen como las condiciones peligrosas del campus.

Estudiantes y profesores dicen que no saben adónde va el dinero y algunos especulan que está siendo malversado o robado.

El agua de la lluvia se filtra por agujeros en el techo del departamento de tecnología, el cual se inunda hasta las rodillas cuando llueve fuerte. Las piscinas de tamaño olímpico de la universidad están cubiertas de algas y los profesores de educación física se suben a su escritorio y mueven brazos y piernas para enseñar los distintos estilos de natación. La empresa contratada para construir un archivo para el departamento de geología entregó una estructura inutilizable, sin pisos, ni ventanas ni puertas. La estructura está ocupada hoy por indigentes.

"Tenemos profesores que no pueden dar clase porque no hay instalaciones adecuadas. Se inician las reparaciones, pero no se terminan y los edificios están destruidos", afirmó Gustavo Parreira, quien cursa el cuarto año de la carrera de derecho y coordina el movimiento estudiantil que encabezó la ocupación. "La universidad se viene abajo, pero el problema no es la falta de recursos. Es que esos recursos no están siendo usados adecuadamente".

La universidad tiene más estudiantes matriculados que nunca. En los últimos tres años la cifra de matriculados subió de 7.000 a 11.000.

Históricamente las universidades eran instituciones a las que tenían acceso únicamente los hijos de los ricos, pero últimamente han abierto sus puertas a todo el mundo en buena medida como consecuencia de programas sociales que buscan darle más oportunidades a los pobres y los estudiantes que no son blancos.

Entre 1980 y el 2011 la cantidad de estudiantes matriculados en universidades subió de poco más de un millón a casi 11 millones, según el Ministerio de Educación. Desde el 2011 tan solo, las universidades estatales registraron un incremento del 10% en las matriculaciones y los observadores dicen que no hay suficientes recursos para absorber todo este estudiantado.

"El sistema de universidades públicas tenía que ampliarse, pero la forma en que lo están haciendo me preocupa", manifestó Fabio García dos Reis, director de un departamento de la universidad UniSal de Sao Paulo. "Con el creciente número de estudiantes, no tienen suficientes profesores calificados ni suficientes aulas".

García dijo que la situación en las universidades privadas es peor todavía.

Aproximadamente tres cuartos de los estudiantes universitarios asisten a instituciones privadas, muchas de las cuales surgieron en la década de 1990 o después, y que son consideradas fábricas de diplomas. Son generalmente pequeñas, con no más de 1.500 estudiantes, y les cuesta contratar profesores calificados y retener al estudiantado, según García dos Reis.

Generalmente duran poco y cierran después de unos cinco años. Muchas son absorbidas por conglomerados más grandes.

"Hay que analizar a fondo lo que estamos haciendo y adoptar reformas urgentes", dijo García dos Reis. "De lo contrario, no tengo la menor duda de que tendremos una crisis en pocos años".



EEM

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