Internacional - Población

Sudafricanos lloran a Mandela, será sepultado el 15 de diciembre

2013-12-06

El ex presidente será honrado el 10 de diciembre con un servicio fúnebre en el...

Por Tosin Sulaiman y Peroshni Govender

JOHANNESBURGO (Reuters) - Los sudafricanos se unían en el dolor el viernes por la muerte de Nelson Mandela y mientras algunos conmemoraban su destacada vida con danzas, otros temían que la partida del héroe de la lucha contra el apartheid pudiera dejar al país vulnerable a las tensiones raciales que tanto se esforzó en aplacar.

El presidente Jacob Zuma dijo que el emblemático líder será sepultado el 15 de diciembre en su antiguo pueblo natal, en la provincia sudafricana de Cabo Oriental.

Los sudafricanos escucharon a Zuma anunciar el jueves a última hora que el ex mandatario y Premio Nobel de la Paz falleció en paz en su casa de Johannesburgo, en compañía de su familia, después de una larga enfermedad.

El viernes, la nación de 52 millones de habitantes asimilaba la noticia de que su amado jefe de Estado, símbolo mundial de la reconciliación y la convivencia pacífica, se había ido para siempre.

Zuma anunció que el ex presidente será honrado el 10 de diciembre con un servicio fúnebre en el estadio de fútbol de Johannesburgo, donde se llevó a cabo la final del Mundial 2010.

"Pasaremos la semana llorando su muerte. También lo haremos celebrando una vida bien vivida", expresó el actual mandatario.

El primer presidente negro de Sudáfrica será sepultado en Qunu, 700 kilómetros al sur de Johannesburgo, en una parcela familiar en la que yacen los restos de tres hijos de Mandela y otros cercanos.

A pesar de declaraciones de líderes y figuras públicas de que la muerte de Mandela, aunque triste, no detendrá el avance de Sudáfrica luego de su amargo pasado de división, algunos expresaban preocupación por la ausencia física de un hombre famoso por ser un pacificador.

"No va a ser bueno. Creo que (Sudáfrica) va a convertirse en un país más racista. La gente va a enfrentarse y van a perseguir a los extranjeros", dijo Sharon Qubeka, de 28 años, una secretaria del municipio de Tembisa mientras se dirigía a trabajar en Johannesburgo.

"Mandela era el único que mantenía las cosas unidas", agregó la joven.

Las banderas flameaban a media asta y las operaciones bursátiles se detuvieron durante cinco minutos en la bolsa de Johannesburgo, la más grande de África, en señal de respeto.

Pero el clima no era tan sombrío. Cientos de personas se reunían en las calles que rodean la casa de Mandela en el suburbio de Houghton, en Johannesburgo, muchas de ellas bailando y cantando canciones en honor al emblemático líder.

La multitud incluía a niños con ofrendas florales, empleados domésticos aún con sus uniformes y hombres de negocios vestidos de traje.

Muchos participaban en servicios religiosos, incluido uno de los compañeros de Mandela en la lucha contra el apartheid, el ex arzobispo de Ciudad del Cabo, Desmond Tutu, quien dijo que como todos los sudafricanos estaba "devastado" por su muerte.

"Démosle el regalo de una Sudáfrica unida", dijo Tutu al celebrar una misa en la Catedral Anglicana de San Jorge en Ciudad del Cabo.

El viernes seguían llegando un sinfín de homenajes para Mandela, quien sufrió durante casi un año de una enfermedad pulmonar recurrente que se remontaba a los 27 años que pasó en las cárceles del apartheid, entre ellas la famosa colonia penal de Robben Island.

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro británico, David Cameron, fueron algunos de los líderes mundiales y dignatarios que rindieron tributo a Mandela como un gigante moral y un ejemplo para el mundo.

En tanto, América Latina dejó a un lado sus diferencias para llorar la muerte del líder espiritual de Sudáfrica, considerado un símbolo de la lucha por los derechos humanos por todo un abanico de ideologías políticas.

NADIE COMO ÉL

La pérdida del líder más amado de Sudáfrica llega en un momento en que la nación ha estado experimentando sangrientos disturbios laborales, crecientes protestas contra los malos servicios, la pobreza, la delincuencia y el desempleo, y escándalos de corrupción que empañan al Gobierno de Zuma.

Muchos ven a la Sudáfrica actual -la mayor economía del continente africano pero también uno de los países más desiguales del mundo- aún lejos de ser la "Nación Arcoiris", el ideal de paz social y prosperidad compartida que Mandela proclamó en su salida triunfal de la cárcel en 1990.

"Me siento como si hubiera perdido a mi padre, alguien que habría cuidado de mí. Ya como una persona negra sin conexiones estás en desventaja", dijo Joseph Nkosi, de 36 años, un guardia de seguridad del municipio de Alexandra, en Johannesburgo.

Refiriéndose a Mandela por su nombre de clan, añadió: "Ahora, sin Madiba siento que no tengo una oportunidad. Los ricos se harán más ricos y simplemente se olvidarán de nosotros. Los pobres no les importan. Mira nuestros políticos, no son nada comparado con Madiba".

La multitud alrededor de la casa de Mandela en Houghton prefería celebrar sus logros en la unión del pueblo sudafricano.

Para el adolescente de 16 años Michael Lowry, que no vivió el sistema apartheid que finalizó en 1994, el legado de Mandela implica que puede tener amigos no blancos. Incluso asistió a dos escuelas a las que también acudían los bisnietos del líder.

"Escuché historias que mis padres me contaron y estoy conmocionado de que pudiera existir un país así. No podría imaginar ir a la escuela sólo con amigos blancos", dijo Lowry.

Apenas unas horas después de que se conoció la noticia de la muerte de Mandela, Tutu trató de disipar los temores de que la ausencia del venerado estadista pudiera revivir algunos de los fantasmas violentos del apartheid.

"Sugerir que Sudáfrica podría arder en llamas -como algunos han predicho- es desacreditar a los sudafricanos y el legado de Madiba", dijo Tutu en un comunicado tranquilizador.

"El sol saldrá mañana, y el día siguiente y el próximo (...) Puede que no parezca tan brillante como ayer, pero la vida continuará", agregó.

DAÑO AL CONGRESO AFRICANO A LARGO PLAZO

Zuma y su gobernante Congreso Nacional Africano (CNA) enfrentarán elecciones presidenciales y legislativas el próximo año, que se estima que podrían reflejar un amplio descontento entre los votantes por la persistencia de la pobreza y el desempleo dos décadas después del fin del apartheid.

Pero está previsto que el antiguo movimiento de liberación mantenga su dominio sobre la política sudafricana, a pesar de la ausencia de una de sus figuras más prominentes.

Marcos Rosenberg, analista senior para África en Eurasia Group, dijo que aunque la muerte de Mandela podría dar al CNA un impulso en las elecciones del año que viene, dañará al partido en el largo plazo.

Rosenberg cree que la ausencia de Mandela "debilitará la legitimidad histórica del partido y alentará el rechazo de parte de los votantes que creen que el CNA no ha logrado cumplir con sus promesas económicas y se ha visto inmerso en la corrupción".

Mandela surgió de la oscuridad rural para desafiar el liderazgo de la minoría blanca en Sudáfrica, lucha que le valió al Siglo XX una de sus figuras más respetadas y amadas.

Fue elegido presidente en unas históricas elecciones multirraciales en 1994, luego de ayudar a conducir a su dividido país hacia la reconciliación y lejos de la guerra civil, y gobernó hasta 1999.

Mandela fue galardonado con el Nobel de la Paz en 1993. Ante su muerte, el Comité del Premio Nobel dijo que el líder sudafricano seguirá siendo uno de los premiados más grandes de la historia.



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