Internacional - Política

El Senado ruso aprueba enviar tropas a Ucrania

2014-03-02

Tal y como está redactado, se desprende que se pide permiso para que las tropas rusas entren...

Juan Pablo Duch, Periódico La Jornada

Moscú.- Con la posibilidad de usar su ejército en el territorio de Ucrania –autorizada este sábado por el Senado ruso a solicitud del presidente Vladimir Putin– Rusia advirtió que está dispuesta a todo para mantener la base de su flota del Mar Negro, sin excluir más adelante una eventual anexión de Crimea y de algunas regiones del este del país, aun al precio de terminar de estropear sus relaciones con Estados Unidos y la Unión Europea y de desatar un conflicto armado que podría tener un alto costo en vidas humanas.

"En vista de la situación extraordinaria creada en Ucrania y de la amenaza a la vida de ciudadanos de la Federación Rusa, de nuestros compatriotas y de los efectivos del contingente militar de las Fuerzas Armadas de Rusia emplazadas en territorio de Ucrania (República Autónoma de Crimea), en concordancia con el punto (g) de la primera parte del artículo 102 de la Constitución presento ante el Consejo de la Federación la petición de utilizar las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa en territorio de Ucrania hasta que se normalice la situación social y política en ese país", argumentó Putin en su solicitud a la Cámara alta del Parlamento ruso.

Tal y como está redactado, se desprende que se pide permiso para que las tropas rusas entren de inmediato en Ucrania –lo que provocó todo un escándalo en el mundo con llamadas telefónicas entre jefes de Estado, la puesta en alerta de combate de un portaviones nuclear estadunidense en el Mar Negro y la convocatoria de una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, entre otros efectos de la noticia–, pero minutos después de obtener la autorización del Senado el Kremlin se apresuró a aclarar que Putin no ha decidido aún enviar soldados al vecino país eslavo.

Según el vocero de Putin, Dimitri Peskov, el mandatario ruso "tomará la decisión dependiendo de cómo evolucione la situación y esperemos que no sea necesario", mientras el representante presidencial ante el Senado, Grigori Karasin, dijo que Rusia no tiene pensado mandar tropas de forma inminente y que el jefe del Ejecutivo sólo recibió hoy el visto bueno de la Cámara alta en caso de tener que recurrir a esa medida.

Quién sabe que ocurrió para dar marcha atrás, al menos de modo temporal, o si el Kremlin, con algo de torpeza, únicamente quiso reivindicar su derecho a hacer lo que considere oportuno en el espacio postsoviético o, si se prefiere su "patio trasero", aunque a muchos rusos les hizo poca gracia la perspectiva de enviar a sus hijos a una nueva guerra como la que duró 20 años en Afganistán y costó la vida a 17 mil 500 jóvenes y dejó mutilados a decenas de miles.

Tampoco quieren que los militantes de los grupos ultranacionalistas de extrema derecha ucranios, cuya apariencia física en nada se diferencia de los rusos y ello dificulta identificarlos, realicen incursiones y siembren la muerte mediante atentados en territorio de la Federación Rusa, como si no les bastaran con los que ocurren en el Cáucaso del norte.

Pero los senadores, dicho sea de paso designados por el Kremlin, se disputaban el micrófono para condenar "el golpe de Estado de los fascistas" en Ucrania y exigir "la defensa de nuestros ciudadanos y la población rusohablante" del vecino país.

En consecuencia, aprobaron por unanimidad utilizar el ejército fuera de las fronteras de este país, en otros términos, invadiendo el territorio de otro Estado, para defender a los ciudadanos de Rusia, igual formulación que cuando los soldados rusos se adentraron en Georgia, durante la guerra de 2008, que concluyó con el reconocimiento de la independencia de Osetia del sur y Abjasia.

La resolución senatorial repite el contenido de la solicitud presidencial y, por tanto, deja amplio margen de interpretación en cuanto al lugar de emplazamiento de las tropas rusas –"el territorio de Ucrania"– y la duración del mismo –"hasta que se normalice la situación"–, si bien podría inferirse que se trata sólo de Crimea.

La autorización –para dar cierto barniz de legalidad a una intervención militar– se aplicará cuándo y hasta dónde convenga. Desde luego, ello dependerá de la contundencia de la reacción internacional y de la respuesta de las nuevas autoridades ucranias, sin descartar la militar.

Rusia ni siquiera recurrió al "presidente legítimo" Viktor Yanukovich para esgrimir una supuesta petición de un gobierno amigo, ya que se hubiera visto peor que cuando Babrak Karmal, desde Praga, solicitó la entrada de tropas soviéticas en Afganistán, en 1978.

Yanukovich afirmó ayer que no iba a pedir "ayuda militar" porque en las condiciones actuales sería peligroso y contraproducente. Hoy, a toro pasado, el destituido mandatario saludó la decisión rusa, aunque el Kremlin dio por suficiente la petición de un funcionario de segundo nivel.

Con apego a derecho, no puede usarse como fundamento para enviar tropas a Ucrania la solicitud de un dirigente regional como es el pro ruso Serguei Aksionov, nombrado recientemente jefe de gobierno de Crimea, que este sábado pidió a Putin "ayuda para garantizar la paz y la tranquilidad" en la península.

Aksionov, quien llegó al cargo con el apoyo de un grupo armado, según denuncian los tártaros de Crimea, que no lo reconocen y están formando ya "destacamentos de autodefensa", acudió a Putin después de que en la madrugada un grupo intentó ocupar el edificio del Ministerio del Interior crimeo, y la balacera causó víctimas mortales.

"Teniendo en cuenta lo expuesto (el intento de asalto), comprendiendo mi responsabilidad por la vida y la seguridad de los ciudadanos, me dirijo al presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, para que ayude a asegurar la paz y la tranquilidad en el territorio de la República Autónoma de Crimea", expone Aksionov en un comunicado difundido hoy.

En Moscú, los halcones del entorno de Putin convencieron a su jefe de que era el momento de evitar el derramamiento de sangre en Crimea, aunque hasta el momento no existe evidencia de que los asaltantes nocturnos eran radicales llegados de Kiev, pues desde hace varios días no se puede entrar en la península sin pasar una rigurosa revisión de los, presumiblemente, miembros de las disueltas unidades Berkut, que custodian los puntos de acceso y las calles de sus ciudades.

Aunque sus uniformes no llevan distintivos, el tipo de armamento que portan quienes mantienen bajo su control el aeropuerto de Simferopol, el aeródromo militar de Sebastopol y varias sedes de instituciones crimeas, sugería que son integrantes de unidades especiales del ejército ruso, disfrazados de ucranios pro rusos, por así decirlo. La medida se basa, supuestamente, en un acuerdo entre las autoridades de Simferopol y la Flota del Mar Negro rusa, no hecho público hasta ahora.

A río revuelto, el Parlamento crimeo adelantó casi dos meses el referendo sobre el estatus de la república autónoma, que ahora se celebrará el 30 de marzo.

Y los dirigentes pro rusos del este de Ucrania están promoviendo revueltas en ciudades como Jarkov o Donietsk, con elevado número de habitantes rusohablantes, para –ante el riesgo real de escisión de parte del país– forzar a negociar de nueva cuenta a la antigua oposición ucrania ahora en el gobierno.

El presidente de Ucrania en funciones, Aleksandr Turchinov, declaró esta noche: "Estamos haciendo todo lo posible por defender a los ciudadanos ucranios, desde hoy víctimas de una agresión de facto de los militares rusos y provocadores, apoyados por éstos".

Agregó que cualquier uso de las armas o la fuerza contra "ciudadanos pacíficos son provocaciones para justificar la agresión militar de Rusia contra Ucrania" y reiteró que el Consejo de Seguridad Nacional y Defensa prepara las medidas para "proteger nuestra soberanía e integridad territorial".

El presidente de dicho consejo, Andrei Parubi, adelantó que los servicios de seguridad ucranios "pudieron impedir que elementos entrenados por servicios de inteligencia extranjeros repitieran en varias ciudades del este escenarios de desestabilización similares a los de Crimea". El ejército ucranio recibió ya la orden de poner las tropas en grado de máxima alerta y se sigue sopesando si la Rada, convocada para este domingo, debe decretar el estado de excepción.

Por su parte, el primer ministro ucranio, Arseni Yatseniuk, afirmó esta noche que confía en que no se llegue a producir la "intervención armada" y advirtió que, si ésta ocurre, Ucrania romperá relaciones diplomáticas con Rusia.

Para hacer efectiva su amenaza de invasión militar, el Kremlin sólo necesita que las autoridades repriman las protestas en Crimea y ocurran muertes, que será la señal de intervenir en "defensa de los ciudadanos rusos y de los hermanos ucranios".



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