Internacional - Economía

El enfriamiento de la economía en la India devuelve migrantes de la ciudad al campo

2014-04-18

Economistas de la firma de calificación de crédito Crisil prevén que el...

Por Raymond Zhong, The Wall Street Journal

MORKAHI, India— Cuando era adolescente, Ram Singh dejó su remota aldea rural y se trasladó a Nueva Delhi con la esperanza de aprovechar el auge económico que vivía India.

Trabajó con esmero durante 14 años en pequeñas y primitivas fábricas que producían todo tipo de artículos, desde autopartes a componentes de interruptores de electricidad. Su salario apenas se mantenía a la par del aumento del costo de vida y, a la larga, se dio por vencido y abandonó la ciudad.

Regresó al campo y se gana la vida como puede con una pequeña parcela de tierra cerca del lugar donde nació, donde cultiva maíz, trigo, papas y mostaza.

"Cuando alguien se marcha de este pueblo a la ciudad, piensa que va a ganar dinero", dice Singh, quien no está seguro de su edad pero afirma que tiene alrededor de 30 años. "Todos tienen sueños, pero no siempre está en sus manos hacerlos realidad".

Sólo unos años después de que India fuera señalada como un titán emergente de la economía mundial capaz de rivalizar con China —e incluso superarla— el crecimiento del Producto Interno Bruto se desaceleró a su menor ritmo en una década.

La economía se expandió 4,7% interanual en el cuarto trimestre de 2013. Eso podría ser muy alentador para los estándares de las economías desarrolladas, pero es un paso atrás importante para un país cuyo PIB llegó a crecer 11,4% en 2010.

La inflación es alta, los trabajadores no hallan empleo y la industrialización y la urbanización se estancan.

El enfriamiento de la economía, cuyo boom en la primera década de este siglo elevó las expectativas de muchos de tener una vida mejor, ha provocado un abrupto cambio de suerte y los ha obligado a regresar a empleos y formas de vida que pensaron que habían dejado atrás.

Entre 2005 y 2012, cuando los sectores industrial y de servicios experimentaron un auge, el empleo agrícola se redujo en 37 millones de puestos.

Economistas de la firma de calificación de crédito Crisil prevén que el proceso dé marcha atrás: para 2019, 12 millones más de personas trabajarán en agricultura, comparado con 2012.

"Debido a que no habrá suficientes oportunidades fuera de la agricultura, tanto en zonas rurales como en ciudades, la gente quedará estancada", afirma Dharmakirti Joshi, economista jefe de Crisil. "La participación de la agricultura en el PIB se reduce, pero más y más gente seguirá aferrada a ella".

No es lo que quieren las autoridades. La semana pasada se iniciaron las elecciones parlamentarias en medio de un profundo descontento sobre el desempleo y la falta de oportunidades para los jóvenes.

El más reciente plan quinquenal del gobierno para la economía, que cubre 2012-2017, reconoce que la participación de trabajadores indios en la agricultura "sigue siendo demasiado grande", y enfatiza la necesidad de ayudar a la economía a crear empleos en otros sectores.

No hacerlo generará enormes riesgos políticos y económicos ya que la población india en edad laboral sigue creciendo. El país necesita producir suficientes empleos decentes para los 90 millones de personas que ingresarán en la fuerza laboral en los próximos 15 años.

Un potencial auge económico impulsado por la fuerza laboral podría convertirse en una maldición, señalan los economistas, si los jóvenes quedan atrapados en empleos improductivos en agricultura o en servicios mal remunerados.

"India se dispone a aprovechar el boom demográfico o ser sumergida por él", dice Eswar Prasad, economista de la Universidad de Cornell.

Cuando Singh dejó su estado natal de Bihar para marcharse a Nueva Delhi, en 1998, sus padres intentaron convencerlo de que siguiera estudiando. Pero el atractivo de la ciudad fue irresistible.

Al principio Nueva Delhi lo trató bien. Singh fue cambiando de empleo y ganando más dinero, aunque sólo le alcanzaba para cubrir sus gastos. La inflación crecía sin pausa y superó el 10% en 2010.

En 2012, cuando la economía había empeorado, Singh sintió que la situación no daba para más. Hizo las maletas y volvió a Morkahi, a la casa de ladrillo de dos habitaciones y los poco más de 4.000 metros cuadrados de tierra de su familia.

Un regreso al campo a gran escala en India sería un marcado cambio de rumbo para un país cuya historia económica, hasta hace poco, era la de una potencia emergente de la tecnología de la información (TI).

La agricultura apenas representa un quinto del PIB, pero la mitad del empleo. Las empresas indias de TI, finanzas y otras industrias de servicios constituyen la mitad del PIB pero emplean a sólo un cuarto de la fuerza laboral.

El ingrediente que falta es la manufactura. En el este de Asia, fábricas grandes y sofisticadas han marcado el pasaje de millones de personas de la vida rural a la vida urbana. En India, sin embargo, el sector industrial ha rondado el 15% del PIB durante décadas y gran parte de su producción proviene de empresas pequeñas que utilizan tecnología simple.

El motivo por el que India nunca se convirtió en un país fabril es un tema de debate persistente entre los economistas.

Sin embargo, la mayoría concuerda en las consecuencias: mientras la economía no logre crear el tipo de empleo industrial productivo, y bien remunerado, para trabajadores no calificados, la mayor parte de la población rural no cosechará los beneficios del crecimiento económico.

El Banco Mundial estima que en 1990 la población que vivía en ciudades era similar a la de China: poco más de un cuarto. En 2012, la cifra era 32% en India y 52% en China.

Al decidir regresar al campo, personas como Singh no sólo son impulsadas por las dificultades en la ciudad sino también por los extensos programas del gobierno para aliviar la pobreza rural.

Las familias pobres tienen derecho a realizar compras mensuales de alimentos básicos a precios bajos. Desde 2008, también tienen garantizados 100 días anuales de trabajo pagado y no rural.

La economía de India tal vez no supere sus males a tiempo para brindar el tipo de empleo y oportunidades que buscaba Singh cuando se marchó a Delhi.

Pero el joven aún alberga esperanzas de que para cuando sus tres hijos pequeños crezcan, la situación haya cambiado.

Quiere que sus hijos asistan a la universidad en la ciudad, siempre y cuando pueda costearlo. "Si consiguen un buen trabajo, entonces se tienen que ir", asevera. "Su situación se arreglará. Vivirán felices".



EEM

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