Internacional - Economía

Reducir desigualdad social, la otra asignatura pendiente para el presidente de Colombia

2014-06-18

Colombia es una de las economías más abiertas y dinámicas de...

BOGOTA (Reuters) - El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, tendrá que honrar su promesa más ostensible de buscar un acuerdo de paz con la guerrilla, pero hay otras asignaturas pendientes que preocupan más a los colombianos: la desigualdad social y la pobreza.

Santos fue reelecto el domingo tras una campaña enfocada en cómo poner fin a la confrontación con rebeldes izquierdistas que en medio siglo dejó más de 200.000 muertos. Las promesas de atacar las deudas sociales quedaron en segundo plano.

Colombia es una de las economías más abiertas y dinámicas de Latinoamérica, con un crecimiento promedio mayor al 4 por ciento anual en la última década que aún no ha permeado a mucha gente.

Los problemas que le quitan el sueño a los colombianos, según las encuestas, son la pobreza, el desempleo y cómo satisfacer sus necesidades de salud, educación y vivienda.

"Espero que el presidente cumpla sus promesas. Que los pobres tengamos la posibilidad de una casa, de tener seguridad social, de llevar una vida digna", dijo Manuel Arboleda, un reciclador de 60 años que vive en las calles de Bogotá y que gana al día entre 5 y 10 dólares.

Y Santos es consciente de ello. Después de ganar la elección montado sobre la promesa de pacificar al país, el presidente de centroderecha dijo que en su segundo mandato se esforzará por llevar los beneficios del crecimiento económico al tercio de colombianos que aún vive en la pobreza.

"Nadie puede sentirse rico rodeado de pobreza, ningún país puede sentirse desarrollado con tanta desigualdad", sostuvo.

La brecha entre ricos y pobres sigue siendo inmensa en el país. El Banco Mundial, en su medición por índice Gini, asegura que Colombia es la tercera nación más desigual del hemisferio, solo superada por los empobrecidos Honduras y Guatemala.

Los números son contundentes: el 20 por ciento más rico de Colombia se queda con el 60 por ciento del ingreso, mientras que el 20 por ciento más pobre se lleva el 3 por ciento, según el organismo multilateral.

Si bien la pobreza se redujo en 19 puntos porcentuales desde el 2002, al cierre del 2012 Colombia estaba en peor forma que sus vecinos latinoamericanos Brasil, México, Argentina y Perú.

"Colombia se identifica por lo general como uno de los países más desiguales de todo el continente", dijo Samuel Freije, el economista líder del organismo para el país andino.

Justamente esas marcadas desigualdades sociales en un país rico en petróleo y carbón, han sido argumentos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) para justificar su lucha armada.

BUSCANDO LA FORMULA

La clave para reducir la desigualdad, dijo Freije, es dar un mayor acceso de los que menos tienen a la educación superior.

Aunque actualmente hay una mayor cobertura educativa pública de primaria y secundaria que hace 10 años, aún miles de jóvenes no pueden estudiar en la universidad por falta de recursos y pasan a engrosar los batallones de desempleados o las filas del crimen para sobrevivir.

Las universidades públicas no alcanzan a cubrir la creciente demanda, las becas para los pobres son insuficientes y la pobreza impide acceder a créditos baratos que ofrece el Estado.

"El presidente Santos le debe su victoria a los sectores populares de Colombia y tiene que sacar adelante las importantes reformas que requiere el país en los temas sociales", dijo a Reuters el presidente del Partido Liberal, Simón Gaviria.

En el tintero de Santos figuran reformas para mejorar el sistema de salud y la educación, y hallar la manera de construir más viviendas para los más pobres y de ampliar los subsidios a sectores vulnerables como los ancianos sin afectar las finanzas.

"Hay una Colombia empobrecida e 'invisibilizada'. La paz con justicia social es incluirla", declaró la ex senadora y líder de la izquierdista Marcha Patriótica, Piedad Córdoba.

Cuando se mira al sistema público de salud la cosa no va mucho mejor. Puede que la cobertura sea universal, pero muchas personas tienen que esperar meses por una cita o mueren en la puerta de los hacinados hospitales sin recibir el tratamiento o las medicinas.

Mientras tanto, el estrato social más rico paga miles de dólares en efectivo o en seguros médicos para ser atendido en clínicas privadas que no tienen nada que envidiarle a las del primer mundo.

Los contrastes se pueden ver todos los días en Bogotá. Como el del reciclador Arboleda, juntando cartones y botellas de plástico con lujosos edificios de oficinas de telón de fondo.

"Hay una inmensa minoría que lo tiene todo y una gran mayoría que no tiene nada", opinó el hombre.

 



EEM

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