Internacional - Población

Piedras contra soldados: jóvenes en Cisjordania vuelven a rebelarse

2014-07-26

En el paso fronterizo de Kalandia, que separa Jerusalén de Ramalá, permanecen los...

Por Alexandra Rojkov (dpa)

Ramalá,  (dpa) - Trozos de adoquines del tamaño de un puño cubren el suelo como caídos del cielo; en realidad, se trata de las piedras que los jóvenes palestinos utilizaron como proyectiles que lanzar contra los soldados israelíes. En el paso fronterizo de Kalandia, que separa Jerusalén de Ramalá, permanecen los vestigios de una noche de protestas. Y quizá no merece la pena retirarlos, porque seguramente habrá más disturbios.

Desde hace días han vuelto a encenderse las protestas en Cisjordania, a la sombra de la ofensiva israelí en Gaza. En Nablús y Hebrón los manifestantes libraron batallas callejeras con la policía, mientras en Ramalá miles de palestinos marcharon en protesta por la ofensiva israelí.

En el puesto fronterizo de Kalandia se descargó la ira: los jóvenes lanzaron piedras, dispararon con cohetes de fuegos artificiales e incendiaron neumáticos. Los soldados israelíes respondieron con disparos con balas de goma y munición. Desde la noche del jueves murieron nueve palestinos por disparos.

La gente en Cisjordania mostró así su indignación por la guerra de Gaza, aunque no sólo por eso: las negociaciones de paz de palestinos e israelíes fracasaron, pero también el gobierno de unidad palestino acordado en junio por Hamas y Al Fatah. En torno al 20 por ciento de la población no tiene trabajo, y entre los jóvenes de entre 20 y 24 años ese porcentaje aumenta casi al 50 por ciento.

No sorprende por ello que los jóvenes exijan un cambio: los equipos de rescate señalaron que son muchos niños y jóvenes los que participaron en las recientes protestas.

Uno de ellos era la adolescente Dalal, de 17 años, que quedó con sus amigas por facebook para participar en la manifestación. En la tarde del viernes su grupo de seis amigas partió a Kalandia. La gente se unía desde todas las partes para gritar viva Palestina. Pero después Dalal vio cómo llovían las piedras y los artefactos incendiarios. "Fue una sensación maravillosa estar allí", cuenta.

Cuando comenzó la Segunda Intifada, el último levantamiento de los palestinos, Dalal tenía cuatro años y no recuerda la época anterior, cuando aún no había zonas cerradas y muchos palestinos trabajaban en Israel. Sólo vivió de niña los atentados suicidas contra Israel y nunca vio la dureza con que respondió el Ejército. Pero sí sabe, que los últimos diez años en Cisjordania fueron relativamente tranquilos.

El presidente palestino, Mahmud Abbas, condenó el terror. Pero pese a ello cada vez se construyeron más asentamientos israelíes y los palestinos no se acercaron al objetivo de tener su propio Estado. Así es como lo siente Dalal. "Ya basta", dice. "Necesitamos algo grande, una tercera Intifada. Si no, Israel no se mueve".

Lo mismo opina Jasan. Antes de la ofensiva en Gaza podría haber mostrado comprensión hacia los israelíes, asegura. "Ellos piensan: esta es nuestra tierra. Y nosotros pensamos lo mismo". Pero tras ver las fotografías de niños y mujeres muertos, tiene ahora dudas de que la contención de los últimos años haya valido la pena.

"La paz no funciona", dice enfadado. "No hemos recibido nada por ello".

Por eso acudió por primera vez a una manifestación. Durante los disturbios corría de un lado a otro, recogía piedras se las entregaba a los de la primera fila, donde los más experimentados las lanzaban contra los soldados.

Jasan no es un mero alborotador. Lleva ropa cara y va muy bien peinado y en otoño estudiará psicología. Sin embargo, considera que las manifestaciones no bastan. No hacen daño ni presionan a Israel. "Debemos atacar a los colonos", sólo así podrán los palestinos poner condiciones: el fin de los ataques contra su propio Estado.

Pero ¿puede la violencia ser la solución? Jasan encoge los hombres. "¿Qué podemos hacer si no?, cuenta el joven de 18 años que asegura no haber conocido nunca a un israelí sin uniforme.



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