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Viejos lastres demoran promesa de auge económico para los mexicanos

2014-07-29

Como Elsa, muchos mexicanos luchan por mantenerse a flote en una economía que, aunque...

Por Por Luis Rojas

MEXICO DF (Reuters) - Por cuarta vez en menos de tres años, Elsa Guerrero se mudará a una zona más modesta de la Ciudad de México, en otro fatigoso intento por exprimir su salario mientras espera que se cristalice lo que algunos llaman "el nuevo milagro" económico.

La empleada de una importante cadena minorista asegura que su ingreso mensual de 5,100 pesos (392 dólares), apenas dos salarios mínimos, se está quedando corto para cubrir sus gastos cotidianos en transporte, alimentación y vivienda.

Como Elsa, muchos mexicanos luchan por mantenerse a flote en una economía que, aunque especialistas dicen está por entrar en una nueva fase de expansión, arrastra secuelas de años de débil crecimiento que limitan el consumo y no le ayudan despegar.

"Esto no se está deteniendo, siento que todo sube y no me alcanza. Por lo menos estoy intentando bajar un poco lo que gasto en renta", dijo la mujer de 28 años que ahora vivirá en Iztapalapa, una de las zonas más pobres de la populosa capital.

"¿En dónde está ese famoso milagro económico, o como lo llamen, que vendrá pronto?", preguntó molesta sobre el "Momento México", un término acuñado por inversores expectantes de que una amplia agenda de reformas aceleren a la productividad.

Desde hace tiempo la inversión de las empresas no fluye lo suficiente como para generar los empleos que demanda la gente y, más recientemente, el gasto del Gobierno se ha rezagado. Esos dos factores contribuyen a mantener los salarios bajos, que además se están quedando atrás mientras ciertos precios avanzan.

México está lejos de tener una inflación preocupante, como ocurre en sus vecinos latinoamericanos Venezuela y Argentina. Desde hace cinco años la tasa anual no supera el 5 por ciento.

Pero los precios de energéticos y tarifas reguladas como la electricidad o el agua treparon casi un 7.6 por ciento interanual en junio.

México y Venezuela fueron los países con el crecimiento más pobre de la región el año pasado. La segunda mayor economía latinoamericana se expandió a la tasa más baja desde que emergió de la recesión en el 2009.

Y en gran medida fue por la historia de siempre: su mayor socio comercial, Estados Unidos, bajó la velocidad.

LOS DOS MÉXICOS

Más allá del menor ritmo económico que sufre México en parte por la enorme dependencia que tiene de Estados Unidos, los bolsillos de la gente han sufrido por la puesta en marcha este año de una reforma fiscal que está erosionando sus ingresos y afectando los resultados de las empresas.

Los precios de los alimentos con muchas calorías aumentaron un 8 por ciento por el plan fiscal, que además estableció un impuesto adicional a los refrescos y bebidas azucaradas. Y mantuvo el esquema de aumentos graduales al precio de la gasolina que ya lleva dos décadas, entre otras medidas.

Eso está inhibiendo el gasto del consumidor en el frente interno de la economía, el que más contribuye al PIB. Por ejemplo, las ventas de bebidas de sabor de Arca, uno de los principales embotelladores de Coca-Cola en México, cayeron un 6.1 por ciento en el segundo trimestre interanual.

Efrén Ramírez lo puede ver en sus estanterías.

"Mi bodega se está tardando más en vaciarse, no sé si hay más conciencia o menos dinero, pero no estoy vendiendo igual que antes", sostuvo el dueño de la abarrotería "San Rafael" en Iztapalapa, que calculó que sus ventas de comida "chatarra" y de los refrescos habían caído un 15 por ciento este año.

"Esta reforma ahora no me está ayudando, no sé qué podrán hacer las demás", dijo aludiendo al paquete de reformas del presidente Enrique Peña, en el que destacan iniciativas para abrir más el sector energético a la inversión privada y avivar la competencia en el concentrado mercado de telecomunicaciones.

Con algo de optimismo, el Gobierno promete que los cambios llevarían la tasa de crecimiento económico a cerca de un cinco por ciento anual a partir del 2015. El Fondo Monetario Internacional pronosticó para ese año un crecimiento del 3.5 por ciento.

Además el Gobierno asegura que las reformas van a reducir la excesiva dependencia de la economía de su vecino del norte.

Gracias a esa vecindad, México se está consolidando como una potencia manufacturera, manteniendo su competitividad a costa de bajos costos laborales y de transporte. Y esa no es una buena fórmula si se busca fortalecer el consumo porque mantiene los salarios de los mexicanos por el piso.

EN BUSCA DE UNA CHISPA

A diferencia de Brasil, que no logró sostener el peso de su demanda interna y la inflación se disparó, México tiene margen para impulsar su débil mercado doméstico sin correr el riesgo de mayores presiones.

En junio, el índice de precios se ubicó en un 3.75 por ciento a tasa interanual. Ese mismo mes, las negociaciones salariales de 615 empresas promediaron un aumento del 4.27 por ciento, según cifras oficiales.

Y es difícil que la prometida recuperación económica se transmita en presiones fuertes a los salarios e inflación, dijo a Reuters la semana pasada el subgobernador del banco central Manuel Sánchez. "Yo creo que eso no va a ocurrir", afirmó.

Con la economía operando por debajo de su pleno potencial, el modesto poder adquisitivo de los salarios no ha derivado en una demanda excesiva de bienes.

Puede que el panorama macroeconómico sea alentador, pero los indicadores hoy reflejan otra realidad mucho más dura.

La canasta básica para una familia trepó un 4.81 por ciento en términos interanuales. Las cifras oficiales también muestran que los precios concertados como el transporte subieron cerca de 6 por ciento en junio interanual.

Mientras tanto, el caprichoso desempleo no baja.

México requiere de un millón de puestos de trabajo al año, según cálculos de analistas, pero en los últimos cuatro años se ha quedado muy por debajo de esa cifra.

El año pasado, los asegurados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) -un mejor parámetro de medición de empleo- fueron 418,849 personas, su menor registro en cuatro años.

"Lamentablemente la reforma hacendaria le vino a poner la losa. Nos habíamos estancado en el mercado interno y esto terminó de pegarle", dijo Jorge Gordillo, director de análisis económico de CI Banco.

"Lo que necesitamos es una chispa que nos haga cambiar porque estamos en la ecuación correcta teniendo al lado a Estados Unidos", agregó.

MUCHAS REFORMAS, POCO EMPLEO

Priscila Alonso, de 27 años, perdió su empleo en mayo en el área de comunicación social de una gran empresa farmacéutica, después de casi dos años en los que vio cómo el departamento en el que trabajaba pasó de 20 a siete integrantes.

"Un viernes, de golpe, me dijeron que ya no me necesitaban. Yo veía que sus ventas no cumplían con las expectativas", dijo la mujer, quien sigue desempleada.

"Está muy difícil encontrar uno nuevo (trabajo), o terminas haciendo lo que nadie quiere hacer, con menos salario y sin los mismos beneficios", agregó.

Y cuando se gana menos, obviamente se compra menos.

El índice de confianza del consumidor acumuló en junio nueves meses de caídas, de una profundidad severa en enero y febrero del 22.9 y 25.4 por ciento, respectivamente.

El Gobierno está apostando a alcanzar una expansión económica del 2.7 por ciento este año -para algunos congruente, para otros demasiado optimista-, también gracias a una aceleración del gasto en obras públicas, que ha fluido muy lento desde que asumió Peña Nieto en diciembre del 2012.

El líder de la principal agrupación empresarial, Gerardo Gutiérrez, estima que México tiene un rezago de inversión en infraestructura de unos 60,000 millones de dólares, sobre todo en materia de energía, transporte y agua.

El sector de la construcción es una de las áreas con mejor perspectiva de contratación, junto con la industria manufacturera, de acuerdo con la Secretaría del Trabajo.

Pero a la espera de que las reformas surtan el efecto prometido por Peña desde la campaña electoral, el ciudadano de a pie sigue sorteando el día a día.

"Rasco y rasco en mi bolsa para encontrar monedas pero todas se van como agua", dijo Elsa Guerrero. "Si de verdad las reformas van a mejorar la economía, espero que ocurra rápido".



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