Internacional - Finanzas

El BCE se pone a dieta en un mal momento

2014-08-04

Los recortes van en dirección opuesta a tendencias en la Reserva Federal de Estados Unidos,...

Brian Blackstone, The Wall Street Journal

El Banco Central Europeo (BCE) escogió un mal momento para ponerse a dieta.

De cara a una economía débil y a tasas de inflación que bordean cero, el balance contable del BCE (los valores y préstamos que tiene en sus libros) ha estado contrayéndose a gran velocidad, en más de 1 billón de euros (millones de millones) desde 2012.

Los recortes van en dirección opuesta a tendencias en la Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón, los cuales están aumentando o al menos no reduciendo su balance. Esas economías están registrando una expansión más enérgica que la zona euro y una inflación que se acerca más a sus metas.

Antes de la crisis financiera, los bancos centrales manejaban sus economías mediante el ajuste de las tasas de interés a corto plazo. Los balances eran pequeños. Sin embargo, cuando las tasas se acercaron a cero, acudieron a la compra de activos y a la concesión de nuevos préstamos como una herramienta para estimular el crecimiento.

Los bancos centrales inyectan dinero recién impreso en la economía, e incrementan sus balances, al comprar valores como bonos y otorgando préstamos. La esperanza es que el aumento de la oferta de efectivo circule por la economía a través de la expansión del crédito y los precios de las acciones y los bonos. Con el tiempo, eso debería impulsar la inflación.

La reducción de las tenencias de valores del BCE significa que hay menos dinero en busca de oportunidades de inversión y gasto en momentos en que surgen preocupaciones de un posible ciclo deflacionario en Europa.

Esto ha provocado llamados de economistas y algo de presión del Fondo Monetario Internacional para que el BCE adopte medidas más enérgicas y sume más activos a sus libros.

"La forma seria de compromiso" para evitar que la inflación se debilite demasiado es un "balance gigantesco", dice Paul-Mortimer-Lee, economista de BNP Paribas. Un informe del FMI del mes pasado advirtió que si la inflación sigue siendo muy baja en Europa, "el BCE debería considerar una expansión sustancial de su balance".

El balance del banco se redujo a 2,04 billones de euros (US$2,8 billones) al final de julio, o alrededor de 20% del Producto Interno Bruto de la zona euro.

Se trata de una cifra enorme comparada con los niveles previos a 2008, pero baja al lado de lo que tienen otros bancos centrales. El balance de la Fed se ha disparado a US$4,4 billones, o más de 25% del PIB estadounidense.

La divergencia es más marcada en los activos relacionados a la política monetaria (aquellos que afectan las tasas de interés y, por ende, el crecimiento económico, como los bonos), que los economistas consideran un mejor barómetro. Por ejemplo, el BCE y sus bancos miembros, que se conocen como el Eurosistema, poseen grandes cantidades de oro, que está en el balance pero no tiene mucho impacto económico.

De acuerdo con los cálculos del BCE, los activos relacionados a la política monetaria en sus libros equivalen a 8% del PIB, comparado con 26% en la Fed, 25% en el Banco de Inglaterra y 52% en el Banco de Japón.

La razón es que los bancos de la zona euro han estado pagando por anticipado algunos de los préstamos a tres años que el BCE les otorgó en 2011 y 2012. Para muchos analistas, darles a los bancos tanto control es una falla fundamental de la estrategia del BCE.

"Están dejando que los bancos le digan cuánto dinero imprimir (…) qué activos comprar y cuáles no", dice Richard Barwell, economista de RBS.

También funciona de forma indirecta. Un balance más robusto y activos de mayor plazo envían una señal de que la política seguirá siendo acomodaticia por un largo período. Esto ancla los costos financieros y a menudo abarata la tasa de cambio, lo que impulsa las exportaciones y la inflación.

Pese a que el euro ha caído recientemente, aún está 8% al alza frente al dólar desde que el balance del BCE empezó a disminuir hace dos años.

La meta de estas políticas es mantener la inflación en alrededor de 2%, un nivel que los principales bancos centrales consideran óptimo. Los precios al consumidor subieron 2,1% en junio frente al mismo mes del año pasado en EE.UU. y 1,9% en el Reino Unido, pero apenas 0,5% en la zona euro.

Funcionarios del BCE dicen que concentrarse en los rendimientos del balance es tener un panorama incompleto. Los programas de préstamos del BCE evitaron una restricción del crédito, y diferentes economías tienen diversos medios para transmitir la política monetaria.

Sería "engañoso comparar los cambios en el tamaño del balance como si hubieran sido originados por las mismas políticas y, en consecuencia, tuvieran el mismo impacto", dijo el mes pasado Vitor Constâncio, vicepresidente del BCE.

Y hay una salvedad adicional: hace dos años, el BCE se comprometió a comprar cantidades ilimitadas de bonos soberanos de miembros de la zona euro en problemas si fuera necesario. Esto tuvo un efecto similar a una enorme expansión del balance —los rendimientos de los bonos se desplomaron y los precios de las acciones subieron—, pero sin sumar activos porque el programa no ha sido puesto en efecto.

Más ayuda está en camino. A partir de septiembre, el BCE pondrá a disposición préstamos baratos a cuatro años con una condición: los bancos deben incrementar los créditos al sector privado. El BCE afirma que el programa podría ascender a 1 billón de euros, aunque los bancos decidirán cuánto quieren y tienen la libertad de pagar por anticipado.

Puede que esto no sea suficiente. Mortimer-Lee cree que se necesita una expansión de 2 billones de euros del balance del BCE para elevar la inflación a su meta, mediante la compra a gran escala de activos públicos y privados.

"Simplemente no hay suficientes euros en circulación", señala el economista.



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