Testimonios

La santidad es símbolo de Cristo

2014-08-12

La santidad se vive minuto a minuto, porque se corresponde a un don que Dios nos regala. Un don que...

Autor: Néstor Mora Núñez 

¿Qué es la santidad para el ser humanos del siglo XXI? Para la mayoría es un trastorno de personalidad, indeseable y autodestructivo. Para quienes tienen un poco más de conocimiento suele asimilar al reconocimiento eclesial de una vida ejemplar. Pero la santidad no es ni una patología psicológica-social ni un reconocimiento social.

La santidad se vive minuto a minuto, porque se corresponde a un don que Dios nos regala. Un don que está basado en la capacidad de vivir según la Voluntad de Dios y se evidencia como símbolo de Cristo entre nosotros. No es trabajar, sufrir o saber mucho, sino simplemente ser:

Breve es aquí nuestro trabajo, la recompensa, en cambio, eterna; que no te confunda el estrépito del mundo que huye como una sombra (Job 14,2); que no te hagan perder el juicio los vanos fantasmas de este siglo falaz; cierra los oídos a los silbidos del infierno y, fuerte, quebranta sus embestidas; soporta de buen grado los males adversos, y que los bienes prósperos no te ensoberbezcan: pues estos piden fe, y aquellos la exigen; cumple con fidelidad lo que has prometido a Dios, y Él te retribuirá.

Oh queridísima, mira al cielo que nos invita, y toma la cruz y sigue a Cristo (Lc 9,23), que nos precede; porque, tras diversas y numerosas tribulaciones, por él entraremos en su gloria (Hch 14,21; Lc 24,26). Ama con todas tus entrañas a Dios y a Jesús, su Hijo, crucificado por nosotros pecadores, y que su memoria no se aparte nunca de tu mente; procura meditar continuamente los misterios de la cruz y los dolores de la madre que está de pie junto a la cruz (Jn 19,25). Ora y vela siempre (Mt 26,41). Y la obra que has comenzado bien, llévala a cabo con empeño, y cumple el ministerio que has asumido en santa pobreza y en humildad sincera (2 Tim 4,5.7). (Seráfica Madre Santa Clara de Asís, Fragmento de la carta a Ermentrudis)

La santidad es un símbolo que pocas personas son capaces de leer hoy en día. Nuestra escala de valores y la imposible búsqueda de un éxito vacío, nos hacen ignorantes de los signos de Dios. Somos capaces de leer la evaluación de economía, las noticias políticas o los habladurías sobre los famosillos, pero si se presentara Cristo entre nosotros no llegaríamos a verlo. Lo tomaríamos como un anacronismo indeseable. De hecho Cristo está siempre a nuestro lado y no somos capaces de verlo ni comunicarnos con Él. Está presente en la Palabra de Dios, que no entendemos. Está presente en nuestros hermanos, que siempre miramos con desconfianza. Está presente en los sacramentos, que entendemos como herramientas sociales. Está presente en la Belleza, la Verdad, el Orden y la Bondad y negamos la existencia de todo esto. Tras hablar en parábolas, Cristo solía decir "Quien tenga oídos que oiga" porque sabía que la soberbia y la autocomplacencia nos impiden ver más allá de nuestros intereses egoístas.

¿Qué es la santidad? Es el don de ser símbolos de Cristo dentro del mundo. Es la forma en que evidenciamos que somos imagen y semejanza de Dios.

Santa Clara de Asís nos hace una breve pero instructiva reflexión sobre la santidad: "mira al cielo que nos invita, y toma la cruz y sigue a Cristo, que nos precede; porque, tras diversas y numerosas tribulaciones, por él entraremos en su gloria". Quien anda tras Cristo, que es Camino, Verdad y Vida, no teme "perder" su vida para el mundo, porque la estará ganado para Dios.

Ser símbolos de Cristo en nuestra vida cotidiana, no es más que vivir la plenitud del Camino, la Verdad y la Vida, en cada momento. No hace falta ambicionar ser un santo tipo superman o un bello (y frío) santo de mármol en una hornacina. Cada uno de nosotros fuimos creados para ser imágenes de Cristo según Dios nos pensó. La santidad no necesite de levitar en éxtasis o tener estigmas, si Dios no desea que sea así. La santidad de lo pequeño, de lo cotidiano, de la cercanía a los demás, es la que nos permite ser levadura eficaz, que transforma el mundo en Reino y la actualidad, en el Kairós (momento de Dios).



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