Pan y Circo

El PAN, ¿partido verde?

2014-08-15

La atención se ha concentrado en Villarreal, pero no es el único. Cuando primero...

Soledad Loaeza, La Jornada

¿Quién hubiera pensado que el Niño Verde haría escuela? Y sin embargo, más de un panista ha hecho de él su modelo de comportamiento y de buen gusto; hay que ver las fotos que ha publicado la prensa de los legisladores que para relajarse después de las seguramente sesudas discusiones en la reunión plenaria de Puerto Vallarta, se organizaron una fiesta que no parece precisamente un desayuno de primera comunión. O quizá habría que reconocer que Acción Nacional se ha convertido en una organización de rabos verdes, cuyos integrantes del género masculino se portan como adolescentes que no saben ni quieren controlar sus urgencias. De lo que no me cabe la menor duda es que esos panistas, más que blanquiazules, son de un verde que nada tiene que ver con la naturaleza, sino en todo caso con dólares o con manos caminadoras. Desde luego, todos recordamos que el diputado Luis Alberto Villarreal está involucrado con los desafortunados moches, es decir, los pagos que exigía a los municipios, de un porcentaje de los presupuestos que votaban en la Cámara para diferentes tipos de obras.

La atención se ha concentrado en Villarreal, pero no es el único. Cuando primero aparecieron las imágenes, el legislador Juan Bueno Torio tuvo a bien gritar "la próxima vez, que inviten". Una expresión que me hizo pensar que, desafortunadamente, algunos representantes populares no distinguen entre el recinto parlamentario y la cantina.

La destitución de Villarreal era inevitable, y bien hizo Gustavo Madero en tomar la decisión de manera inmediata porque, como él mismo lo dijo, "esas acciones" comprometieron al partido y, probablemente, a sus legisladores. Madero incluyó entre los afectados a los simpatizantes, pero me parece que ahí fue demasiado lejos. La diferencia entre ellos y sus legisladores estriba en que estos últimos tienen una responsabilidad pública insoslayable, y ésta reduce el ámbito de su privacía. Es el precio a pagar por el poder que ejercen, por la influencia, los sueldos elevadísimos, los bonos, el chofer y el coche. En cambio los simpatizantes siguen siendo ciudadanos particulares, cuyas responsabilidades sociales son más limitadas; por consiguiente, su vida privada es cosa de ellos.

Quiéranlo o no, los legisladores –al igual que los funcionarios– están expuestos al escrutinio público y, en tanto que representantes de la voluntad popular, cumplen una función simbólica que los obliga a comportarse según estándares más o menos compartidos. Por ejemplo, uno esperaría que su trato a las mujeres reflejara el creciente respeto a sus derechos y a su dignidad, que ha transformado la posición de las mujeres en la sociedad y las relaciones entre los sexos. En cambio, lo que muestran las imágenes de la susodicha fiesta son actitudes tradicionales como las que sostenían los fundadores del PAN, pero al revés. Mientras ellos pretendían defender la virtud femenina del fango de la política, estos panistas de hoy la liquidan sin remordimientos.

La importancia de este lamentable episodio reside en que plantea entre nosotros uno de los temas centrales de la democracia actual: la frontera entre la vida pública y la vida privada de los gobernantes. En términos generales, nunca hemos esperado ni esperamos un comportamiento angelical de nuestros políticos. Durante décadas fuimos indiferentes a su vida privada, y rara vez establecimos un vínculo entre el político en funciones y, por ejemplo, el padre de familia o el marido. Sin embargo, ahora para medir la capacidad de gobierno de un o una aspirante al poder, volteamos la mirada a su vida familiar. Este juicio puede o no ser un factor de peso en nuestra opinión acerca de ella o de él, pero de todas formas se nos impone. Es el aire de los tiempos.

La destitución de Villarreal no bastará para que el PAN recupere la autoridad moral que durante décadas fue su fuerza principal, y que perdió cuando llegó al poder. No les estamos pidiendo que se comporten en 2014 como lo hacían en 1940; el mundo ha cambiado y ellos han cambiado. Lo que sí podemos esperar es que encuentren el discurso que de verdad los representa, y que no hablen tanto de las ideas y de los valores de un partido al que cada vez se parecen menos.

 



EEM

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