Reportajes

La guerra subterránea de Alepo

2014-08-26

La realidad en Alepo es que los rebeldes están cansados y se ven superados en número...

Por Antonio Pampliega (dpa)

ALEPO/SIRIA, (dpa) - Una intensa humareda tiñe el perfil de la ciudad de Alepo. El blanco y gris de sus edificios se oculta tras el humo negro. Un mortero rebelde ha dado de lleno contra una estación de servicio en el lado del régimen. La intensidad de los combates aumenta. Sonido de armas ligeras en respuesta a la artillería que llueve desde uno y otro lado. El barrio de Bustan Al-Basha es, ahora mismo, lo más parecido al infierno. Un lugar de no retorno.

La guerra civil siria está librando su última batalla en Alepo tras la caída de Homs. La derrota de la ciudad estandarte de la revolución ha sido un duro golpe para los insurgentes. Los frentes están enquistados. Hace casi dos años que la revolución se extendió como un veneno por las principales arterías de la ciudad pero hace meses que todo permanece estático. Ni hacia adelante, ni hacia atrás.

Los rebeldes se ven incapaces de ganar terreno frente a la maquinaria bélica de un régimen que ha resurgido con vitalidad gracias a la aparición del Estado Islámico (EI), quiénes hacen el trabajo sucio luchando contra los rebeldes y dejándoles, en muchas ocasiones, el camino libre para reconquistar territorio.

Los barriles explosivos llueven en la ciudad -hasta 50 por día- y esto está minando los ánimos. La realidad en Alepo es que los rebeldes están cansados y se ven superados en número y en armamento por un régimen que castiga duramente las posiciones de los alzados con artillería pesada y aviación. En este contexto los rebeldes han encontrado una nueva baza: si el régimen ataca desde arriba, ellos lo harán desde abajo. Unos bombardean desde el aire, los otros desde el subsuelo. Es la nueva y posiblemente la última baza: los túneles bomba.

"¡Allah u Akbar! ¡Allah u Akbar! ¡Allah u Akbar!", grita una voz metálica que sale por un walkie-talkie. Las armas enmudecen. Silencio sepulcral. ¡¡¡¡¡¡Boooooommmmm!!!!! A 800 metros de la posición en la que se encuentran los rebeldes una columna de fuego, polvo y tierra se levanta varios metros. La onda expansiva hace temblar el edificio desde donde observan el bombazo. El hongo se puede ver a varios kilómetros de distancia. Antes de que el humo se disipe, la lluvia de artillería comienza. El túnel bomba ha cumplido su función de estilete. La ofensiva rebelde para hacerse con el control de Bustan Al-Basha acaba de comenzar.

La dinámica es bien sencilla: Un túnel, toneladas de explosivo y sentarse a mirar lo que sucede. El resultado es terrible para el enemigo y moralizante para las tropas propias. Es la forma que han encontrado los rebeldes para reinventarse. Bajo sus pies han encontrado un elemento de precisión quirúrgica capaz de despejarles el camino y de minimizar en hasta un 80 por ciento las bajas entre sus tropas. Los túneles se están convirtiendo en la solución a sus problemas. Salvajismo de tiempos pasados al servicio de una guerra cruel que ha dejado más de 170.000 almas en el camino.

"Trabajamos durante turnos de 12 horas al días un total de 10 personas", afirmó Abu Abdu. "El túnel volará un checkpoint del régimen en el barrio de Bustan Al Basha", comentaba días antes de que se produjese la explosión sin disimular una risa de satisfacción.

Abu Abdu observaba trabajar a sus hombres desde la distancia. Guardaba silencio. "Esta será la llave que abrirá de par en par las puertas a uno de los bastiones más importantes que tiene el régimen en la ciudad. Somos la punta de lanza y tras nosotros vendrá el asalto final y la victoria", comentó.

Tiene 34 años y ha sido el primer túnel que hace en su vida. Antes del comienzo de la revolución trabajaba en la construcción manejando hormigoneras. Aunque es un novato en esto de horadar la tierra, nada se ha dejado a la improvisación. Está todo medido y estudiado. "Hemos planificado durante meses esta operación. Calculamos los metros que había desde el túnel hasta nuestro objetivo prioritario. Medimos sobre un plano a escala la distancia que necesitábamos excavar para no quedarnos cortos ni pasarnos de largo. Ha sido un proceso lento y difícil pero el resultado será grandioso", apuntó el insurgente.

Tras 22 días de trabajo el túnel está terminado. En 20 metros de longitud y un metro de diámetro metieron toneladas de explosivo plástico.

"Nosotros empezamos a excavar este túnel antes que nadie. Ahora han venido otros y se han llevado la gloria. Pero nosotros fuimos los primeros", se lamentó el comandante en alusión directa a la explosión, del pasado 8 de mayo, que destruyó por completo el hotel Carlton Citadel situado en la Ciudad Vieja de Alepo. Aquella explosión, que se sintió a 15 kilómetros a la redonda, acabó con no menos de 30 soldados del régimen y se convirtió en una de las imágenes más espectaculares de los más de tres años de guerra civil.

Aquel túnel, de 108 metros de longitud, fue excavado por soldados de la brigada insurgente Liwad Al-Tawhid, quienes ya han construido nueve en total. Abu Al-Alaith reconoce que la eficacia de aquel ataque fue revitalizante para los rebeldes. "Nos encontrábamos en un momento delicado. No podíamos hacer frente al régimen y aquello nos levantó la moral y nos mostró el camino. El futuro de la guerra se encuentra en estos túneles. El del Carlton Citadel no será el último. Serán nuestras principales armas y cada vez hay más y más y más…", se sinceró.

Las noticias que llegan desde el frente de combate no son buenas. Los soldados del régimen han conseguido evitar su ataque y ahora son ellos los que llevan la iniciativa en el combate. "Tienen muchos francotiradores en las azoteas. Eso dificulta mucho nuestro avance. Son iraníes y de Hizbollah. Y nosotros solo tenemos AK-47 y ametralladoras ligeras", se quejaba el soldado mientras ordenaba por radio fuego de cobertura para cubrir la retirada de sus hombres a fin de poder reagruparse y continuar combatiendo.

Dos enormes tubos de metal están situados en retaguardia, a 200 metros de donde transcurren los combates. Varios soldados colocan una carga de explosivo en el interior de uno de estos morteros caseros. Otro porta sobre su hombro una bombona de gas de color azul. Ése es el proyectil. Comienzan a abrir fuego. Las deflagraciones se escuchan con nitidez. "¡Allah u Akbar!", gritan cada vez que una bombona revienta, haya dado o no en el blanco.

La noche comienza a caer en el barrio y los disparos disminuyen su intensidad hasta casi apagarse. El balance rebelde es de dos docenas de heridos de diversa consideración y dos muertos. "Ha dicho SANA (La Agencia Árabe Siria) que han muerto 30 soldados en el combate, en su mayoría por culpa de la explosión del túnel", relató Abu Al-Laith, comandante de la Liwad y quién también fue alcanzado por la metralla en el pecho.

A pesar de la espectacularidad de la explosión y del asalto, los rebeldes no pueden tomar el bastión rebelde. Desde que la guerra estallase en la ciudad de Alepo, el pasado 19 de julio de 2012- coincidiendo con la ofensiva en Damasco- la batalla por hacerse con el motor económico de Siria se ha convertido en una cuestión de orgullo para ambos bandos. Para los rebeldes, tras la caída de Homs, Alepo es su plaza fuerte; mientras que para el régimen la toma de la ciudad supondría un espaldarazo casi definitivo hacia la victoria final.



ROW
Utilidades Para Usted de El Periódico de México