Reportajes

El Estado Islámico impone su terror

2014-08-29

Así, les hirieron a él y a otro compañero. La bala de 8,5 mm sigue alojada en...

ÁNGELES ESPINOSA, El País

"Habíamos recuperado la aldea de Qushar, desde allí intentábamos atacar Zummar, pero me alcanzó un francotirador", cuenta el coronel Farhad Hana desde su cama de un hospital de Erbil. El brigadier Kamal Hazi Agha no tuvo tanta suerte. Las balas de los emboscados acabaron con su vida y la de otros tres peshmergas en el frente de Jalawla. Pero lo que está causando más bajas y ralentizando el avance de las fuerzas kurdas hacia Sinjar son las trampas explosivas que los milicianos del Estado Islámico (EI) dejan cuando se ven obligados a retirarse.

"Es un grupo terrorista, es distinto de todos a los que nos hemos enfrentado antes; no tienen piedad y están muy bien equipados", resume el coronel Farhad. "Dan miedo; sólo buscan una oportunidad de disparar y salir corriendo", añade con un hilo de voz.

Así, les hirieron a él y a otro compañero. La bala de 8,5 mm sigue alojada en su pecho, cerca del corazón, a la espera de que recupere fuerzas y puedan extraérsela.

"No se retiran. Avanzan dispuestos a morir. Luego, plantan explosivos y TNT", describe Bilal, un peshmerga de 27 años que ha venido desde el frente de Hawija para visitar a su cuñado. Wishyar resultó herido por un IED (siglas inglesas de improvised explosive device, artefacto explosivo improvisado), una bomba de fabricación artesanal. Ha perdido parte de la pierna izquierda y tiene heridas en los brazos y los ojos. El médico no sabe si recuperará la vista.

"Estábamos en Gwer. A las 4.30 de la mañana lanzamos un ataque contra una aldea cercana que seguía en manos del EI y logramos echarles. Yo iba en el blindado de cabeza cuando se produjo la explosión. Creíamos que los compañeros habían limpiado la zona… El conductor resultó muerto, los dos soldados que iban detrás heridos leves y a mí, ya me ve", cuenta este cabo de 33 años que aún no sabe que le han amputado.

Nadie habla de bajas en Kurdistán. Tras el golpe que supuso el avance yihadista a primeros de agosto, políticos, medios de comunicación y ciudadanos de a pie han pasado a modo patriótico. En la radio suenan himnos nacionalistas y las televisiones alientan a las tropas. Pero sólo en el hospital EMC, uno de los dos habilitados en Erbil para atender a los heridos de gravedad en el frente, han ingresado 185 soldados en los primeros 25 días de agosto. Imposible saber cuántas familias como la del brigadier Kamal guardan luto.

"Es un nuevo tipo de combate. Las tácticas son desconocidas para nuestro ejército. Es la primera vez que ha tenido que enfrentarse al terrorismo en primera línea. Además, no teníamos el armamento necesario", explica Nazad Ali Fatem, responsable del frente de Majmur y jefe local del Partido Democrático de Kurdistán.

Tal vez, pero la inicial retirada de los peshmergas ha acabado con el mito de esas fuerzas.

"Nuestro mundo ha cambiado", admite un empresario para quien esa humillación no sólo es fruto de la falta de armamento. "Nuestros valientes y aguerridos peshmergas tienen ahora 50-60 años, y los jóvenes carecen de experiencia de combate. Además, nosotros siempre hemos ganado la guerra en las montañas, pero los yihadistas no van a las montañas".

Aún así, el propio secretario de Estado norteamericano, Chuck Hagel, reconoció esta semana que el EI es un adversario muy profesional, motivado, bien entrenado y equipado.

"Lo más difícil es la guerra psicológica. Se llevan a mujeres y niños, y matan gente", confía Tawfiq Fars, un voluntario que participó en la recuperación de Majmur a las órdenes de kaka Nazad. "Su objetivo es aterrorizar, matar, violar y destruir los santuarios", añade repitiendo una imagen que los propios yihadistas se han encargado de potenciar.

Tanto jefes militares como soldados rasos coinciden en destacar la buena preparación de su enemigo. Lo atribuyen a que al otro lado no están sólo milicianos del EI sino también, aseguran, antiguos miembros del Ejército de Saddam. Observadores militares extranjeros mencionan la presencia en sus filas de combatientes chechenos. Sea como fuere, la cuestión está en saber si tienen capacidad para mantener el extenso territorio que han conquistado.

"El EI no es tan poderoso como [el Ejército de] Saddam. Si vencimos a Saddam, también podemos vencer al EI, pero hasta ahora no hemos entrado a fondo", señalan varios de los entrevistados.

Muchos analistas confirman que los peshmergas no pusieron toda la carne en el asador para recuperar los territorios perdidos hasta que EEUU no empezó a darles cobertura aérea el pasado día 8. Tampoco los yihadistas habrían defendido sus posiciones con la fiereza que se les atribuye. "Han hecho una retirada estratégica ante los bombardeos", apunta uno de ellos. El combate final tal vez no se libre en el frente.

 



EEM

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