Reportajes

Steve Ballmer y su camino hacia el panteón de magnates deportivos

2014-09-01

Para evitar llegar muy temprano, se detuvo para comprar un enorme té helado....

Por MONICA LANGLEY, The Wall Street Journal

LOS ÁNGELES—Treinta minutos después de reunirse con el equipo de baloncesto que compró por US$2.000 millones, Steve Ballmer se paseaba por el estacionamiento de un Starbucks en la Wilshire Boulevard.

Su camioneta Chevy negra se dirigía a Beverly Hills para reunirse por primera vez con los jugadores y entrenadores de los Clippers de Los Ángeles. Nunca había estado en un evento como este, confesó más tarde, y se sentía a la vez eufórico y ansioso.

Para evitar llegar muy temprano, se detuvo para comprar un enorme té helado. "¿Cuál es la dinámica de las estrellas de baloncesto?", se preguntó a sí mismo mientras caminaba. "Estoy acostumbrado a los desarrolladores de software".

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El ex presidente ejecutivo de Microsoft Corp. había trabajado sigilosamente para concertar un acuerdo: asistió a un juego con el comisionado de la liga, obtuvo ayuda tras bambalinas del presidente ejecutivo de Walt Disney Co. , Michael Eisner, y se reunió en secreto con ambos propietarios de los Clippers, Donald Sterling y su esposa, de la que está separado, Shelly Sterling.

La compra de los Clippers se había concretado cinco días antes, pero ver los miles de millones de dólares salir de su cuenta bancaria había sido, de forma extraña, decepcionante. Ahora, justo antes de la cena del 17 de agosto, sintió el peso de lo que había hecho. "No tengo ni la menor idea de cómo ser propietario" de un equipo deportivo, pensó.

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Al llegar al restaurante Spago de traje y corbata, Ballmer saludó con apretones de mano a los jugadores de los Clippers que había admirado: las estrellas Chris Paul y Blake Griffin, el central DeAndre Jordan y el delantero Matt Barnes. Hubo comentarios titubeantes, risas corteses y muchas miradas a celulares. Al entrenador de los Clippers, Doc Rivers, le impactó el lenguaje corporal: "De repente, todos estaban nerviosos".

Ese domingo se convirtió en un momento decisivo para un equipo que fue sacudido por la insistencia de Donald Sterling de permanecer como propietario. Además, la cena implicó una transformación personal para este hombre de 58 años que en otros tiempos fue uno los líderes empresariales más admirados y temidos del mundo. Para el final de la noche, los jugadores se sintieron persuadidos por el nuevo jefe. "Bastante relajado", lo describió el delantero Reggie Bullock.

En una serie de entrevistas exclusivas durante su primera semana con los Clippers, Ballmer relató la historia tras bambalinas que culminó con su transformación en un magnate deportivo novato.

Por décadas, Ballmer se vio a sí mismo como una extensión de Microsoft. Vivió cerca del cofundador Bill Gates en la Universidad de Harvard y fue el primer gerente empresarial de Microsoft. Ayudó a transformarla en una potencia global, asumiendo las riendas en 2000. Dirigió una máquina muy rentable pero que terminó rezagada ante las tendencias de Internet y los dispositivos móviles.

En febrero, el ejecutivo se retiró en medio de exhortaciones de cambios más rápidos, lo que lo dejó sin un camino claro después de 34 años en una empresa que llamó "su cuarto hijo". Al momento de su renuncia, era el mayor accionista individual de Microsoft.

Con un atípico ánimo melancólico, Ballmer se retiró a su casa con vista al lago Washington y vio 100 episodios de la serie de televisión The Good Wife en dos semanas. Después se dedicó a jugar golf, dar conferencias, estudiar hebreo y preparar un curso de liderazgo para un MBA. Junto a su esposa, Connie, decidió gastar una parte de su patrimonio de unos US$22.000 millones en causas cívicas.

Luego, en abril, el mundo escuchó grabaciones de Donald Sterling en las que le decía a su novia que no llevara personas negras a los partidos de los Clippers, lo que motivó al comisionado de la Asociación Nacional de Baloncesto de EE.UU. (NBA, por sus siglas en inglés), Adam Silver, a expulsarlo de la liga.

A Ballmer le encantaba el baloncesto. Era el estadístico de su equipo en Harvard, entrenó algunos de los equipos de sus tres hijos y solía jugar partidos informales en Microsoft. Después de que los SuperSonics abandonaron Seattle, realizó dos intentos fallidos para llevar un equipo profesional a la ciudad.

Cuando el escándalo salió a la luz, uno de sus hijos lo llamó por teléfono: "Papá, pon atención", dijo. "Los Clippers saldrán a la venta".

Ballmer rápidamente puso el equipo en la mira. Llamó por teléfono a amigos que eran propietarios parciales o completos de equipos de la NBA para pedirles consejo. El día en que Silver anunció el castigo de Sterling, un amigo que es copropietario de los Golden State Warriors instó a Ballmer a que asistiera al partido de esa noche de los Clippers contra los Warriors. "Muestra tu cara", le dijo.

Los Clippers ganaron un emotivo partido de postemporada. "Tengo que lograr esto", Ballmer, que acababa de ver a los Clippers en persona por primera vez, les dijo a sus amigos allí. "Aún no está claro cómo".

El ejecutivo tenía competencia. Los magnates de entretenimiento Oprah Winfrey y David Geffen, junto con el presidente ejecutivo de Oracle Corp. , Larry Ellison, expresaron interés. "¿Oprah? ¿Cómo compito con ella?", les preguntó Ballmer a sus asesores.

"Paga como por los Dodgers", le dijo uno de ellos, refiriéndose a la cantidad récord de US$2.000 millones que un grupo desembolsó en 2012 por el equipo de béisbol de Los Ángeles. La última franquicia de NBA en venderse, los Bucks de Milwaukee, fue por US$550 millones.

Ballmer compiló hojas de cálculo para determinar las ganancias en tres años. Entre los factores que evaluó: ingresos de patrocinios, ventas de boletos y contratos con medios de comunicación locales y nacionales que se cumplirían pronto. Entre los costos estaban las comisiones de la NBA y los sueldos de los jugadores.

"Determiné un precio a un múltiplo de ganancias, basado en lo que creo puedo hacer para que esto funcione", anotó Ballmer. "Es ambicioso, exigente y requiere de un rendimiento alto, pero no es una locura".

El 11 de mayo, Ballmer asistió al partido de los Clippers y Silver lo invitó a sentarse con él. Paul Allen, dueño de los Trail Blazers de Portland y cofundador de Microsoft, le había dicho al comisionado "lo inteligente y apasionado que era Steve en cuanto al baloncesto", dijo Silver a The Wall Street Journal, "y cuán estupendo sería como dueño". El comisionado, que mantenía dialogo con todos los postores, le sugirió a Ballmer que se comunicara directamente con los Sterling en lugar de esperar a que la NBA actuara.

Ballmer quería hablar con Shelly Sterling personalmente, no a través de abogados. Eisner dijo que Ballmer lo había reclutado para que fuera su "agente extraoficial" y le presentara figuras clave de Los Ángeles. Eisner, que por mucho tiempo había tenido asientos para toda la temporada junto a los Sterling, habló con Shelly para recomendar a Ballmer.

Según Bob Baradaran, abogado de Sterling para la transacción, la mujer respondió que Ballmer la podía llamar. El ejecutivo lo hizo el 24 de mayo alrededor de las 7 a.m. y el par acordó reunirse al día siguiente, un día antes de que Sterling se encontrara con otros postores. Después de colgar, Shelly Sterling llamó a una amiga y le preguntó: "¿Quién es Steve Ballmer?".

La primera pregunta que Sterling le hizo a Ballmer después de que éste llegó a su mansión frente al mar en Malibú, California, fue si se llevaría a los Clippers a Seattle.

"La respuesta es no", le dijo. Trasladar el equipo le restaría valor. "Estoy comprometido con L.A. Me encanta Los Ángeles", agregó.

Ballmer había preparado un documento con los detalles de la transacción, pero decidió establecer primero un lazo emocional. "Steve encantó a Shelly con su pasión por el baloncesto y (la promesa de) un futuro campeonato para los Clippers", anotó Baradaran. Algo importante para ella, le dijo Sterling a su abogado, era el hecho de que Ballmer era una persona, no un grupo. "Esto no es un juguete para él", agregó.

La conversación continuó durante una cena en Nobu, el famoso restaurante de sushi, en donde descubrieron que ambos tenían familiares de Ucrania.

A pesar de la buena onda, el abogado de Ballmer, Scott Roades, le advirtió que las ofertas se estaban volviendo competitivas y rápidas. Roades le pidió a Ballmer que estuviera disponible para los abogados y banqueros de Sterling.

Para no ser sacado del juego, Ballmer permaneció en la ciudad. A medida que se acercaba la fecha límite, su oferta de US$1.750 millones era la más alta. El abogado de Sterling le pidió US$2.000 millones, asientos en primera fila, espacio en el estacionamiento y el título de "dueña emérita". Ballmer aprobó y además le ofreció el título de "Fan #1 de los Clippers".

Más tarde, Shelly Sterling le dijo a Baradaran: "Steve es mi preferido. Habría considerado una oferta menor para convertirlo en dueño".

El 29 de mayo, los dos firmaron el contrato, se abrazaron y enviaron el documento a la NBA para ser aprobado.

Shelly Sterling había firmado sin el consentimiento de su esposo, Donald Sterling, bajo la autoridad del fideicomiso familiar y después de que dos médicos determinaron un deterioro en la capacidad mental del hombre de 80 años. Donald Sterling entabló una demanda para bloquear la venta.

"De repente estaba estancado", expresó Ballmer. El 21 de julio, visitó a Sterling en su casa en Beverly Hills. Durante una hora, le habló sobre sus esperanzas para el equipo y la ciudad, y realizó "un esfuerzo valiente para ver si Sterling se daba por vencido", anotó el abogado de Donald Sterling, Max Blecher.

"Nunca he querido vender el equipo, y todavía no quiero", le dijo Sterling a Ballmer, según Blecher. "No es nada personal contra Ballmer", añadió Blecher. "La ira (de Donald) está dirigida a la liga".

Un juez de un tribunal de sucesiones confirmó el 12 de agosto la autoridad de Shelly Sterling de vender. Ballmer recibió la noticia durante unas vacaciones en Montana. Ya había colocado los fondos en una cuenta de garantía. Caminando junto a un lago mientras sus hijos dormían esa mañana, dio la orden de transferencia por teléfono.

Revisó su cuenta. Efectivamente era US$2.000 millones más pobre y se dijo a sí mismo: "¡Ahora sé que soy dueño de los Clippers!".Aun así, le dijo a su familia que la experiencia se sentía poco emocionante.

Cinco días más tarde, era el dueño más prominente de la NBA pero se sentía inseguro. Mientras caminaba por el estacionamiento de Starbucks, levantó su puño con fuerza para activar su personalidad de líder.

En Spago, las tensiones se redujeron una vez que él y los Clippers empezaron a cenar. Ballmer, que se despojó de su chaqueta y corbata, se dio cuenta que el entrenador Rivers era también amante del golf. Griffin, que había estudiado al nuevo jefe viendo videos en línea de sus exuberantes reuniones de ventas, intervino en la discusión.

Para el final de la noche, las estrellas del baloncesto estaban contando las travesuras en los vestuarios y los juegos de cartas a altas horas de la noche. Mientras Ballmer se preparaba para retirarse, Rivers lo detuvo para decirle: "Hemos pasado por mucho, muchas cosas malas, pero valió la pena para llegar a este día".

Los jugadores saltaron para estrechar la mano de Ballmer. Paul hizo planes para jugar golf con él. "Lo que nos encantó fue lo competitivo que es", señaló más tarde. "Y cuando dijo que se perderá algunos de nuestros juegos si coinciden con los partidos de su hijo. Tengo dos hijos, y eso te dice mucho".

Justo antes de irse del restaurante, en donde los pedidos de fotos lo retrasaron, Ballmer le susurró a Rivers: "Cuéntame qué tal lo hice, mañana".

Después de la cena, Rivers recibió varios mensajes de texto de los jugadores. "Gracias por esta noche", le escribió uno, "he estado aquí por mucho tiempo y nunca había tenido una cena tan significativa con un dueño".

La mañana siguiente presentaba otros retos: una reunión con el personal e impresionar a los fans de los Clippers. "Tengo que encontrar mi voz", dijo en su camioneta.

Ballmer entró a la oficina del equipo para hablar con la mayoría de sus cerca de 130 empleados. "¿Poco más de 100?, cuando me fui de Microsoft teníamos 100.000 empleados", dijo.

En la reunión demostró su estilo entusiasta. "El pasado es el pasado", les dijo a los empleados, casi gritando. "¡Los Clippers están candentes! ¡Consíganlo: patrocinios, ventas de boletosÂ… no compré este equipo para ser mediocre! ¡Es la hora de la verdad!".

Durante el evento con los fans, Ballmer esperó solo en el túnel del estadio mientras los jugadores eran llamados. Brincaba, golpeaba las paredes y apretaba el puño. Después salió disparado al son de la música que había elegido: "Lose Yourself", de Eminem.

El público vio cómo este hombre calvo vestido con pantalones caquis y gorra de los Clippers se dejó llevar por el momento chocando la mano con los fans en su camino al escenario. "¡Nada se nos atraviesa! ¡Boom! Sigan viniendo", gritó. "¡Somos los Clippers de verdad!".

Al día siguiente, en las instalaciones de entrenamiento del equipo, Rivers le dijo a Ballmer que iban a mover una pared para darle una oficina más grande. "Dame la oficina pequeña", le respondió, "siempre y cuando tenga vista a las canchas de entrenamiento".

Después, Ballmer pidió que lo dejaran solo. Por un momento, estaba de regreso en la empresa en la que había pasado 34 años de su vida. En su tableta Surface, de Microsoft, escribió unos emails y revisó una carta para su sucesor. Después tocó la pantalla para enviar la carta. Con ella, renunciaba a la junta directiva de Microsoft.

Cuando salió, lo rodearon algunos miembros del equipo. "Listo", dijo. "Ahora soy primero un Clipper. Microsoft viene en segundo lugar".



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