Derechos Humanos

México, lleno de falsos culpables por torturas de las fuerzas de seguridad

2014-09-07

Claudia Medina firmó su autoinculpación después de horas de sufrir agresiones...

Paula Escalada Medrano

México, 4 sep (EFE).- La necesidad de mostrar resultados en la lucha contra la delincuencia ha llevado a las fuerzas de seguridad mexicanas a fabricar en los últimos años falsos culpables que acaban en la cárcel, tras confesiones obtenidas con cruentas torturas.

Claudia Medina firmó su autoinculpación después de horas de sufrir agresiones físicas, sexuales y psicológicas por parte de marinos del estado de Veracruz. Se derrumbó cuando le tocaron lo que más duele, sus hijos.

"Nos dicen 'si ustedes no dicen lo que nosotros les dijimos que tienen que decir, vamos a ir contra sus hijos, ya los tenemos ubicados' (...) Yo prefiero ser la criminal que ellos dicen antes de que vayan por ellos", cuenta en una entrevista con Efe.

Su caso forma parte del informe "Fuera de control: Tortura y otros malos tratos en México", presentado hoy por Amnistía Internacional (AI), en el que asegura que estas prácticas son generalizadas entre las fuerzas militares y policiales.

El 7 de agosto de 2012, Claudia estaba en su casa de Veracruz con su marido cuando un grupo de marinos irrumpió sin una orden ni una explicación y se los llevó a los dos.

Ambos eran una pareja "normal", cuenta. Ella vendía productos naturistas, llevaban al colegio a sus hijos dependiendo de sus horarios de trabajo... Pero desde entonces, todo "cambió totalmente".

Tras varias horas encerrados, incomunicados y sufriendo vejaciones, los marinos consiguieron que firmaran ante la fiscalía un documento que, según Medina, no les dejaron ni leer.

Él se declaró uno de los líderes de un cártel local de la droga; ella, su compañera y encargada del manejo del dinero. Ambos fueron expuestos ante los medios de comunicación sin haber sido declarados culpables.

En aquella época "estaba la delincuencia al máximo", la Marina había llegado al estado para poner orden y el entonces presidente, Felipe Calderón quería "cifras", por lo que simplemente detenían a personas, señaló.

Hoy Claudia se siente protegida por AI y la organización que tomó su caso, el Centro Prodh, que logró que se le quitaran las acusaciones por los delitos más graves, aunque hoy todavía está sujeta a proceso, en libertad condicional, por delitos menores.

Según su abogada, Araceli Olivos, lo que le piden a los jueces es que no den valor a la confesión porque fue obtenida bajo torturas y, además, "deberían de haberla puesto a disposición del Ministerio Público nada más detenerla y no tenerla incomunicada tantas horas".

En un discurso con motivo del segundo informe de gobierno, el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, aseguró el martes que las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) por denuncias a las fuerzas de seguridad habían bajado.

Sin embargo, Olivos dijo que las organizaciones no comparten esta visión ya que están notando que la Comisión reclasifica o retrasa las recomendaciones.

"A la CNDH llegan casos de tortura, pero los registran como casos de abuso de autoridad y esa categorización sirve para invisibilizar la situación real", denunció la también abogada Denise González, quien recordó que el relator de la ONU sobre tortura, Juan Méndez, advirtió hace unos meses que esta práctica es generalizada en el país.

González lleva el caso de Ángel Amilcar, defensor de derechos humanos hondureño que en el año 2009 salió hacia Estados Unidos para buscar un futuro mejor a su familia, especialmente a su hijo enfermo de cáncer.

En marzo de 2009 llegó a Tijuana y un coyote le prometió que lo iba a cruzar, pero lo llevó secuestrado a una casa en donde fue detenido durante operativo policial y después sometido a torturas y acusado de pertenecer a un cártel del narcotráfico.

A raíz de este caso, el Centro Prodh hizo una investigación en la que ha comprobado que muchos centroamericanos han sido detenidos "para demostrar que realmente se están persiguiendo los delitos".

Ángel sigue en la cárcel y hoy están esperando "que la fiscalía se desista de los cargos y, si no lo hace, que el juez federal lo absuelva por los delitos".

Tras seis años, su esposa July lo pudo visitar el pasado lunes y, según dijo a Efe, "fue una impresión buena, rara extraña y a la vez con mucha alegría" porque "se encuentra muy animado, lleno de esperanza".

Luego de varios años de "zozobra", July solo quiere llevar una vida normal con su marido y su hijo (su otro hijo enfermo falleció mientras Ángel estaba en prisión), y tener estabilidad emocional y económica.



EEM

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