Internacional - Población

Tiempos turbulentos en Hong Kong, Pekín muestra mano dura

2014-09-28

Pero la cosa no parece tan sencilla. Las protestas adquirieron este fin de semana una...

Por Andreas Landwehr (dpa)

Pekín, (dpa) - China no cede. Eso parece claro. Para la propaganda china, las fuerzas prodemocráticas en Hong Kong están consideradas como "extremistas" o "radicales" que, después de todo, sólo representan a una minoría. Además, alegan, están comandados por enemigos de China en el exterior que utilizan Hong Kong como puente para infiltrarse en el país. Así es como presentan los medios estatales chinos al movimiento democrático en Hong Kong y aseguran, sin margen para la duda, que "van a fracasar".

Pero la cosa no parece tan sencilla. Las protestas adquirieron este fin de semana una dinámica propia que hace muy incierto el resultado del choque entre la cúpula de China y el movimiento democrático en la metrópolis portuaria. La escalada del conflicto se produjo mucho más rápido de lo esperado, después de que las manifestaciones estudiantiles se convirtiesen en los disturbios con más heridos y detenciones de la reciente oleada de protestas.

La decisión de comenzar ocupando de inmediato (y con ello más rápido de lo previsto) el distrito financiero apunta al corazón de la metrópolis financiera asiática. El movimiento "Occupy Central" (Central es el distrito financiero de Hong Kong) se vio alentado por las protestas de los estudiantes, que trastocaron su agenda y se dejaron llevar por las protestas estudiantiles dejando de lado su cuidada planificación.

El bloqueo de Central, el distrito financiero, es un duro golpe para esta urbe, un importante polo financiero y económico asiático. Los disturbios cuestionan la estabilidad de la ex colonia británica bajo soberanía china. Los manifestantes exigen nada menos que dimita el jefe de gobierno nombrado por Pekín, Leung Chun-ying, así como la retirada de la propuesta de una reforma electoral, con la que se niega a Hong Kong la posibilidad de realizar elecciones libres.

Muchos de los siete millones de honkoneses están indignados y se sienten ignorados. Aunque desde la devolución de la colonia a China en 1997 se les prometió elecciones directas bajo la máxima de "un votante, un voto", en la elecciones de 2017 tan sólo se pueden presentar candidatos a la jefatura de gobierno que un comité electoral en Pekín haya seleccionado, por supuesto teniendo en cuenta su afinidad al gobierno central.

Los candidatos tienen "que amar el país y amar Hong Kong" reza la fórmula mágica con la que se presentó la reforma electoral ante el congreso en Pekín. El amor a la patria, entiéndase la lealtad a la cúpula comunista, es el requisito esencial para Pekín. Según explicó un diplomático: "Pekín no tiene nada contra las elecciones siempre y cuando controle el resultado".

Muchos embajadores están soprendidos por cómo se politizado de repente Hong Kong, una urbe más bien considerada materialista. Las protestas están impulsadas por una generación joven, desde estudiantes de secundaria hasta universitarios, así como por intelectuales y académicos de facultades. Crecida a la sombra de la patria socialista, muchos de sus residentes se han convertido en ciudadanos comprometidos.

Ven con gran desconfianza como se endurece la persecución de activistas de los derechos humanos, la censura en la prensa, los bloqueos en Internet y la represión de minorías como en el Tíbet o Xinjian. Tampoco se ha olvidado la brutal y sangrienta represión del movimiento democrático el 4 de junio de 1989, que se recuerda todos los años en diferentes actos en Hong Kong. "Tengo miedo de que se pueda dar aquí otra masacre de Tiananmen", dijo una manifestante. "Por esto tengo que estar aquí", agregó.



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