Internacional - Política

Credencial de administradora se desgasta, Rousseff obtiene peor resultado del PT en primera vuelta desde 1998

2014-10-06

La imagen que mostró en la campaña de hace cuatro años se desgastó...

Por Jeferson Ribeiro

BRASILIA (Reuters) - Luego de ser elegida en 2010 con las credenciales de ser una administradora competente, Dilma Rousseff pasó el domingo a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil con el peor desempeño de un candidato del Partido de los Trabajadores desde 1998, cuando Luiz Inácio Lula da Silva perdió ante Fernando Henrique Cardoso en primera vuelta.

La imagen que mostró en la campaña de hace cuatro años se desgastó bastante con el paso de su mandato, principalmente por el débil desempeño de la economía.

En ese momento, su fama de gerente y tecnócrata eficiente, construida a lo largo de años como ministra del propio Lula, primero como titular de Minas y Energía y después como jefa del Gabinete de la Presidencia, le sirvió como catapulta a la presidencia, sin nunca antes haber disputado una elección.

Hoy, la presidenta es retratada -incluso por sus aliados- como una administradora muy apegada a los detalles, que dialoga poco, que interviene demasiado en la economía y que actuó de forma poco hábil políticamente para hacer que su enorme base aliada aprobase las reformas necesarias para el país.

En la disputa actual, Rousseff intenta presentarse como una presidenta que merece otros cuatro años para mantener y profundizar el modelo del Partido de los Trabajadores (PT), dejando un poco de lado la faceta de gestora que le garantizó la victoria hace cuatro años e intentando demostrar que el perfil de dureza e intransigencia se ha suavizado desde 2010.

La mandataria se enfrentará en la segunda vuelta, prevista para el 26 de octubre, contra Aécio Neves, el representante del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Uno de los estrategas de la campaña actual considera que Rousseff aprendió algunas lecciones en los cuatro años que lleva en la presidencia. "En el fondo, ella está más madura", aseguró a Reuters bajo condición de anonimato.

Un ministro del Gobierno cree que Rousseff, de 66 años, ya cambió y que eso se produjo después de las manifestaciones de junio de 2013, cuando millares de personas salieron a las calles a protestar por la corrupción en la política y por la precariedad de los servicios públicos.[ID:nL2N0F813A]

En esa época, Rousseff perdió parte de su fuerza cuando su popularidad se derrumbó desde un máximo de un 65 por ciento de evaluación "muy buena" y "buena" de su Gobierno -según Datafolha en marzo de 2013- a un 30 por ciento luego de las manifestaciones.

Sus elevados índices de aprobación habían dado fuerza política a Rousseff, pero también la habían dejado aislada de críticas y consejos.

"Fue allí que la presidenta entendió que tenía que abrirse y dialogar más con los políticos, con los movimientos sociales", dijo el ministro, que habló a condición de que se mantuviera en reserva su identidad.

En su entorno, por ejemplo, no todos creen que el primer período le haya servido a Rousseff de experiencia al punto de transformarla en una líder menos obsesionada por detalles e intransigente políticamente.

"Lo que existe en verdad es una esperanza de que haya aprendido de los errores. La campaña electoral está siendo una gran lección para ella, para el Gobierno y para el PT", dijo a Reuters una persona que estuvo cerca de Dilma en la campaña de 2010.

Un ejemplo reciente muestra la resistencia de la mandataria a enmendar la senda. Sus aliados le aconsejaban hacía meses que señalara que haría cambios en un nuevo mandato, que reconociera que el Gobierno no acertó en todo y que anunciara que cambiaría a su equipo económico, que tenía afectada su credibilidad frente a los mercados.

Sin embargo, Rousseff se resistía a ceder. Sólo tras una conversación franca con Lula, su predecesor y mentor político, Rousseff empezó a decir que haría cambios en su política económica si era reelegida.

"Fue necesario que (Lula) le dijera que tenía que escoger entre el ministro de Hacienda (Guido Mantega) y la reelección", dijo a Reuters uno de los aliados de la presidenta.

Pese a que en los últimos meses suavizó su postura, Rousseff creó un clima inhóspito tanto entre sus aliados como dentro de su propio partido.

"A lo largo de los años ella voló los puentes con los sectores económicos, los partidos aliados e incluso con el PT", dijo la fuente que relató la conversación con Lula.

"Si es reelecta, tendrá que reconstruir esos puentes en un ambiente político más hostil, con desconfianza", dijo.

Pero para ser reelegida, primero tendrá que derrotar a Neves, en una segunda vuelta que promete ser mucho más difícil.

CONTROLADORA

Parte del fracaso de Rousseff como administradora está directamente relacionado con la postura controladora que siempre tuvo al frente del Ministerio de Minas y Energía y el Gabinete Presidencial, cargos cuyo perfil era más gerencial que de liderazgo.

A Rousseff le gusta estar pendiente de todo, incluso en cosas banales, como la elección de paneles publicitarios de programas de Gobierno que se van a lanzar. Nada puede ser impreso, según lo que afirma un auxiliar del Palacio de Planalto, sin que Rousseff vea al menos tres versiones del panel, con el eslogan y propaganda del programa o proyecto que será lanzado.

Rousseff también acostumbra a discutir proyectos dividiendo al Gobierno en áreas independientes, que no dialogan entre sí y reciben recomendaciones diferentes, sin saber cuál es la posición exacta de la presidenta sobre el tema en discusión.

La presidenta adopta esa estrategia, en parte, porque es reacia a las filtraciones a los medios de prensa.

Eso también puede estar relacionado con el pasado de Rousseff en su lucha contra la dictadura, cuando las organizaciones clandestinas actuaban en células, con secretos bien guardados incluso entre los amigos.

La actual mandataria participó en la lucha armada contra la dictadura que gobernó Brasil por 21 años. Comenzó su resistencia al régimen militar en Belo Horizonte, donde era una joven de clase media.

Pero su segundo ex marido, Carlos Araújo, dijo que Rousseff "nunca tomó un arma y jamás disparó un tiro".

En la cárcel, sufrió torturas "extremadamente crueles", según el ex ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Fernando Pimentel, un amigo desde la juventud.

Es muy extraño que Rousseff se refiera a ese periodo en público, sin embargo, los gritos en su contra en la apertura de la Copa del Mundo de fútbol en Sao Paulo la llevaron a hacer una excepción.

Al otro día, en un evento oficial en el Distrito Federal, Rousseff dijo que en su vida había enfrentado agresiones que llegaron al "límite físico" y que no serían ataques verbales los que la abatirían o que la atemorizarían.

"Soporté agresiones físicas casi insoportables y nada de eso me sacó de mi rumbo, nada me sacó de mis compromisos", aseguró, indicando lo importante que es para ella mantener sus posiciones independientemente del tipo de presión que reciba.




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