Cabalístico

La fe es mucho más que dos días de euforia

2014-10-06

Se trata de una experiencia, de un itinerario exigente y, al mismo tiempo, feliz, pero que implica...

Autor: Carlos J. Díaz Rodríguez

No cabe duda que a Dios le bastan menos de diez segundos para cambiarle la vida a una persona y dar paso a lo que conocemos como la «experiencia fundante» porque en ella, valga la redundancia, se funda su fe católica. Por esta razón, nos toca ofrecer espacios y momentos significativos; especialmente, entre las nuevas generaciones que traen un sinfín de preguntas a cuestas. De ahí la importancia de las Jornadas Mundiales de la Juventud; sin embargo, hay que darle seguimiento al día después, cuando todo concluye y cada uno regresa a casa, a la normalidad. Quienes de verdad aceptaron dejarse encontrar por Jesús, sabrán mantenerse firmes y caminar hacia la plenitud de su vocación, pero existe una moda cada vez más generalizada en la cual, lejos de darse una experiencia fundante, todo queda en una euforia tan intensa como efímera. Y es que la fe es mucho más que subir a las redes sociales un pensamiento del Papa (que no está nada mal hacerlo) o ver el mundo color "rosa".

Se trata de una experiencia, de un itinerario exigente y, al mismo tiempo, feliz, pero que implica realismo, sabiendo mantener la mirada en el cielo, en la vida que vendrá, pero los pies sobre la tierra; esto es, en el contexto al que habrá que integrarse sabiendo distinguir con paz y claridad entre el bien y el mal, entre lo que construye y lo que hace daño. Es preocupante, por ejemplo, encontrarse con algunos jóvenes que se van de misiones durante la Semana Santa y que, al regresar, llegan contentos, entusiasmados, dispuestos a tomarse enserio su pertenencia a la Iglesia, pero que al cabo de dos o tres días vuelven a sacar a Dios de la jugada, haciendo de la fe un adorno o, lo que es peor, un trofeo para echárselo en cara a los demás: "me fui a misionar porque soy muy bueno y no como el resto de la sociedad que prefirió quedarse en la playa…" Sin duda, una frase al más puro estilo de los fariseos. ¿Qué hacer entonces? Ponerles las cosas en claro. Durante la formación previa a las misiones, hacerles ver que es una gran oportunidad para conocerse a sí mismos desde la relación con Dios presente en la oración, los sacramentos y las personas necesitadas que acompañarán, pero que de ninguna manera puede quedar condicionada su fe a los sentimientos que vienen y con la misma se van. Creer es un acto de la voluntad iluminado por el Espíritu Santo y, como tal, requiere esfuerzo y constancia. No es cosa de una tarde, sino de la vida entera.

Coincidimos en que hay que aprovechar las redes sociales para dar a conocer la fe, pero disentimos en que eso sea lo único importante, cuando está en juego la propia vida, lo que sucede más allá del monitor de la computadora o del ordenador. La tecnología, al servicio de la dignidad del ser humano, siempre será una buena noticia, digna de ser fomentada por todos los medios posibles, pero no podemos mostrar una fe virtual que no coincida con nuestra vida. Quizá aquí estamos ante la esencia del problema. Querer vender una versión fabricada de quiénes somos en realidad y, por desgracia, la fe puede tomarse como slogan de publicidad personal. Cosa distinta cuando publico lo que verdaderamente creo y trato de vivir pese a mis pecados y limitaciones. Tampoco se trata de saturar las redes con un sinfín de imágenes piadosas, pero sí de ser congruentes y, de vez en cuando, compartir algún texto o video que pueda ayudar a otros en su camino tras las huellas el Evangelio por medio del binomio "Fides et ratio" (fe y razón).



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