Atrocidades

Horror igualteco

2014-10-06

El impacto directo afecta al (des)gobernador Ángel Aguirre Rivero y al partido al que se...

Julio Hernández López, La Jornada

El horror igualteco (más resonante que otros debido a la condición estudiantil y opositora de las presuntas víctimas, pero a fin de cuentas uno más de los hechos abominables que diariamente suceden en distintas partes del país) pone en su justa dimensión catastrófica los ensueños de primermundismo reformista y pactista que comparten la administración federal ya expresamente fallida, los gobiernos estatales ocupados en su inmensa mayoría por personajes pusilánimes, corruptos y acomodaticios, las presidencias municipales extendidamente dominadas por implacables bandos de criminales (también) organizados y el tinglado de intereses y complicidades de jerarquías legislativas, judiciales, empresariales, religiosas y mediáticas que sistemáticamente han llevado al país (beneficiándose con mayúsculas en ese trayecto) a la terrible situación actual del país.

El impacto directo afecta al (des)gobernador Ángel Aguirre Rivero y al partido al que se acogió de manera oportunista para hacerse candidato ‘‘de oposición'' en Guerrero (abanderado del PRD cuando apenas iba dejando el PRI, partido éste por el cual fue gobernador sustituto de Rubén Figueroa luego de otra masacre, la de Aguas Blancas, en Coyuca de Benítez, en 1996). Aguirre ha incumplido gravemente las expectativas ‘‘izquierdistas'' y las de la ciudadanía en general, entregado a un estilo ligero y desapegado, como lo ha demostrado su lamentable respuesta ante la crisis de los estudiantes de Ayotzinapa y la insensible irresponsabilidad de aplicarse más a la grilla del PRD en su consejo nacional que a la búsqueda comprometida de los normalistas rurales.

De colección, como estampas del álbum de la infamia nacional, las fotografías del sonriente Aguirre junto a otros gobernadores de origen perredista, mano sobre mano como mosqueteros comprometidos en algún salón de lujo del Distrito Federal, en víspera del consejo nacional del sol azteca y unas cuantas horas antes de que en Iguala comenzara la develación del sitio exacto donde se encontrarían los restos calcinados de jóvenes. Una fotografía puesta por Carlos Navarrete la misma mañana en que ya estaban militares, policías y equipo forense en Iguala muestra también a Aguirre sonriente y solidario con el nuevo dirigente del partido del sol azteca.

La dimensión de la tragedia de Iguala también vuelve explicables los insólitos avenimientos extremos del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Show, ante los resolubles puntos petitorios presentados por un movimiento estudiantil, el del Instituto Politécnico Nacional, al que a todo respondió ‘‘positivamente'' la histórica mano dura de Bucareli, acentuada su pesadez en esta administración que ha desoído a muchos movimientos o ha hecho como que los oye pero no les resuelve como, por dar un ejemplo evidente, el de los profesores de la CNTE.

La administración peñista, obviamente poseedora de información rápida y de primera mano sobre lo sucedido realmente en Iguala, pretendió instalar oportunamente la impresión de que no es contraria a los intereses estudiantiles sino servidora de ellos casi en alfombra roja, con el propio Osorio Show, de denso historial adverso a movimientos sociales y populares en Hidalgo, como comprensivo, casi abnegado satisfactor de cuanto quisieran ‘‘los chavos''. El martes, durante su primera aparición como conductor de reality shows sobre templete, insistió sugerentemente en resolver el pliego petitorio allí mismo, ese mismo día, si le daban solamente 30 minutos para hablar con una comisión estudiantil.

Otro ejemplo de la urgencia del peñismo-chonguismo por colocarse a tiempo como los buenos de la película, los súbitos gobernantes benévolos, se produjo durante la marcha del 2 de octubre, en la que se desactivó la estrategia provocadora de Miguel Ángel Mancera de encapsular toda manifestación pública y generar confrontaciones directas. Esta fue la caminata recordatoria de Tlatelolco 68 menos vigilada por la policía, con provocadores encapuchados apenas simbólicos, en un esfuerzo contrarreloj de los depredadores oficiales por reconfigurarse escenográficamente como estudiantiles Caperucitas Rojas.

El doloroso episodio de los jóvenes asesinados en Iguala no es responsabilidad solamente de ciertos personajes encumbrados o partidos pactados (por cierto, ¿acabará ganando el salinismo con lo que sucede en Guerrero, al poner en entredicho, casi en jaque mate, la pretensión de que los servicios del PRD a Los Pinos se paguen con la gubernatura guerrerense para el bien visto por EPN y Televisa Armando Ríos Píter? ¿La caída del PRD en Guerrero creará condiciones para que el tío Carlos instale a su sobrina Claudia Ruiz Massieu, actual secretaria federal de Turismo, como candidata al cargo que ocupó su padre, asesinado por el mismo sistema que sabe pagar y castigar? ¿El pago al sol azteca quedará solamente en otro legislador bien portado y muy apreciado en Los Pinos, Silvano Aureoles, en Michoacán?)

Más allá de nombres, apellidos, cargos y partidos, el nuevo ensueño primermundista del salinismo retocado (la esencia predomina en esta segunda versión, aunque pugnas y recelos distancian operativamente a los personajes cumbre) topa, como en 1994, con la terca realidad de la miseria y la injusticia, esta vez agravada por el factor desgarrador, inhumano, de la violencia a cargo de cárteles y por la inviabilidad institucional cada vez más marcada. Crímenes políticos, aunque no de la dimensión de hace 20 años; sublevaciones sociales hasta ahora contenidas, contubernios inocultables entre narcotraficantes financistas de campañas y candidatos (el cártel Beltrán Leyva, contribuyente y estructurador de tarjetas Monex, para compra de elecciones que consolidaron pactos entre el poder priísta y sus aliados perredistas y panistas, con ramificaciones como las de Iguala).

Y, mientras al templete montado afuera de Bucareli corresponde ahora el montaje de la dosificación de resultados en Iguala, en un proceso que según las autoridades tomará entre 15 y 60 días en precisar si los restos encontrados en fosas clandestinas corresponden a los normalistas

 



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