Reportajes

Pobreza y miedo, el saldo del conflicto armado en las zonas rurales de Colombia

2014-11-27

Durante dos años, los subversivos y el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, han estado...

Por Sara Schaefer Muñoz, The Wall Street Journal

TANGUI, Colombia—Un día reciente, residentes de este poblado húmedo en el noroccidente de Colombia miraron con pavor cuando un grupo de guerrilleros marxistas llegó al conjunto de casas con techo de lata y colgó un letrero proclamando que la localidad estaba bajo su control.

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Durante dos años, los subversivos y el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, han estado enfrascados en conversaciones de paz para poner fin a un conflicto armado que dura más de medio siglo. Pero la llegada de la guerrilla es un recordatorio de que Tangui, así como numerosos pueblos pequeños en el pobre y remoto departamento del Chocó, siguen en medio de un enfrentamiento que ha ayudado a sustentar una cultura de terror, violencia y pobreza.

"Hay jóvenes que nacieron en el conflicto, viven en el conflicto, y no conocen la paz", dice Ángel Denis Mosquera, de 89 años, cuyo hijo fue asesinado por la guerrilla y quien vive cerca del nuevo letrero. "La situación acá en el Chocó ha sido terrible. Le pido a Dios que por favor nos regale la paz".

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Mosquera y otros residentes de Chocó, donde la población predominantemente negra e indígena vive de los recursos de una red de ríos enlodados, tienen mucho en juego en las conversaciones de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias, o Farc. Así que cuando los diálogos fueron suspendidos el 16 de noviembre, después de que la guerrilla secuestrara a un general del Ejército, los pobladores se preguntaron si alguna vez verán la paz.

Soldados vigilan Las Mercedes, donde las Farc secuestró a un general este mes. Carlos Villalón para The Wall Street Journal

"Indirectamente estamos secuestrados también", dijo Mosquera, recordando los problemas de vivir en una zona de conflicto década tras década. "No sabemos qué viene de un día a otro".

La incertidumbre es palpable acá mientras el gobierno y los comandantes de las Farc tratan de negociar la entrega del general Rubén Darío Alzate y dos de sus compañeros que fueron secuestrados en una población cercana.

Los guerrilleros han dicho que los entregarán, con el fin de reactivar las conversaciones, pero no antes de que el Ejército suspenda las operaciones en la región. El Ministerio de Defensa respondió que las unidades militares solo están desplegadas para proteger a la población. La guerrilla respondió el martes con lo que el gobierno consideró un buen gesto, al liberar a dos soldados que había secuestrado el 9 de noviembre en el departamento de Arauca.

Cientos de pequeños enclaves en este país de 47 millones de habitantes, como estos de Chocó, han quedado suspendidos en una existencia precaria durante un conflicto armado que se ha prolongado durante 50 años, mientras que el ejército combate a los subversivos en sus reductos selváticos.

En Chocó, uno de los departamentos más pobres de un país que se promociona como amigo de la inversión y de desarrollo acelerado, el conflicto ha exacerbado la pobreza y frenado el desarrollo, dicen funcionarios del gobierno y economistas.

Eso es lo que el conflicto ha significado para poblados como Medio Bete, un enclave donde sus residentes se preparaban para pasar días de hambre. Después de un enfrentamiento entre la guerrilla y el ejército cerca al pueblo, los operadores de lancha sintieron miedo de transitar por el rio para vender la nueva cosecha de banano que sería vendida a cambio de pescado y provisiones.

Residentes de Las Mercedes viendo televisión. Carlos Villalón para The Wall Street Journal

Si "las lanchas no van, uno pasa hambre y los niños no pueden comer" dijo Ana Mosquera, de 40 años.

Buena parte de esta región ha permanecido aislada de la modernidad. Los pobladores de Chocó viven del serpenteante Río Atrato y sus afluentes, por los que los indígenas Emberá avanzan en silencio en canoas hechas a mano y los caseríos se ven enmarcados en la flora natural.

Pero a pesar de la belleza natural, las familias carecen de servicios de salud básicos y viven de una dieta de pescado, banano y yuca. La escuela de Medio Bete nunca ha recibido pupitres o libros. La expectativa de vida promedio en el Chocó es de 54 años, según la ONU, dos décadas por debajo del promedio de Colombia.

"No hay nada. Aquí nadie pone empresa", dijo Ana Mosquera

Ubicado en medio del Caribe y el Pacífico, y fronterizo con Panamá, Chocó ha sido desde hace tiempo usado por varios grupos armados para traficar cocaína. La guerrilla, los paramilitares y los carteles del narcotráfico se pelean las rutas de la droga, mientras que la violencia se extiende a las comunidades o las deja abandonadas, olvidadas por el Estado.

Entre 1997 y 2013, más del 40% de la población del departamento de alrededor de 500.000 habitantes se ha visto obligada a abandonar sus hogares debido a la violencia, dice el centro de estudios Washington Office on Latin America, que se basó en cifras de informes de derechos humanos. Río abajo del lugar donde el general fue secuestrado se encuentra el escenario de una de las mayores atrocidades del conflicto: el ataque de las Farc a una iglesia en 2002, que mató a 119 personas, muchas de ellas niños.

Un grupo de residentes de Medio Bete, donde rebeldes y soldados se enfrentaron este mes. Carlos Villalón para The Wall Street Journal

Los pobladores de la región dicen que tienen que aguantar los caprichos de los grupos armados. Hace apenas unos meses, rebeldes armados con rifles llegaron a la población de José de Buey y ordenaron de inmediato a sus habitantes que empezaran a plantar jardines alrededor de sus casas de madera, limpiaran la maleza del cementerio y asearan la localidad, dijo Cristóbal Gonzalo Córdoba, el representante municipal electo.

Los residentes dicen que le tienen pavor a las Farc, que se sabe asesinan a aquellos que son sospechosos de colaborar con el ejército.

"Todavía se puede sentir el susto", dijo Córdoba, recordando el episodio. El hombre afirma que los pobladores viven en zozobra esperando que la guerrilla vuelva, como siempre. "¿Vienen? ¿Van a venir con armas?, preguntó.



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