Charli XCX, la próxima explosión del pop

Daniel Dumas, The Wall Street Journal

La cantautora Charli XCX, de 22 años, está sentada en el camerino del sótano de Slim's, la clásica sala de conciertos de San Francisco. En pocas horas dará un recital con entradas agotadas ante una multitud de hipsters y preadolescentes del área de la Bahía de San Francisco, la última parada de su gira por 20 ciudades de Estados Unidos y Canadá para promocionar Sucker, su segundo álbum.

En el escenario es cautivadora —salvaje, como un derviche pelinegro— pero ahora es jovial y afable, charla con la banda, sopesa sus opciones de vestuario y soporta a los estilistas que le arreglan el pelo mientras conversa sobre temas que van desde sus colegas Britney Spears y Lorde hasta la serie de culto Twin Peaks y Quentin Tarantino.

Las referencias hablan por sí solas: al igual que Tarantino, la británica Charli prefiere el pastiche, y combina en su música el descaro adolescente, la angustia de los años 90, y la oscura y moderna gama de pop electrónico y sintético hasta causar un efecto embriagador y hechizante. Y aunque su nombre no tiene aún el reconocimiento global de Lorde o Britney Spears, eso podría cambiar con Sucker. Aclamado por la crítica, True Romance, su primer álbum, de 2013, pasó sin gran ruido de ventas. Aun así, hoy es difícil pasarla por alto. Boom Clap, el pegadizo sencillo de su nuevo álbum, apareció en la banda sonora de la película Bajo la misma estrella. Fancy, que grabó con la rapera australiana Iggy Azalea, estuvo siete semanas en el tope del ranking Billboard Hot 100. Tal vez más importante para su fama ha sido I Love It, el electrizante tema del dúo sueco Icona Pop que ella escribió y en el cual participó, que apareció en programas de televisión tan dispares como Glee y Girls.

Charli es también una compositora de referencia para grandes nombres como Rihanna y Gwen Stefani. Con frecuencia considerada una mezcla de indie y convencional, esa distinción, para su beneficio, se está desintegrando. Charli está demostrando, al igual que artistas como Grimes y Sky Ferreira, que es posible trabajar dentro de la aspiradora de talentos que es la industria musical y mantener la integridad estética.

Sucker es un ejemplo de ello: aunque reverbera con actitud punk, entretejidas en su marco sónico están las influencias que son personales y, a primera vista, incongruentes. "Estaba inspirada por las chicas de los 60", dice. "Especialmente del pop yé-yé de Francia, como Brigitte Bardot y Sylvie Vartan". Pero gracias a la ayuda de productores como Rivers Cuomo, de Weezer, y Rostam Batmanglij, de Vampire Weekend, toques de un sonido más crudo retumban en la cabeza con aristas convincentes. Aunque creado con la bendición de Atlantic Records, el álbum nació en gran parte debido a su frustración con las demandas de otro éxito comercial fácil por parte de los ejecutivos de la discográfica. Charli escribió las canciones como lo ha hecho desde su adolescencia, encerrada en una habitación, en este caso de un hotel sueco.

Nacida en 1992 como Charlotte Emma Aitchison, creció en East Hertfordshire, a una hora de Londres. Su madre, una ugandesa de ascendencia india, trabajó como enfermera, mientras que su padre tenía un salón de conciertos. La música pop se convirtió en su obsesión desde que, a los 7 años, vio a Britney Spears cantando Hit Me Baby One More Time. A los 14, grababa canciones en la sala de estar de sus padres y las subía a su página de MySpace, a la vez que actuaba en lugares como pubs o raves no autorizados. Su energía atrajo la atención de la industria y Atlantic se la arrebató. Charli goza con su no pertenencia al statu quo, y eso queda claro en Slim's. Se lanza con una estridente canción sobre una ruptura —presuntamente el tema de la pieza—, se detiene y levanta el dedo medio, un gesto que bien podría estar dedicado a quien quisiera hacerle cambiar su forma de hacer las cosas. La multitud la sigue, y mil dedos medios apuntan al cielo.

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