Internacional - Política

La región aplaude la normalización de relaciones entre EU y Cuba

2014-12-22

Acabar con el embargo es algo que el propio Obama ha dicho que desea, pero es una decisión...

SILVIA AYUSO, El País

Las veces que América Latina ha aplaudido de forma unánime una acción de Estados Unidos se pueden contar con los dedos de la mano. Y quizás sobren dedos. La decisión del presidente Barack Obama de normalizar las relaciones con Cuba tras medio siglo de aislamiento que, en sus palabras, "no ha funcionado", ha sido una de esas raras ocasiones.

El continente ha reaccionado al unísono ante un reclamo que había hecho suyo desde hace décadas y que suponía uno de los mayores símbolos del "imperialismo yanqui" en la región.

Las loas a la decisión del Gobierno del mandatario demócrata han sido constantes desde que Obama sorprendiera al mundo con su decisión el miércoles 17.

Aliados clave de Washington en la región, como Colombia -que está en plena negociación con las FARC en La Habana- o México celebraron la "audacia" y el "coraje" del paso dado.

Pero también países con relaciones más tensas con EE UU como la Venezuela de Nicolás Maduro o Bolivia y Ecuador se apresuraron a saludar el "histórico" momento. "Hay que reconocer el gesto de Barack Obama, su valentía", declaraba el presidente venezolano.

Faltaba sin embargo una imagen que evidenciara que, por una vez, no existen fisuras en el beneplácito de la región, más allá de ideologías. El escenario elegido para ello era la Organización de Estados Americanos (OEA), que había previsto este lunes emitir una sencilla declaración negociada días antes donde diera el visto bueno continental y unísono al histórico paso.

A última hora sin embargo, pudieron más las viejas divisiones. Venezuela encabezó una demanda apoyada por Bolivia y Nicaragua para que el texto incluyera una mención al embargo comercial y económico que sigue pesando contra Cuba. Aunque el objetivo declarado era no salir de la OEA hasta que se aprobara una declaración conjunta, para frustración de los demás países, el reclamo reventó esa foto de unidad absoluta que la mayoría de las naciones querían haber dado.

Acabar con el embargo es algo que el propio Obama ha dicho que desea, pero es una decisión en manos del Congreso, no del ejecutivo.

El embajador de Nicaragua ante la OEA, Denis Moncada, justificaba su insistencia en reformar el texto original para que incluyera la esperanza del organismo en que "el diálogo negociado conlleve a terminar con el embargo".

"Decirlo en la OEA es una forma de estimular al ejecutivo y al legislativo" estadounidenses, dijo Moncada a periodistas. Pese a que nadie dudaba de que el organismo acabará emitiendo una declaración con el apoyo ya expresado por sus gobiernos, más de un diplomático lamentaba la imagen innecesaria de desencuentro que provocó el inesperado retraso.

Se ha perdido una "oportunidad histórica para demostrar una nueva OEA", comentaba un embajador bajo condición de anonimato.

Pese al traspié en la OEA, Estados Unidos confía en sacar rédito en el continente de su decisión.

La normalización de relaciones con La Habana "mejorará la posición de nuestro país en el hemisferio y en el mundo", afirmaba el domingo el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, en una columna de opinión en el diario Miami Herald.

Algo que con toda probabilidad se verá en la próxima cita de todo el continente, la Cumbre de las Américas que albergará Panamá en abril de 2015.

Fue precisamente en ese escenario donde EE UU se llevó uno de esos raros aplausos unánimes de la región. Era abril de 2009 y Barack Obama acababa de ordenar un tímido gesto de apertura hacia Cuba, al flexibilizar el envío de remesas y los viajes a la isla de cubano-americanos. Pero han tenido que pasar casi seis años para que ese prometedor gesto se traduzca en el cambio de política que le han reclamado a Obama prácticamente todos los presidentes latinoamericanos que le han visitado en el Despacho Oval desde entonces.

Falta sin embargo otro paso, que está en este caso en manos de La Habana: el regreso de Cuba a la OEA donde están presentes todos los demás países, pese a diferencias ideológicas.

La OEA levantó en 2009 -con el visto bueno de EE UU- la histórica suspensión que había mantenido a Cuba alejada del organismo hemisférico desde 1962, a instancias precisamente de Washington. La Habana sin embargo dejó claro de inmediato su desinterés en reintegrarse en una organización que considera superada por otras instituciones regionales como la Celac o Unasur, donde ya participa activamente.

Su regreso a la OEA -al fin y al cabo el único organismo que reúne a todos los países del continente americano, desde Argentina a Canadá- tendría sin embargo un significado más profundo: para volver a entrar en el hemiciclo de países en el histórico edificio en Washington, La Habana debe aceptar la Carta Democrática Interamericana -y su cláusula democrática- que desde 2001 se ha convertido en un estándar básico de la organización.

Venezuela intenta colar una condena a las sanciones de EE UU

Venezuela intenta aprovechar la declaración que la Organización de Estados Americanos (OEA) negocia para manifestar su apoyo a la normalización de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba para tomarse la revancha por la imposición de sanciones a altos funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro decretada por Washington.

No ya solo está dilatando Venezuela, junto con Bolivia y con apoyo de Nicaragua, la aprobación de un texto sencillo y consensuado con la presentación de una enmienda que incluya una mención al embargo estadounidense sobre Cuba. Además, su representante alterna ante la OEA, Carmen Velásquez, hizo una propuesta de última hora para incluir en el texto algo que nada tiene que ver con la situación bilateral: una condena general a las sanciones a terceros países.

El párrafo que Venezuela quiere incluir, "aprovechando la experiencia de toda esta situación", según Velásquez reza: "Hacemos votos porque se erradique la práctica internacional de imponer sanciones unilaterales contra Estados soberanos".

Justo un día después del histórico anuncio del restablecimiento de relaciones con Cuba, el presidente Barack Obama firmó la Ley de Defensa de los Derechos Humanos y la Sociedad Civil de Venezuela 2014. La normativa impone sanciones contra medio centenar de funcionarios del Gobierno de Nicolás Maduro considerados responsables de violaciones de derechos humanos en las protestas opositoras suscitadas entre febrero y junio.

La decisión provocó la indignación de Maduro que, un día después de haber saludado la "valentía" de Obama respecto a Cuba, calificó de "insolentes" las nuevas sanciones. A la par, advirtió a Washington en contra de subestimar "la fuerza y la conciencia del pueblo venezolano".



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