Policrato Philodemos

Política a la mexicana: Un fanatismo convenenciero

2015-01-11

En el México actual los tecnócratas que nos gobiernan desprecian a sus gobernados y...

Almirante Manuel Rodríguez Gordillo

"Para triunfar en la política se requiere
olvidar la dignidad y practicar la pleitesía
al poderoso en turno"

"Entre la lisonja cortesana y la descalificación dogmática"

Antes de adentrarme en el tema que sirve de título a esta cuartilla, quiero señalar que un individuo servil siempre será un tirano en potencia, afirmación que me atrevo a dejar asentada después de haber hecho un largo repaso histórico, analizando las personalidades y conductas de los individuos a quienes se les recuerda por haberse distinguido como déspotas en el ejercicio del poder y a los que trascendieron como cortesanos y lacayos incondicionales sin dignidad, sentencia y comentario que son aplicables al análisis de la política en nuestro país.

De la misma manera vale recoger del pasado las palabras de aquel viejo sabio que fue uno de los más serios y sobrios presidentes de la república que ha tenido México en los tiempos modernos, Don Adolfo Ruiz Cortines, ejemplo de probidad y honradez, cuya imagen y dimensiones han crecido con el tiempo, cuya sentencia es la siguiente… (Sic.) "En la política hay que aprender a tragar sapos mostrando una sonrisa".

He considerado conveniente dejar establecido lo anterior como premisas, que podrán ser útiles para interpretar mejor el presente escrito, que busca desentrañar, poniendo en claro los orígenes y la manera en que se entiende y conduce la política en México, aceptando de antemano que la política es el arte de gobernar, así como la conducta que desarrollan quienes gobiernan o aspiran a dirigir una sociedad.

Derivado de los postulados anteriores podemos resumir que, la política implica necesariamente la búsqueda para conquistar el poder, entendido este como relación social, puesto que no se puede gobernar como autoridad sin tener el poder para ser obedecido.

En el presente ensayo se descarta analizar el comportamiento del poder absoluto e irracional, obtenido por la fuerza y que se mantiene por medios ajenos a la legalidad como sucede en las tiranías, también se descarta al poder que impone la obediencia a través del miedo, y no por el convencimiento o el consenso democrático.

ANTECEDENTES

LA COLONIA: Nueva España

El quehacer político que se practica en el México actual está fuertemente influido por la herencia de un proceso histórico, que se inicia tras la conquista del Anahuac por Hernán Cortés, y que aún mantiene alguna de las características de dicha época, cuando muchos de los cargos de gobierno se daban como concesiones a familiares, o erancomprados a la corona del imperio español, sistema de adjudicación que explica la actitud que asumían ya en el ejercicio de los cargos públicos, a los que consideraban como patrimonio personal y por lo mismo, sujetos a las leyes y costumbres para un bien heredable, al que se podía negociar, lo que se derivaba en corrupción, que aun persiste y forma parte de la idiosincrasia de muchos de nuestros actuales políticos, dado que persiste dicha mentalidad en que los puestos políticos y administrativos no son para servir, sino para servirse de ellos, lo que también se refleja en los liderazgos sindicales que practican la venta de plazas de trabajo y prevarican con las cuotas de sus agremiados.

De la misma manera y en referencia al respeto que merecían los decretos reales y las leyes, así como al estado de derecho, es notable la similitud existente con la de esa época, ya que persiste en lo general la vieja sentencia colonial (Sic.) "Se acata pero no se cumple", que busca disculpar de manera cínica la desobediencia a las leyes y preceptos.

Otro de los factores que influyeron en la conducta de quienes llegaron de allende el mar durante la colonia para "Hacer las Américas", fue que durante su estancia mantuvieron viva la perspectiva de retornar a la "madre patria", una vez conseguida la riqueza suficiente para llevar una vida de opulencia en España, lo que dicho en otras palabras, no vinieron para crear una nación e integrarse en ella, sino solamente para enriquecerse y regresar ricos (tal y como lo hacen actualmente la mayoría de nuestros compatriotas cuando emigran a los Estados Unidos de Norteamérica en busca de trabajo), razón por la cual nunca elaboraron planes de desarrollo a largo plazo para el territorio de la Nueva España (que hoy consideraríamos como proyecto de nación), como tampoco les preocupó crear la infraestructura para el desarrollo de este territorio, pues no casaban su porvenir y bienestar con el de la Nueva España, como hasta la fecha parece ser la mentalidad de muchos de nuestros políticos, quienes siguen tomando a México como botín, solo para enriquecerse, lo que es fácil de deducir cuando los vemos colocar su dinero (generalmente prevaricado desde sus cargos en la administración pública), en bancos extranjeros y adquirir mansiones en otros países, rara vez en México.

INDEPENDENCIA Y LA REFORMA:

Quienes realizaron la independencia de nuestro país no fueron personajes de naturaleza diferente a los que hicieron la conquista, y gobernaron durante los 300 años de la época colonial, sino descendientes y herederos culturales de ellos, ya que fueron educados bajo los mismos términos y valores, por lo que repitieron el mismo comportamiento con sus vicios y costumbres, siguiendo los modelos coloniales para el ejercicio de la política y para gobernar, con la variante de que siendo independientes y soberanos ya no tenían que obedecer a un poder que ordenaba desde ultramar, circunstancia que dio lugar a los cuartelazos y asonadas en la lucha por el poder, ante la existencia de gobiernos fallidos e intervenciones extranjeras que aprovecharon la debilidad manifiesta del país, producto de la inestabilidad política y la desunión (madre de loa cacicazgos), situación caótica que perduró hasta el último tercio del Siglo XIX, en que se dio la consolidación del país y de un concepto claro y definido de nacionalidad, bajo los gobiernos emanados de la reforma y la dictadura de Porfirio Díaz.

LA REVOLUCIÓN:

En este período de reacomodo político, nacido del levantamiento popular ante la desigualdad social, no cambiaron las cosas ni la mentalidad del quehacer político, sino solamente cambiaron los jerarcas, quienes surgieron de la "Bola", cuando los diferentes caudillos que lucharon contra el gobierno y pelearon entre sí, buscando quedarse con la mayor parte del botín que ha sido México, caudillos y caciques que acabaron poniéndose de acuerdo al estilo mafioso, repartiéndose el país, y continuando la tradición de hacer política y gobernar según los ya citados cánones que se aplicaron por primera vez durante la época colonial.

LA ACTUALIDAD:

En primer lugar y para conocer la dimensión de los conceptos políticos que se manejan en nuestro país, hay que señalar que actualmente entendemos como "Democracia electoral", al proceso en el que la ciudadanía elige y vota por uno de los individuos (previamente seleccionado por alguno de los partidos políticos, registrado y aceptado por el gobierno), para que ocupe un puesto político, sin que el votante haya intervenido en la selección de dicho candidato, esto es, el ciudadano no participa para escoger quienes lo gobernarán, sino que solamente tiene la opción de entregarle su voto a uno de los que ha escogido la élite política de un partido, debido a que las leyes electorales (reglamentarias del precepto constitucional que le otorga al ciudadano el derecho a votar y a ser votado), en su aplicación le escamotea ese derecho de escoger a quien el quisiera para el puesto en disputa.… ¿Podremos llamar a eso democracia electoral?

La propaganda oficial y oficiosa bombardea diariamente a la ciudadanía a través de todos los medios de difusión masiva, con campañas publicitarias que pretenden sostener el dogma de que el acto democrático se circunscribe solamente a la participación ciudadana en los comicios depositando el voto en las urnas......  busca también descalificar los reclamos legítimos que aparecen durante las elecciones, denunciando las trampas que el mismo sistema inventa para escamotear la voluntad popular cuando ésta le es adversa en las urnas.

En este escenario, que por cotidiano se toma como normal, podemos observar que la cultura de la trampa en política electoral es una práctica común en México, donde los partidos solamente se acercan a las masas populares durante sus campañas proselitistas, previas a las elecciones, prometiendo maravillas de bienestar que nunca han cumplido, regalando baratijas entre la población más necesitada como forma de comprar sus votos.

Dentro de este abanico de triquiñuelas al que echan mano los políticos en campaña, se encuentran el cambio de urnas después de la votación, la sustracción de boletas electorales y su rellenado  con votos apócrifos, las amenazas corporativas de los sindicatos y asociaciones para inducir voluntades electorales entre sus agremiados, la doble votación, el acarreo con secuestro de las credenciales de elector, los sobregiros en gastos de campaña y las demás vivezas gansteriles, que son comunes de los partidos en los períodos electorales, mismas que han bautizadas eufemísticamente como acciones de "Ingeniería electoral", que ya consideran indispensables en su estrategia, que "de facto" parece "legalizada" como "usos y costumbre".

Al margen de la herencia colonial ya descrita en párrafos anteriores, en México se institucionalizó la cultura del fraude político cuando el "Jefe Máximo", Plutarco Elías Calles repartió al país entre los caudillos que secuestraron el movimiento de 1910, integrándolos en un sistema corporativo al servicio del presidente en turno ( Partido Nacional Revolucionario, antecesor del P.R.I. actual ) con el fin de acabar las luchas entre ellos y crear un sistema que pudiera perpetuarse en el poder (sin la intención de instaurar democracia alguna, ni sustentar algún tipo de desarrollo independiente del exterior o para diseñar un modelo de nación.

Sin embargo al paso de los años y a pesar del sistema gobernante, se fue dando una lenta evolución de la sociedad civil que vislumbró la posibilidad de justicia, bienestar y democracia tomando como ejemplo las experiencias de otros países que se desarrollaban política y económicamente, dando lugar a que la ciudadanía ansiosa de mayor libertad y bienestar fuera reclamando cada vez con mayor vehemencia, espacios más amplios de participación en la vida política de México, a pesar de la represión totalitaria del sistema que se negaba a entregar a los ciudadanos organizados alguna cuota del poder absoluto que ejercía.

De esa manera y muy lentamente dejamos de ser masas inertes y manejables como súbditos de una dictadura de partido, para ascender por el difícil camino de la participación democrática y el derecho a criticar los actos torcidos del gobierno; En ese esfuerzo de la ciudadanía organizada surgieron los partidos de oposición al sistema y a su maquinaria corporativa del poder, que a pesar de sus trampas y escamoteos electoreros fue dejando de ser mayoría absoluta en la Cámara de Diputados aunque sigue sin renunciar al su tradición demagógica y de timos electorales que no se detienen ante el delito, con tal de perpetuarse en el poder, por el poder mismo.

Es una regla universal que por encima de cualquier legalidad que se aduzca o de cualquier modelo político, económico y social que se diga seguir, que lo único que legitima la permanencia de un gobierno es la búsqueda del bien común....... cuando las acciones de quienes gobiernan a un pueblo se desvían de esta finalidad nace el derecho de la sociedad a la rebelión para destituir a quienes la dirigen........ pues la política es el arte de gobernar para el bien común y no las artimañas para someter y explotar.

La tecnocracia actual que nos gobierna carece de sensibilidad social y de metas políticas para el desarrollo social equilibrado de México sin renuncia de la soberanía, confunde gobernar con administrar una tienda de abarrotes o una empresa trasnacional...... actúa como si el gobierno del país fuera el manejo de cifras vacías de vida y de contenido social, convirtiendo la administración pública en algo impersonal en donde los habitantes se convierten en cifras a contabilizar y en estadísticas, que solo sirven para medir las ganancias como financiero dedicado al agio, y no a dirigir una sociedad humana hacia el bienestar.

Partiendo de dicho fundamentalismo monetarista los tecnócratas aceptan el neoliberalismo de libre mercado como sistema económico, al que han subordinado la actividad política suponiendo que la búsqueda de lucro es compatible con la justicia social..... que es tanto como creer que un comerciante renunciará a la ganancia para buscar el bienestar de la sociedad........ esa falta de oficio político y sensibilidad social, aunada a su incapacidad imaginativa para encontrar alternativas distintas a las que aprendieron en Harvard, los ha llevado a persistir en un esquema de explotación inmisericorde de la población, a una entrega de nuestros bienes al extranjero y a privilegiar al agio sobre la inversión productiva.

No les preocupa el hecho de estar construyendo la infraestructura para hacer de México un país maquilador, de analfabetas tecnológicos y dependiente del extranjero, mientras su contabilidad de fenicios arroje unas supuesta sanidad en las cuentas macroeconómicas, sin importarles que la mayoría del pueblo vea mermado su patrimonio y arrebatadas las esperanzas de bienestar; En su ceguera no ven la turbulencia social que están alimentando de manera suicida y creen que pueden manejar al pueblo como si fuera una recua de imbéciles.

Actualmente en nuestro país los partidos políticos se han convertido en los depositarios de las distintas concepciones de organización político-social para alcanzar el bien común y ofrecen alternativas a la ciudadanía para que elija la mejor forma de alcanzarlo........ a menos que en vez de partidos políticos sean tránsfugas ideológicos y oportunistas explotadores, o cómplices disfrazados del sistema, que solo buscan dividir a la oposición ciudadana para apoyar la perpetuación del corporativismo político oficial.

No puede existir ningún argumento válido de un gobierno nacional para que a un pueblo se le sacrifique para beneficio del exterior o de una élite, a menos que estemos hablando de una colonia gobernada por procónsules de alguna metrópoli, que tienen como objetivo la explotación de la riqueza nativa para sacar el mayor provecho posible, situación que no es aceptable para México, ni la economía de guerra a la que está siendo sometida la población.

En toda organización política, económica o social, sucede lo mismo que en la materia orgánica, la corrupción siempre acompaña a la descomposición de su tejido y a la disolución del cuerpo, y es un síntoma de decadencia, en el caso de un grupo político o de un sistema social, la corrupción se produce por el abandono de la legalidad y de los valores indispensables para la convivencia.

La corrupción alcanza todo y ningún precepto tiene vigencia al torcerse su forma de aplicación, pues tampoco escapa a la decadencia del sistema en su conjunto......... la historia nos enseña que el único remedio contra la corrupción es la democracia, entendiéndola como participación permanente de la ciudadanía en la cosa pública ( Incluyendo el ejercicio del sufragio en las elecciones ), vigilando que las decisiones de las autoridades que gobiernan sean transparentes, legales y que tengan como finalidad el bienestar general, que es donde tienen su campo de acción los partidos políticos como expresión organizada de las inquietudes ciudadanas que buscan el poder para alcanzar el bienestar común. Su deber es mantenerse vigilantes del quehacer de las autoridades para apoyarlas o para defenestrarlas, según actúen a favor o en contra del beneficio de las mayorías.

En el México actual los tecnócratas que nos gobiernan desprecian a sus gobernados y llaman a esto populismo, como déspotas que se creen ilustrados, pretenden tratarnos como a menores de edad e ignorantes, pretendiendo hacernos creer que la economía de la nación y el quehacer político son dos entes separados y sin relación alguna.

Ante todo esta red de trampas, complicidades, corrupción generalizada en el quehacer político...

¿Sería posible la existencia de una democracia sana?



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