Reportajes

Ayotzinapa: La herida no cierra en México después de cuatro meses

2015-01-26

Por Andrea Sosa Cabrios

Ciudad de México, 26 ene (dpa) - Sin un cuerpo que sepultar y con la perspectiva de que quizás nunca podrán hacerlo, la herida parece imposible de cerrar para los padres de 43 estudiantes desaparecidos en México que, al cumplirse cuatro meses, hoy volverán a movilizarse para exigir su aparición con vida.

"Yo siempre he tenido fe de que mi hijo regresa", dijo Macedonia Torres, madre de José Luis Luna, de 20 años. "Estamos desesperados (...) queremos ver a nuestros hijos, queremos saber de ellos", declaró a la cadena de radio Fórmula.

Luna es uno de los jóvenes de los que no se sabe nada desde el 26 de septiembre cuando la policía municipal los persiguió en Iguala, unos 200 kilómetros al sur de Ciudad de México, y los entregó al grupo criminal Guerreros Unidos que los mató e incineró, según la fiscalía.

En un laboratorio de Innsbruck (Austria), donde se analizan unos pocos fragmentos de hueso hallados en el sitio donde se dice que los estudiantes fueron incinerados, hasta ahora han fracasado todos los intentos de obtener ADN para identificarlos salvo en un caso, el de Alexander Mora Venancio, de 21 años.

La mayoría de los desaparecidos acababan de empezar en la escuela normal rural de Ayotzinapa, un internado pobre para la formación de maestros del sureño estado de Guerrero. Tenían 18, 19, 20 años. Y el pelo corto como todos los novatos de la escuela.

Sus captores supuestamente los confundieron con sicarios de un grupo rival, la banda de Los Rojos, aunque los jóvenes les aseguraban que eran estudiantes, sólo estudiantes, según declararon varios de los cerca de 100 detenidos por este caso.

Hijos de familias pobres, campesinos e indígenas en su mayoría, estudiar en Ayotzinapa, una escuela donde podían vivir y comer además de recibir educación, era una manera de progresar.

Ayotzinapa, donde estudiaron guerrilleros legendarios de la década de los setenta como Lucio Cabañas, es una escuela considerada conflictiva para las autoridades.

Junto a la formación magisterial, los estudiantes reciben adoctrinamiento político y hacen "actividades" para reunir recursos, que pueden ir de un simple "boteo" (pasar la alcancía) a la toma por la fuerza de casetas de pago de autopistas para cobrar el paso a los automovilistas.

Según los compañeros de los desaparecidos, a Iguala -una ciudad ubicada a 250 kilómetros de su escuela camino a la capital- habían ido a recolectar fondos y a apoderarse de autobuses para poder participar el 2 de octubre en una marcha en Ciudad de México por la matanza estudiantil de 1968.

Ese día la esposa del alcalde José Luis Abarca, ahora detenida igual que él y acusada de pertenecer al cártel Guerreros Unidos, encabezaba un acto al aire libre que pretendía ser su lanzamiento político para suceder a su marido.

Y la orden del alcalde fue que los estudiantes no llegaran a sabotear el acto. La policía entonces persiguió sus autobuses con el resultado de seis muertos y 25 heridos, además de los 43 desaparecidos. Uno de los lesionados, Aldo Gutiérrez, de 19 años, lleva más de 120 días en estado de coma.

Tres de los muertos ni siquiera tenían que ver con Ayotzinapa: una mujer que iba en un taxi, el chofer de un autobús del equipo de fútbol de tercera división Avispones de Chilpancingo y un futbolista de 15 años.

A ese autobús la policía lo confundió con los autobuses de los estudiantes, y la tragedia de los futbolistas no fue peor porque su vehículo volcó y se trabó la puerta, mientras la policía les disparaba.

"Vamos a seguir hasta el fin", aseguró hoy Maximino Hernández, padre de Lorenzo, de 19 años, otro de los desaparecidos. Se siente cansado pero dice que no puede abandonar la búsqueda. "Ellos no están muertos y si están muertos hacemos responsable al gobierno".

Con la voz cortada, hablando rápido y con las palabras encimándose una sobre otra para expresar su dolor, Macedonia Torres rechaza la posibilidad de que su hijo esté quemado hasta ser ceniza, que no quede nada de él.

"Le pido a dios que estén vivos. Vivos los agarraron, vivos los queremos", afirmó. "Sabemos que los militares los agarraron, la policía los agarró. Ellos saben donde están".

En Ciudad de México este lunes en la tarde-noche el clamor de los padres volverá a tomar las calles. Y contra toda esperanza exigirán que, ahora sí, sus hijos vuelvan a casa porque sus hermanos ya los extrañan.



EEM

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