Internacional - Población

Nigeria celebra ajustadas presidenciales ensombrecidas por el terror

2015-03-26

El motivo oficial fue la ofensiva militar contra el grupo islamista Boko Haram, pero muchos...

Kristin Palitza

Abuya. (dpa) - La capital nigeriana Abuya está sembrada de carteles electorales,  muchos de ellos del actual presidente, Goodluck Jonathan. "Un buen mandato se merece un segundo. Déjennos hacer más", se lee en uno. Al lado, aparece la imagen del sonriente mandatario de 57 años con su inconfundible marca: su sombrero negro.

A las elecciones presidenciales que se celebran este sábado 28 de marzo concurren 11 candidatos: pero todo parece indicar que la contienda se reducirá a un ajustado duelo entre el mandatario Jonathan, cristiano, con su Partido Democrático Popular (PDP) y su principal contrincante, Muhammadu Buhari, de 72 años, religión musulmana y líder de la coalición opositora Congreso de Todos los Progresistas (APC).

En realidad, los comicios estaban previstos originalmente para el 14 de febrero, pero ante la presión a la que están sometidas las fuerzas de seguridad se postergó la cita electoral. El motivo oficial fue la ofensiva militar contra el grupo islamista Boko Haram, pero muchos expertos apuntaron a una maniobra del presidente para evitar una derrota electoral.

Jonatahan promete continuidad en la principal potencia económica de África, rica en petróleo, mientras Buhari se presenta como el salvador del país: "¿A quién confiarían su vida?", se lee en sus pancartas electorales, en referencia a la lucha sin éxitos del gobierno actual contra Boko Haram.

Desde 2009, los extremistas son cada vez más fuertes. Al menos 13,000 personas han muerto desde entonces en sus atentados y más de un millón y medio han sido desplazados.

Buhari se muestra convencido de poder frenar a los islamistas. El ex líder militar gobernó Nigeria durante dos años con mano de hierro tras un golpe de Estado militar en 1983.

Pese a que el actual gobierno logró importantes éxitos contra los terroristas, el noreste del país sigue siendo extremadamente inestable.

Boko Haram pretende crear un Estado religioso. El Ejército nigeriano pudo expulsar a los extremistas, que en enero controlaban 130 pueblos, en las semanas pasadas gracias al apoyo de las tropas de países vecinos. Pero la población acusa a Jonathan desde hace tiempo de fracasar en la lucha contra los islamistas.

Y el miedo a sufrir ataques sigue ahí, también el sábado, cuando están llamados a las urnas 68,8 millones de electores registrados.

Apenas unos días antes de la convocatoria electoral la milicia dio un nuevo golpe, secuestrando a más de 500 personas -decenas de mujeres y niños y también algunos hombres- en Damasak, en el norte del país cerca de la frontera con Níger, según confirmó el Ejército de ese país vecino. El control de la localidad fue recuperado la semana pasada por los soldados de Níger y Chad y los terroristas se llevaron a la gente durante su huida.

Y en medio de la violencia que no cesa, las encuestas apuntan a una ajustadísima carrera entre Jonathan y Buhari, que suman cada uno un 42 por ciento de intención de voto a sus respectivos partidos, según un sondeo del instituto de investigación Afrobarometer.

En torno a los 178 millones de habitantes del país más poblado de África son musulmanes que viven mayoritariamente en el norte, mientras el 45 por ciento son cristianos que viven sobre todo en el sur. El resto sigue diversas religiones tradicionales.

El presidente Jonathan puede sin embargo hacer gala de algunos logros: un crecimiento económico estable, una red de ferrocarriles ampliada y un mejor acceso a educación y agua potable. Pero su partido tiene algunos problemas: luchas internas lo han debilitado mientras acusaciones de corrupción indignan a la opinión pública y precios del petróleo oscilantes han afectado a los ingresos del Estado.

Pero lo peor sigue siendo el continuo miedo al terrorismo: el presidente ha estado en el poder todos estos años para combatir el terrorismo, pero no ha hecho nada, dijo Nkwachukwu Orji, del instituto Giga de estudios para África en Hamburgo. Muchos nigerianos creen que la ofensiva militar llega demasiado tarde y consideran que los fondos presupuestarios para la Defensa acaban en manos de funcionarios corruptos.

Buhari intenta aprovechar esos argumentos, mientras el presidente azuza el miedo al presentar a su principal contrincante como un musulman radical: Buhari, que ya perdió tres elecciones presidenciales y que ahora promete libertad religiosa, abogó en la campaña de 2011 por la implementación de la Sharia islámica.

Aquel año Jonathan le ganó y tras su victoria, los seguidores de Buhari destrozaron 700 iglesias y mataron a unos 1,000 cristianos.

Los analistas temen que los seguidores del político musulmán, en su mayoría de esa religión, se sientan engañados si su candidato vuelve a perder. Y un resultado ajustado podría azuzar de nuevo la violencia.



LAL

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