Reportajes
Más que vecinos
Editorial de "El País"
Nada acerca más que una frontera. A lo largo de 3.185 kilómetros, Estados Unidos y México se miran de frente y comparten uno de los espacios comunes más dinámicos del planeta. No se trata sólo de un intenso tráfico humano más de un millón de personas al día sino de una identidad que, con todas sus complejidades y desavenencias, comparten como norteamericanos.
Por la geografía, la economía, la población y el mismo idioma español ambos países son mucho más que vecinos, mal que le pese a histriones como el multimillonario estadounidense Donald Trump. Sus invectivas xenófobas contra los mexicanos dibujan las limitaciones intelectuales y morales de un personaje cuya pretensión de contender a la presidencia debería pasar con letras de molde a la historia del disparate. Como ha recordado el propio Gobierno mexicano, Estados Unidos ha forjado su grandeza en el esfuerzo mancomunado y multicultural de la inmigración. Arremeter ahora contra los nuevos migrantes no es sino negar la esencia misma de la nación más poderosa del planeta.
No es la primera vez que Trump ejercita la violencia verbal contra el sur. Estos ataques, aunque aislados, revelan la persistencia en pleno siglo XXI de antiguos prejuicios, de tópicos que ignoran la trayectoria de dos sociedades que, desde universos históricos bien distintos, marchan cada día más juntas. No son relaciones fáciles. Ninguna lo es. La amistad y la dependencia, la riqueza y la pobreza, la admiración pero también los recelos se entremezclan en este territorio compartido. Pero la realidad es tozuda. EE UU es el primer inversor en México, y México el segundo socio comercial de EE UU. El español es, después del inglés, la primera lengua en el país del norte y los habitantes de origen mexicano ya forman el 11% de su población. A ambas naciones, por mucho que vociferen los Trump de turno, les une mucho más que una frontera; les une un futuro común.
EEM
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