Internacional - Población

Colombia lucha por encontrar desaparecidos, miles de restos esperan ser identificados

2015-07-28

El equipo de personal forense, guardias de prisiones y ex miembros de las FARC han cavado una zanja...

Por Julia Symmes Cobb

CHAGUANÍ, Colombia (Reuters) - Moviendo un pico por encima de su cabeza y con el rostro bañado en sudor el ex guerrillero de las FARC rompe bruscamente la tierra aprisionada en una ladera boscosa en las afueras del pueblo de Chaguaní, en el centro de Colombia.

"Sé que la tumba estaba aquí", dice el antiguo combatiente Andrés Martínez, secándose la frente con una mano, mientras un funcionario forense comienza a escarbar con una pala.

Aunque es sólo media mañana, el equipo de personal forense, guardias de prisiones y ex miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) han cavado una zanja bajo una intensa lluvia, con la esperanza de encontrar los huesos de una víctima del violento conflicto armado de más de 50 años.

El hombre que buscan, que según Martínez pertenecía a un grupo rival, es uno de por lo menos 52,000 colombianos que han desaparecido en medio del conflicto en el que intervienen rebeldes izquierdistas, paramilitares de ultraderecha y las Fuerzas Armadas gubernamentales

La mayoría fueron asesinados y sepultados en fosas comunes a lo largo y ancho de la accidentada geografía colombiana.

En la medida que el Gobierno avanza en la compleja negociación con las FARC, defensores de derechos y familiares de las víctimas esperan que los guerrilleros revelen los sitios donde enterraron a las personas que asesinaron como parte de un acuerdo para evitar largas penas de prisión y entrar a la política.

Los grupos de víctimas advierten de que a menos que más cuerpos sean exhumados, identificados y devueltos a sus seres queridos, Colombia enfrenta un riesgo que puede afectar el posconflicto después de la firma de un acuerdo de paz.

"El pasado va a perseguirlos", dijo Christoph Harnisch, jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).

Se estima que 220,000 personas han muerto a lo largo del conflicto armado.

La violencia, que incluye la desaparición de miles de personas, ha estancado el desarrollo económico del país. El Gobierno estima que la paz podría sumar 2 puntos porcentuales a su crecimiento anual, que estaría en riesgo si el proceso se hace mal.

Los expertos sostienen que el desafío que enfrenta Colombia podría ser mayor al de Argentina, Chile y Guatemala -donde los desaparecidos de finales del siglo XX fueron en gran medida víctimas del Gobierno- porque muchos grupos armados participaron durante décadas de la confrontación, lo que complica los esfuerzos para recopilar información.

Martínez, el antiguo combatiente de las FARC, sólo pagará ocho años de prisión a cambio de información sobre víctimas del conflicto.

"¿Está el cuerpo desmembrado o entero?", pregunta el oficial de excavación Hugo Villalobos tratando de establecer la posición de los restos que buscan.

"Todo", responde Martínez, quien permanece esposado a un oficial de prisiones.

DIFÍCIL LABOR DE UBICACIÓN E IDENTIFICACIÓN

Además de la localización de fosas, por lo general en la selva o en apartadas zonas montañosas, los mayores obstáculos para la identificación son la falta de formación, financiación y equipo técnico. Y la carga de trabajo podría incrementarse con un acuerdo de paz.

"Obviamente se tiende a un aumento, un aumento exponencial", dice Álvaro Polo, director de excavaciones de la oficina del fiscal general en Bogotá, al advertir de que su actual equipo de 70 personas tendría que duplicarse.

El CICR calcula que cerca 70,000 personas permanecen desaparecidas, mucho más que la estimación del Gobierno, aunque algunas pueden no estar relacionadas con el conflicto.

Las cifras son altas, incluso para los estándares de otros conflictos latinoamericanos. En la brutal guerra civil de Guatemala hasta 45,000 personas desaparecieron. El régimen militar de Argentina dejó cerca de 30,000 desaparecidos, mientras que en Chile no se supo del destino durante la dictadura de más 3,000 personas.

"Hasta que nos tengamos unos huesos, algo que se pueda despedir de él, para mí siempre estará vivo", dijo Marcela Granados, de 28 años, sosteniendo una foto de su padre José, quien fue sacado a la fuerza de su humilde casa del departamento de Casanare, en el noreste del país, en un acto atribuido a paramilitares en 2003.

A pesar del testimonio de un vecino, quien lo vio golpeado, y a la captura de uno de los responsables, sus restos no se han recuperado.

La unidad de Polo ha recuperado 6,000 cuerpos desde 2007, un 11 por ciento de los desaparecidos que calcula el Gobierno. Casi la mitad de los restos han sido devueltos a las familias, pero otros 3,000 cuerpos permanecen sin identificar en las morgues.

Algunos tienen identificaciones preliminares, con base en declaraciones de testigos u otras pruebas, pero la mayoría son "N N puros", que significa que los investigadores no tienen una sola pista.

Las víctimas en su mayoría provienen de familias pobres de alejadas zonas rurales que carecen de comunicación, lo que dificulta la obtención de muestras de ADN para la comparación.

Grupos de derechos humanos dicen que los investigadores, bajo presión para entregar resultados, confían demasiado en el testimonio de los ex combatientes y dejan de usar otras técnicas como entrevistas con las comunidades, así como registros de movimientos de grupos ilegales armados y tecnologías como satélites y radares.

Stefan Schmitt, un experto forense alemán que se ha reunido con funcionarios del Gobierno, dice que Colombia debe compilar una base de datos definitiva porque después de que culminen las exhumaciones "llamativas" los no identificados suelen ser olvidados.

"Se termina con almacenes llenos de restos", dijo.

Pero en la búsqueda de desaparecidos es más fácil decirlo que hacerlo.

El personal suele llevar equipo durante horas por un terreno inhóspito para llegar a los sitios y pocos están certificados para usar tecnologías como un radar de penetración terrestre, dijo Polo.

Las excavaciones en zonas peligrosas requieren la protección del ejército o el transporte en helicóptero. Muchos guerrilleros capturados deciden cambiar sus testimonios o dejar de colaborar por amenazas, lo que lleva a cancelar exhumaciones.

Incluso cuando se hacen excavaciones, no se encuentran restos, al menos en la mitad de los casos.

"Con la paz viene una cosa bastante grande", dijo la antropóloga forense María Alejandra Marino, mientras empacaba su equipo después de la fallida excavación de Chaguaní, donde no se encontraron restos.



ROW

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