Turismo

El primer yate estadounidense en viajar a Cuba espera inaugurar un lucrativo mercado

2015-08-13

"El genio de la libre empresa está fuera de la lámpara y es un genio muy...

Por DUDLEY ALTHAUS, The Wall Street Journal

MARINA HEMINGWAY, Cuba—El primer yate en transportar legalmente viajeros estadounidenses a Cuba en décadas atravesó un mar misericordiosamente suave hacia este puerto histórico, dando inicio a lo que los promotores esperan sea un alza en los viajes por mar hacia la isla comunista.

El Still Water, de unos 24 metros, ancló en el puerto un miércoles en la tarde después de un recorrido de cuatro horas. A bordo del elegante yate había tres miembros de la tripulación y 12 pasajeros ansiosos por ver Cuba antes de que ocurra el agudo cambio económico y social que muchos estadounidenses esperan en el país tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana. Algunos también esperan sondear las oportunidades de negocios que una transformación de este calibre pueda presentar.

"Haber nacido en los años 50 y haber sido adoctrinados en la forma en que fuimos, es interesante poder ver esto", dijo Jack McClurg, un pasajero de 57 años, quien administra sus inversiones personales desde Colorado y navega el Caribe en su propio yate de 35 metros hecho en Italia. "Solo quiero presenciar este cambio".

El arribo del Still Water, de US$3,2 millones, en Marina Hemingway, en el extremo occidental de La Habana, marcó la primera vez que una embarcación chárter estadounidense de su tipo ha visitado Cuba legalmente desde que el embargo comercial fue impuesto por Estados Unidos a comienzos de los años 60. Los pasajeros del yate viajaron con un permiso de "persona a persona", una de las 12 clases de excepciones a la prohibición de los estadounidenses de visitar Cuba, que permite viajes con actividades destinadas a cultivar los lazos entre los estadounidenses y los cubanos.

Aunque los presidentes Barack Obama y Raúl Castro acordaron en diciembre restaurar las relaciones diplomáticas entre los dos países, el embargo comercial sigue vigente en su mayor parte. No obstante, funcionarios y empresarios de los dos lados tratan de aprovechar el acercamiento para vincular a inversionistas estadounidenses con la esperanza de Cuba de reanimar su economía.

"El genio de la libre empresa está fuera de la lámpara y es un genio muy poderoso", dijo José Viera, un diplomático cubano retirado, al grupo de pasajeros en una sesión informativa privada.

Sin embargo, poner ese genio a trabajar implica reformar la política cubana, eliminar los subsidios insostenibles de una economía esclerótica y motivar a una fuerza laboral empleada por el Estado y acostumbrada a la igualdad salarial a un esfuerzo desigual. Tan sólo la aglomeración de turistas estadounidenses que visitan la isla —la mayor esperanza de revitalización de Cuba— significaría la construcción de hoteles de calidad, puertos y redes de transporte. Hay poca infraestructura instalada que permita que esto suceda rápidamente, advirtió Viera.

Algunos de los pasajeros del yate recibieron una muestra de la tarea por delante cuando se registraron en el hotel del puerto, que en otras épocas fue moderno. Los baños no servían y las camas estaban bastante ajadas. Un guía turístico dijo que el desayuno estaba bien, pero que era mejor evitar el almuerzo y la cena.

Únicamente la Marina Hemingway y un puerto más grande que fue recientemente completado en Varadero, en la parte oriental de La Habana, están en condiciones de recibir yates de lujo, dijo Paul Madden, un agente de yates de Palm Beach, quien organizó este viaje. Madden se demoró siete meses en conseguir la autorización de EU, la única emitida hasta ahora para un yate chárter y una de un puñado otorgadas a embarcaciones comerciales de pasajeros.

Empresas de ferry y líneas de cruceros esperan pronto empezar a ofrecer sus servicios en la isla, llevando a estadounidenses que viajan bajo las excepciones de la prohibición.

Al igual que los pasajeros del Still Water, miles de estadounidenses han viajado a Cuba este año, deseosos de dar un vistazo a la menguante vida comunista. Al mismo tiempo, incontables cubanos siguen escapando de la isla hacia el norte en peligrosas balsas y pequeños botes con exceso de pasajeros por la misma ruta que usan los yates, desesperados de que el cambio no está sucediendo lo suficientemente rápido.

Los turistas de otros países, incluyendo aquellos que llegan por mar, siempre han tenido libertad de visitar Cuba. Pero cualquier embarcación comercial que la isla sin un permiso estadounidense tiene prohibido atracar en cualquier puerto de EU por seis meses.

Desde hace tiempo, algunos navegantes estadounidenses han visitado Cuba, ya sea con un permiso para llevar suministros de ayuda humanitaria o al ocultar su ruta visitando otros países en su regreso a casa. Aquellos sin permiso de EU se arriesgan a recibir una multa, a que sus botes sean confiscados o incluso ir a la cárcel. De todas formas, varias embarcaciones que estaban cerca del Still Water en la Marina Hemingway tenían banderas estadounidenses.

Madden, de 65 años, se ha asociado con Jim Friedlander, presidente y dueño de Academic Arrangements Abroad, una firma de Nueva York que lleva a pequeños grupos de personas adineradas de los mundos del arte y universitario en aventuras y giras educativas alrededor del mundo. Aunque declinaron dar detalles sobre los precios del viaje a Cuba, los socios apuntan a clientes de cinco estrellas. "Todo el mundo quiere venir antes de que las cosas cambien", señaló Friedlander, de 55 años.

Friedlander lideró en octubre un tour en un tren de lujo chárter a Irán. Saliendo de Budapest, el tren cruzó Turquía y luego fue puesto en una barcaza para cruzar el Bósforo en Estambul y el lago Van en el oriente de Anatolia. Un contenedor de carga con vino fino y otros licores fue dejado en Turquía hasta que el tren regresó de Irán.

"Estamos en una era en la no hay muchas cosas que no se hayan hecho", dijo Darren Church, quien pidió una licencia de su empleo regular como capitán de otro yate para pilotear el Still Water hacia la isla. "Esta definitivamente es una de ellas".

A una velocidad de 20 nudos después de salir de Cayo Hueso, el Still Water saltó sobre la corriente del Golfo, que fluye hacia el oriente entre Cuba y Florida antes de dirigirse al norte hacia Europa.

Tras cruzar el Estrecho de la Florida, con profundidades de casi 1,600 metros en algunos lugares, apareció la primera señal de Cuba con un destello de luz proveniente del faro en el Morro, el fuerte de la era colonial en la boca del puerto de La Habana construido por los españoles para defenderse de los piratas y otros merodeadores. El alumbrado público que delinea El Malecón, el paseo al borde del mar de la ciudad, brillaba en la oscuridad.

Una voz cubana se escuchó por el radio, dando la bienvenida y ofreciendo indicaciones para encontrar las boyas encendidas que marcan el canal. El Still Water se deslizo silenciosamente hacia el muelle, donde esperaban funcionaros médicos, de inmigración y aduana.

"En este momento pensaría que todo el mundo quiere hacer esto", dijo Madden la mañana siguiente a la llegada. "Para los estadounidenses que les gustaría venir acá y tener una experiencia completamente diferente, el poder conocer a gente y hablar con ellas, y luego poder regresar y disfrutar del yate, es lo mejor de todos los mundos".



EEM
Utilidades Para Usted de El Periódico de México