Pan y Circo

Mover a México por tv

2015-08-19

Mancera debió sentirse, junto con sus gobernados, cuando menos humillado por la...

Miguel Ángel Velázquez, La Jornada

El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, reaccionó fuerte al fichaje que se impuso a los habitantes de esta ciudad para proporcionarles un televisor, que, al encenderlo, empieza con el eslogan: "Mover a México".

Mancera debió sentirse, junto con sus gobernados, cuando menos humillado por la ejecución del programa en las delegaciones políticas de la ciudad, y frente a eso retó a comparar cifras para que se sepa quién en realidad está combatiendo la pobreza. Mancera estaba molesto con la secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, y con el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, principalmente, por la "operación pantalla", en un injusto intercambio de datos personales por un televisor, que promueve al gobierno federal.

Tras la indignación de Mancera se levantaron las voces del Instituto Nacional de Transparencia, donde se inició una investigación de oficio porque considera excesivos los datos que se recaban de los ciudadanos. Lo mismo pasó con los partidos políticos. Tanto en la Cámara de Senadores como en la de Diputados hubo indignación por el hecho, y las ONG criticaron con dureza el accionar de las secretarías federales, pero nada ha pasado.

El PRD en la capital, por alguna extraña razón, despertó y presentó una queja en la Comisión de Derechos Humanos del DF, donde también se tendrá que hacer una investigación para tener certeza del tamaño de la violación que cometió el gobierno federal; es decir, casi todo mundo se sintió avergonzado, por decir lo menos, frente al fichaje.

Lo grave de todo esto es que la humillación, luego la indignación y luego la rabia no sirvieron para nada. Cada uno de los 10 millones de mexicanos de los sectores más pobres de la población recibirá, cada vez que encienda su televisor –que pagó en parte con los datos de su identidad–, el mensaje "Mover a México", con unas esferas o puntos en verde, blanco y rojo, y otra que seguirá pagando con su atención a la propaganda que día a día, a mañana, tarde y noche, siempre que quiera ver un programa de televisión, tendrá que tragarse. Cara, muy cara le salió la pantallita.

Pero insistimos: ¿qué es lo que se puede hacer? ¿Cómo se castiga un hecho de tal magnitud? ¿Quién es el responsable? Ninguna de estas u otras preguntas tendrá respuesta, y ningún mejor ejemplo que el de la secretaria Robles ayer en la Presidencia, donde en rueda de prensa no atinó a responder ningún cuestionamiento sobre la forma en que se fichó a la gente del DF, y al parecer de todo el país, que recibió un televisor con el manido argumento del apagón analógico.

De cualquier modo, el gobierno federal debería pensar en retirar la propaganda de las pantallas del fichaje porque al final eso sí podría hacerse; lo otro: la humillación, la indignación y el enojo, ya no tiene remedio. ¡Viva la democracia!



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