Salud

Profundas raíces de sector farmacéutico en vida sexual

2015-08-22

Esas preguntas fueron cruciales para Sprout Pharmaceuticals, que el viernes recibió la...

Por MATTHEW PERRONE

WASHINGTON (AP) — ¿Cómo se mide el deseo sexual? Si uno es un laboratorio farmacéutico que trata de obtener la aprobación de un medicamento para mejorar la libido femenina, dos preguntas en un cuestionario médico podrían ser suficientes. Esas preguntas fueron cruciales para Sprout Pharmaceuticals, que el viernes recibió la aprobación de Addyi, la primera píldora para mujeres que padecen falta de apetito sexual.

Sin embargo, la historia y el desarrollo de ese cuestionario —financiado por los laboratorios— pone de manifiesto la estrechez de la relación entre el campo de la medicina sexual y la industria farmacéutica. Adicionalmente, da peso a los argumentos de que la libido baja es un problema sexual más —como la impotencia o la baja producción de testosterona— que los laboratorios transforman en un padecimiento médico.

"Crear un diagnóstico le otorga a una compañía el monopolio del mercado que ha creado", dijo la doctora Adriane Fugh-Berman, de la Universidad de Georgetown, quien organizó un petitorio para pedir a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés) que rechace Addyi.

El cuestionario que ayudó a obtener la autorización para Addyi se llama el Índice de Función Sexual Femenina, un formulario de 19 preguntas sobre problemas sexuales de la mujer tales como dolor, orgasmo, excitación y deseo. Solo dos preguntas se refieren concretamente al deseo: piden a las mujeres que juzguen el nivel y la frecuencia de su libido el mes anterior.

Los laboratorios Bayer y Zonagen pagaron la elaboración del cuestionario en 2000, cuando ensayaban drogas para los trastornos sexuales femeninos. Contrataron un panel de especialistas para diseñar el cuestionario con la intención de ayudar a los médicos a definir y diagnosticar los trastornos sexuales.

Aunque parezca extraño basar un diagnóstico en las respuestas del propio paciente, los investigadores dicen que no hay otra manera de hacerlo.

"No existe un proceso bioquímico que se pueda medir para decir que esta mujer tiene tal cantidad de deseo, por eso tiene que ser algún tipo de evaluación subjetiva", dijo Ray Rosen, el psiquiatra que presidió el panel del IFSF. En la década de 1990, Rosen colaboró con Pfizer para elaborar un formulario de cinco preguntas que permitiera diagnosticar la disfunción eréctil masculina. Atribuye a ese cuestionario sencillo el éxito fenomenal de la Viagra de Pfizer.

Sin embargo, la disfunción eréctil es relativamente fácil de medir y observar, mientras que el trastorno de deseo femenino solo se puede estudiar mediante herramientas y métodos psicológicos.

Ahora ese formulario es de uso generalizado y se lo ha citado en cientos de estudios de salud sexual femenina, pero durante años no pudo obtener el apoyo de un grupo crucial: la FDA.



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