Reportajes

Confusión y desesperanza en un campo de migrantes en Hungría

2015-09-14

Eric RANDOLPH, Calin NEACSU | AFP

Una gran confusión reinaba el domingo por la noche en el campo húngaro de refugiados de Röszke, cerca de la frontera serbia, por la oleada de rumores e informaciones procedentes de Alemania.

Los trabajadores del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) acababan de conocer que Alemania había reintroducido los controles en su frontera y no sabían qué respuesta dar a los refugiados, quienes se preocupaban por la continuación de su periplo.

"No quiero quedarme en Hungría. Tenemos miedo de vérnoslas con la policía", dice, preocupado, Yusuf, un sirio de unos veinte años.

"Si nos toman las huellas dactilares, ¿tenemos que regresar después aquí?", se pregunta, una cuestión que preocupa a una gran parte de sus compañeros de infortunio.

Un miembro del personal de Naciones Unidas, que requirió el anonimato, les explica que la única cosa segura es que por el momento "nadie será enviado de vuelta a Hungría". "Nadie quiere que ustedes se queden aquí", añade.

Sin embargo, ante la llegada récord de migrantes a Europa, nadie sabe en realidad cuáles son las pautas a seguir.

Técnicamente, los migrantes deben registrarse en los primeros países de llegada a la Unión Europea, donde deben permanecer hasta que se trate su caso. No obstante, este reglamento europeo no se aplicó en esta crisis migratoria.

Noruega y Holanda son los dos países más citados por los refugiados, consultados a lo largo de la jornada por la AFP, como su posible destinación.

Banghi Saddun, un kurdosirio que huyó de Kobane con la esperanza de terminar sus estudios de ingeniero civil, sueña con llegar a Reino Unido.

"Me encantaría ir a Reino Unido, pero he escuchado que es muy, muy complicado. Aún no he decidido [la destinación], pero quizás será Holanda", asegura.

- Tuvimos mucha suerte -

Hungría registró el sábado un nuevo récord de migrantes, según las estadísticas oficiales. En total, 4.330 migrantes llegaron al país, según la policía.

Los refugiados alcanzaron a cruzar la frontera entre Serbia y Hungría antes de que una valla separe por completo ambos países el martes. Una única apertura, de 30 a 40 metros, se mantiene en esta valla reforzada por una alambrada.

"Tuvimos mucha suerte", estima Shadi Dalati, un hombre de 39 años que huyó junto a su mujer y a dos amigos de Raqa, bastión del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria.

"Como sabíamos que iban a cerrar la frontera, no nos hemos detenido desde que abandonamos Turquía hace una semana. Sólo dormimos en los autobuses", aseguró.

Los desafortunados que no logren llegar a tiempo se verán obligados a rodear Hungría y pasar por Croacia o Rumanía.

Y el flujo de migrantes no cesa. En la noche del sábado, 5,000 entraron en Macedonia desde Grecia, a los que se unen otros 2,000 el domingo por la mañana, según fuentes coincidentes consultadas por la AFP.

"Hungría se ha convertido en un lugar de humillación y sufrimiento para estos solicitantes de asilo", lamenta Peter Bouckaert, un responsable de la oenegé Human Rights Watch, presente en la frontera.

"Huyeron de su país en guerra. No es una valla lo que les hará dar la vuelta, y no podemos construir vallas alrededor de toda Europa", subrayó.

- Buena voluntad y descontrol -

En el campo de refugiados, una mujer encogida y a punto de desmallarse es trasladada al hospital de campaña. Durante varias horas, transportó a su hija a la espalda.

Gracias a las donaciones procedentes de toda Europa, el campo funciona con ayuda sanitaria, ropa y alimentación.

"La buena voluntad es inmensa y esta es bienvenida, pero cuando no está coordinada, ¡es un descontrol!", explica Babar Baloch, el portavoz de Acnur, mientras señala montones de alimentos caducados, mantas sucias y ropa mojada, recuerdo de las lluvias torrenciales de la semana pasada.

"Ayer, un grupo trajo 24 toneladas de ayuda, sin saber si la necesitábamos", añadió.

Uno de los principales desafíos ha sido el de mantener a las familias reunidas.

Un hombre y una mujer, a borde de una crisis nerviosa, lloran y gritan el nombre de su hijo: "¡Ahmed, Ahmed!". Ambos se encuentran a las puertas de la Unión Europea, pero volverán a Serbia, ya que su hijo ha sido extraviado por el camino y quieren encontrarlo.



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