Migración

Pese a ser expulsados de Europa, muchos afganos piensan en cómo volver

2015-11-21

Pese a los miles de millones de dólares desembolsados en ayuda para Afganistán en los...

Por James Mackenzie

KABUL (Reuters) - Hamid Rostami, un hombre de 28 años nacido en la provincia afgana de Wardak, fue expulsado de Dinamarca en 2014 tras años de intentar quedarse en Europa. Sin trabajo y alejado de su familia, ahora vive en Kabul y solamente piensa en cómo volver.

Sus opciones son pocas, ya que no tiene trabajo ni perspectivas de regresar a su ciudad natal, donde dice que una decena de integrantes de la minoría étnica Hazara a la que pertenece fueron asesinados por militantes talibanes en las últimas semanas.

"Si logro reunir el dinero suficiente volveré (a Europa). Aquí es muy difícil sobrevivir", explicó. "La situación en Kabul es mala, no hay trabajo, no hay seguridad. Cuando uno sale de su casa no sabe lo que le puede pasar".

Los comentarios de Rostami son una clara muestra de los problemas que afrontan los países europeos que prometieron expulsar a quienes no consiguen asilo, teniendo en cuenta la creciente alarma pública por la cantidad de inmigrantes que llegan al continente escapando de la violencia de Oriente Medio.

"La verdad es que la mayor parte de los afganos que son forzados a volver van a intentar viajar de nuevo a Europa, más allá de la legislación", sostuvo Ceri Oeppen, de la Universidad británica de Sussex y quien ha trabajado largamente en los problemas de los inmigrantes de ese país.

Es difícil conseguir estadísticas precisas sobre el número de afganos que viajan a Europa buscando asilo. Pero desde el inicio del año unos 150,000 llegaron a Grecia, el puerto de entrada más común al continente. Esta cifra es la segunda más alta por país, solamente detrás de Siria, de acuerdo a la agencia de refugiados de Naciones Unidas.

Pese a los miles de millones de dólares desembolsados en ayuda para Afganistán en los últimos 14 años, en el primer semestre de 2015 unos 40,000 afganos pidieron asilo en la Unión Europea.

"Sacando a los que son muy ricos, los únicos que no piensan en irse son los indigentes", dijo Liza Schuster, especialista en inmigración inglesa que trabajó tres años en la Universidad de Kabul. "Algunos se dejan llevar por una idea irreal de la vida en Europa, pero la mayoría es por las condiciones en el país".

SIN PERSPECTIVAS

Incluso antes de los recientes atentados en París, en los que murieron al menos 129 personas y elevaron la sensibilidad sobre el tema, cada vez hay más presión en Europa para limitar el número de inmigrantes que pueden quedarse.

Alemania y Suiza, que están entre los países más liberales respecto a los refugiados, han mostrado una posición más dura.

El Gobierno afgano está atrapado entre la necesidad de satisfacer a los donantes que tratan de evitar migraciones masivas y la alarma por la perspectiva de tener a miles de personas volviendo desde Europa al no conseguir asilo.

"Afganistán no está lista para que los que se fueron vuelvan", dijo Abdul Ghafoor, un ex migrante que ahora dirige un servicio de información en Kabul para los afganos que piensan en irse y los que tratan de readaptarse tras volver al país. "No es solamente seguridad, se trata de perspectivas para el futuro".

La economía está muy golpeada por la caída en los ingresos por ayuda y el mercado laboral, muy deprimido.

La seguridad también ha empeorado muchísimo desde que los aliados de la OTAN pusieron fin a las operaciones de combate y la insurgencia se ha extendido a tal punto que los talibanes tomaron brevemente control de la norteña ciudad de Kunduz en septiembre.

Los ataques con bombas son cosa de todos los días en Kabul. De acuerdo a cifras de agosto de Naciones Unidas, 1.592 civiles murieron y 3.329 resultaron heridos por los combates desde inicios de 2015.

Una gigantesca manifestación que tuvo lugar hace algunos días en Kabul, desatada por la ejecución de siete Hazaras a manos de militantes islamistas, es un claro ejemplo de las cosas que el presidente Ashraf Ghani no ha podido solucionar.

Como buena parte del país está bajo control talibán, quienes vuelven se quedan en la sobrepoblada Kabul, lejos de sus redes familiares, algo que es vital para sobrevivir en Afganistán.

Los Gobiernos europeos han prometido grandes esfuerzos para ayudar a asentarse a quienes vuelven de Europa, con asistencia de viaje, bonos en dinero y oportunidades de entrenamiento para los que decidan emprender el viaje de vuelta a Afganistán.

Muchos observadores que trabajan en el tema de la inmigración afgana dicen que la ayuda para la repatriación puede generar más esfuerzos para dejar el país, pero Masood Ahmadi, líder de un programa de reasentamiento, dice que los controles respecto a cómo se usa el dinero limitan ese riesgo.

El costo de emigrar es alto, ya que un viaje de ida vale entre 7,000 y 8,000 dólares. Pero la promesa de una buena vida en Europa es un atractivo poderoso, pese a los riesgos de la travesía y los problemas que les esperan a quienes llegan a destino.

Ahmadi sostiene que las expectativas de muchos no son realistas y que se debe persuadir a la gente que antes de viajar debe buscar oportunidades en el país. "Con ese dinero puedes tener tu propio negocio".



JMRS