Reportajes

¿Tercera Guerra Mundial?

2015-11-24

El Estado Islámico (EI), autor de los atentados de París, no es un simple producto...

Rodrigo Llanes Salazar (*)

Tras los atentados de París el pasado viernes 13 de noviembre, diversas personas se han preguntado si la Tercera Guerra Mundial se ha iniciado o si está por comenzar.

Hace unos días corrió el rumor —el cual ya se desmintió— de que la presidenta del Consejo de Seguridad de la ONU, Raimonda Murmokaité, había declarado oficialmente el inicio de la Tercera Guerra Mundial; del mismo modo, en diversos medios y redes sociales se han citado frases del papa Francisco relativas a la existencia de un tercer conflicto bélico de alcance mundial. Lo cierto es que el Sumo Pontífice ha hecho declaraciones similares en el pasado; por lo menos desde 2014 ha advertido del peligro de conflictos planetarios entre "extremismos y terrorismos" y que "una especie de tercera guerra mundial (es) combatida por partes".

Junto a la idea de una Tercera Guerra Mundial, en estos días también hemos escuchado el reiterado argumento de que lo que estamos viviendo actualmente es un "choque de civilizaciones". Fue el politólogo norteamericano Samuel P. Huntington quien popularizó dicha expresión cuando en 1993 publicó el influyente y polémico ensayo titulado, a manera de pregunta, "¿Choque de civilizaciones?", cuya tesis amplió y publicó como libro en 1996, ya sin los signos de interrogación, bajo el título "El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial".

¿A qué se refiere la idea de "choque de civilizaciones? Cito a Huntington: "Mi hipótesis es que la fuente fundamental de conflicto en este nuevo mundo no será en principio ideológica o económica. Las grandes divisiones entre la humanidad y la fuente de conflicto dominante serán culturales. Los estados nación seguirán siendo los actores más poderosos para los asuntos exteriores, pero los principales conflictos de política global ocurrirán entre naciones y grupos pertenecientes a diferentes civilizaciones. El choque de civilizaciones dominará la política global. Las líneas de falla entre las civilizaciones serán las líneas de batalla del futuro".

En otras palabras, la "Tercera Guerra Mundial" sería un "choque entre civilizaciones".

Entre las páginas del ya clásico libro de Huntington viene un ilustrador mapa en el que podemos apreciar que el politólogo norteamericano emplea el término "civilización" casi como sinónimo de "religión". En él, el mundo está claramente dividido en nueve civilizaciones: occidental, confuciana, japonesa, islámica, hindú, eslava ortodoxa, latinoamericana, africana y budista.

Si bien la clasificación del mundo realizada por Huntington es sumamente cuestionable, lo que me interesa destacar aquí es que estas ideas han tenido enorme eco y se han convertido en una especie de lentes a partir de los cuales muchos observan el mundo actual. Así, los atentados del 11 de septiembre fueron leídos como parte del "choque de civilizaciones", particularmente entre la islámica y la occidental. Con esos mismos lentes muchos —tanto en Occidente como en Oriente— han leído también los atentados de París.

Sin embargo, no estamos ante un "choque de civilizaciones". En primer lugar, los atentados de París, los ataques en un suburbio del sur de Beirut un día antes o el derrumbe de un avión ruso el pasado 31 de octubre no constituyen episodios de una guerra de una civilización contra otra. En términos antropológicos, difícilmente se puede hablar de que una cultura o civilización esté contra otra; para ello se requeriría que valores, normas, creencias y prácticas de determinada cultura o civilización dicten a sus portadores que estén contra los miembros de otra cultura o civilización.

Además de que valores, normas, creencias y prácticas de una cultura suelen ser sumamente diversos, ni la civilización "occidental" ni la "islámica" dictan a sus portadores atacar a los miembros de otra civilización. De la creencia islámica de que "no hay más Dios que Alá" no se sigue necesariamente que uno deba atacar o matar a los no creyentes en él. No hay que pensar en términos de civilizaciones, sino de grupos específicos en conflicto. ¿De qué grupos estamos hablando?

El Estado Islámico (EI), autor de los atentados de París, no es un simple producto del Islam, sino el resultado de las imbricadas y contradictorias relaciones que países occidentales han tenido con los de Medio Oriente. Recordemos que el EI tuvo sus orígenes en la intervención bélica de Estados Unidos en Iraq en 2003 y cobró mayor fuerza, y el perfil que hoy le conocemos, durante la guerra civil en Siria (iniciada en 2011), en la cual han intervenido diversas potencias. Por ejemplo, Rusia e Irán, en apoyo al presidente Bashar al-Assad; Estados Unidos y Francia, contra el régimen Assad y en apoyo a los rebeldes —y no necesariamente por las razones más democráticas; el control de la muy estratégica ubicación geográfica de Siria y de los recursos de la región, amén de la jugosa industria de armas, juegan también un papel muy importante.

Fue a mediados del año pasado que el EI se proclamó como "Estado" (particularmente como Califato) y, desde entonces, ha ganado territorio en Siria e Iraq, controlando aldeas e importantes recursos naturales. En muy poco tiempo el EI ha logrado acumular millonarios recursos, gracias a secuestros, tráfico de órganos y refugiados, recaudación de impuestos y el comercio de petróleo. También se ha argumentado que países petroleros de la región, como Arabia Saudita, Kuwait, Emiratos Árabes y Qatar, financian al EI. No podemos pasar por alto que Arabia Saudita y Qatar tienen importantes relaciones comerciales y financieras con Francia. El EI también ha logrado reclutar, de manera insólita, a miles de combatientes (se calcula que a más de 30 mil). El EI no es reconocido como "Estado", pero ciertamente tiene muchísimos elementos que le merecerían tal nombre.

Criticar la tesis del "choque de civilizaciones" no significa que la religión no juegue ningún papel en este conflicto; más bien, no es el único factor ni, a mi juicio, el más importante. A la expansión territorial del EI y a los conflictivos intereses de las potencias —occidentales y orientales— en la región debemos sumarle el hecho de que los autores de los atentados en Francia eran todos jóvenes europeos (franceses y belgas). Si bien es cierto que estos jóvenes son descendientes de migrantes musulmanes, los jóvenes que han participado en atentados en otros países no tienen ascendencia musulmana alguna. Nos enfrentamos entonces a graves problemas, como el fracaso del multiculturalismo, la persistencia del racismo y la discriminación, la falta de expectativas para una juventud que sufre condiciones de precariedad e incertidumbre laboral. Las políticas de austeridad, así como las propuestas xenofóbicas que culpan a los migrantes de esta situación sólo agravarán más estos hechos.

En síntesis. Si entendemos por "Tercera Guerra Mundial" el "choque de civilizaciones", entonces no, no estamos ante tal episodio. Pero las ganancias que han tenido —y seguramente seguirán teniendo— las industrias de armas y seguridad, así como el fortalecimiento de posiciones xenofóbicas y la grave crisis económica que estamos viviendo nos acercan cada vez más a una tercera guerra mundial.— Mérida, Yucatán.


* Presidente del Colegio de Antropólogos de Yucatán, A.C.



JMRS
Utilidades Para Usted de El Periódico de México