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La intervención secreta soviética que salvó al padre de Asad

2016-01-08

Durante el año y medio de misión estuvieron varias veces al borde del estallido de un...

Ignacio Ortega

Moscú. (EFE).- El Kremlin evitó en 1983 la caída de Hafez al Asad, padre del actual líder sirio, al desplegar secretamente tropas y armamento en Damasco para prevenir una guerra con Israel, según relató a Efe uno de los participantes en esa operación.

"Nuestra presencia aplazó la guerra y prolongó la paz durante 28 años. Nos enfrentamos a tres Ejércitos: Israel, EU y la OTAN. Y evitamos la tercera guerra mundial", afirma el ruso Valeri Anísimov, presidente de la Unión de Veteranos de Siria.

Al igual que hizo Bachar al Asad, que convenció al presidente ruso, Vladímir Putin, para que interviniera en el país árabe, su padre también recurrió a la URSS después de que la aviación israelí destruyera en 1982 casi todas sus baterías antiaéreas.

Con sirios e israelíes enfrascados en la guerra civil en el Líbano, Moscú decidió embarcar a varios miles de soldados vestidos de paisano en el puerto ucraniano de Nikoláyev (Ucrania) con rumbo a la base soviética de Tartus.

"En ese momento fue a parar a mis manos un diario local. Había una noticia que decía lo siguiente: un grupo de estudiantes ganadores de competiciones socialistas parten en un crucero por el Mediterráneo", recuerda entre risas.

Los reclutas tenían que parecer turistas, por lo que recibieron ropa de paisano, corbatas, gorras y bolsas de deporte, y sus oficiales les dijeron que no se asomaran en ningún caso a la cubierta al cruzar el estrecho de Bósforo.

Era el 7 de enero de 1983 cuando el crucero "Ucrania" partió sin que Anísimov, que entonces tenía apenas 19 años, supiera que Siria, donde se dirigían también otros cinco buques con armamento pesado, era su destino.

"Sólo al llegar a Tartus nos comunicaron que serviríamos en Siria. Nos dieron armas y uniformes sirios sin distintivo (como a los soldados rusos desplegados en Crimea en 2014). El 15 de enero asumimos nuestros puestos de combate cerca de Damasco. Sabíamos que éramos invencibles. La Unión Soviética era una gran potencia", afirma.

No era para menos. Los sistemas antiaéreos con misiles S-200 que desembarcaron en Siria "no tenían análogo en el mundo", con un alcance de 250 kilómetros que los convertía en "casi infalibles".

"Cubríamos Turquía, Líbano, Jordania e Israel hasta el Mediterráneo. A partir de entonces, todos los aviones enemigos, especialmente los israelíes, que violaban constantemente el espacio aéreo sirio, regresaron a sus bases", resalta.

Durante el año y medio de misión estuvieron varias veces al borde del estallido de un conflicto a gran escala, pero Asad padre nunca autorizó a los soviéticos el derribo de aviones israelíes por temor a una guerra.

"Nuestra misión era defender al Estado sirio del enemigo y eso es lo que hicimos. Entonces, este era el único paso correcto, ya que en ese momento debería haber comenzado la guerra que ha estallado en la actualidad. Nosotros prevenimos entonces un conflicto y garantizamos la paz", subraya.

Es por eso por lo que Anísimov se ha dirigido "con justicia" al Kremlin para que reconozca a esos soldados como veteranos de guerra, pese a que todos los documentos que lo acreditan desaparecieron de los archivos tras la caída de la URSS.

"Hace casi 30 años cumplimos la misma misión que cumplen ahora los modernos S-400 en Siria. Exactamente lo mismo. No necesitamos tanto compensaciones económicas como el reconocimiento moral, ya que un soldado debe ser reconocido por su Gobierno", insiste.

Un proyecto de ley al respecto ha sido remitido ya al Parlamento ruso, pero ha sido rechazado una veintena de veces por diferentes motivos, aunque el veterano moscovita de 52 años no pierde la esperanza.

"Nuestro presidente (Putin) ha dicho que reconocerá como participantes en acciones militares a los soldados desplegados actualmente en Siria. Entonces a nosotros también deben reconocernos. Deben reconocer nuestros méritos militares", asevera.

Anísimov, que dirige una organización que agrupa a 1,500 veteranos del total de 8,000 que sirvieron en Siria, guarda un grato recuerdo del país árabe y conserva la boina verde y numerosas fotos.

"Aún tenemos muchos amigos en Siria. Seguimos en contacto por correo electrónico. Nos duele mucho lo que les pasa. No podemos ser indiferentes", destaca el veterano, que recuerda cómo la población local les daba comida y bebida gratis, ya que estaban a casi 60 grados a la sombra.

De hecho, algunos hijos de antiguos veteranos del 83-84 sirven ahora en la base aérea de Latakia, desde donde los aviones rusos atacan las posiciones enemigas, igual que otro destacamento de pilotos soviéticos hiciera en 1973 en la Guerra del Yom Kipur, proeza que tampoco fue documentada oficialmente.

"No soy un dirigente político (...), pero la operación (en Siria) había que haberla iniciado en 2011. Entonces, Europa no estaría llena de refugiados (...), no habría tantas ciudades destruidas y no habrían muerto tantos sirios. Desperdiciamos la ocasión y hemos perdido tiempo", asegura.



LAL

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