Internacional - Economía

China enfrenta una era de decisiones difíciles

2016-01-12

Entre las cuestiones más espinosas está el qué hacer con las empresas...

Mark Magnier, The Wall Street Journal

BEIJING—China ha sacado a cientos de millones de personas de la pobreza, crecido en forma acelerada y sacado a relucir el orgullo de una nación que hace unas décadas era débil y se encontraba aislada.

Sin embargo, los crecientes niveles de deuda, las infladas empresas estatales y una aversión general a las fuerzas del mercado están empantanando la segunda economía del mundo, amenazando con descarrilar su ascenso a las filas de los países ricos.

Conforme Beijing afronta una nueva oleada de turbulencia en los mercados, los riesgos de quedarse de brazos cruzados ante problemas profundamente arraigados van en alza, advierten los economistas. Sin un cambio de rumbo, indican, China afronta un período de bajo crecimiento, una menor productividad laboral y el estancamiento de la riqueza familiar. Es la condición conocida como "la trampa de los ingresos medios".

"La era de crecimiento fácil se acabó", dijo Victor Shih, profesor de la Universidad de California-San Diego. "Ahora [la política] es cada vez más acerca de las decisiones difíciles".

Algunos economistas no descartan una brusca caída en el crecimiento, un aterrizaje forzoso que abriría paso a un ascenso de la morosidad, la caída de la confianza del consumidor, la depreciación del yuan y una espiral de desempleo. Lo más probable es que el gobierno siga apuntalando el crecimiento y dirigiendo más capital hacia empresas no rentables, infraestructura innecesaria y servicio de la deuda, lo que privaría a la economía de inversión productiva y conduciría a algo parecido al estancamiento prolongado que se ha visto en Japón en las últimas décadas. China, no obstante, es menos próspera que Japón.

Una China anémica debilitaría el crecimiento mundial en un momento de baja demanda y prolongaría la crisis para grandes productores de materias primas, como Brasil, que se han vuelto dependientes del gigante asiático.

"Ellos no quieren sentir el dolor", dijo Alicia García Herrero, economista del banco de inversión Natixis SA . "Pero mientras más tiempo esperen, más difícil se vuelve".

Los líderes chinos son conscientes de los riesgos. El primer ministro Li Keqiang pidió la semana pasada un mayor enfoque en la innovación para impulsar nuevas fuentes de crecimiento económico y revitalizar los sectores tradicionales, según la agencia de noticias Xinhua.

Un proyecto de política económica de largo plazo, delineado en 2013 después de que Xi Jinping asumió el poder, prometió dejar que los mercados asumieran un papel "decisivo" y constituir un marco legal para la reestructuración de la economía que beneficie a los consumidores y las pequeñas empresas, en lugar de la gran industria. Hasta la fecha, dicen los economistas, el avance ha sido decepcionante.

Objetivos políticos se interponen en el camino. El presidente Xi ha comprometido al gobierno a cumplir con la meta de duplicar el ingreso por persona entre 2010 y 2020, en la víspera del centésimo aniversario del gobernante Partido Comunista. Eso significa que, a los ojos de Xi, la economía debe crecer 6,5% al año.

Ante el debilitamiento de la demanda global y un menor número de chinos que ingresan a la fuerza laboral, Beijing tendrá que recurrir al estímulo fiscal para alcanzar el objetivo, según los analistas, lo que retrasaría las reformas.

"Es muy costoso e ineficiente alcanzar estas metas de crecimiento", dijo Shih. "Los líderes políticos quieren todos estos buenos resultados, el crecimiento, un cierto grado de reforma y un alto grado de estabilidad", sin reconocer las difíciles disyuntivas que todo esto conlleva, agregó.

Una de esas disyuntivas gira en torno de la contaminación y el crecimiento. Al permitir que el acero y otras industrias pesadas en la provincia de Hebei, en el norte del país, incrementaran su producción para alcanzar sus objetivos a finales del año pasado, el gobierno dejó que la capital quedara bañada por la contaminación tóxica, lo que enfureció a los residentes de la ciudad, según Shih. Si Beijing cierra esas plantas, el crecimiento caerá y provocará más desempleo, que es otra fuente potencial de conflictos.

Entre las cuestiones más espinosas está el qué hacer con las empresas estatales que dominan la industria pesada y los sectores estratégicos de la economía y ejercen una gran influencia política.

Algunas empresas estatales se mantienen en actividad a pesar de sus deudas masivas, de varios años de operaciones no rentables y un débil modelo de negocios, algo que el propio gobierno ha bautizado como compañías zombi.

A principios de este mes, durante una visita a la ciudad industrial de Taiyuan, Li arremetió contra el lastre de las empresas zombis, de acuerdo con un reporte del gobierno. El primer ministro dijo que se debía negar préstamos para reducir el exceso de suministro en las industrias del acero y del carbón. La reducción de la huella de estos gigantes estatales, por no hablar de deshacerse de ellos, plantea un enorme desafío.

Société Générale CIB calcula que 20% de reducción en el exceso de capacidad entre las empresas estatales de los sectores más castigados, como el hierro y el carbón, podría llevar a 1 billón de yuanes (US$151,700 millones) en préstamos incobrables, equivalentes a 2% de los préstamos del sistema bancario, además del despido de 1,7 millones de trabajadores, 0,3% de la fuerza laboral urbana. Las empresas del Estado absorben 80% de los préstamos bancarios, al tiempo que ofrece un rendimiento que es inferior en un tercio al de las empresas privadas chinas y la mitad del de las empresas extranjeras, según estimaciones de Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA .

Las protestas laborales ya se han intensificado en una economía que se desacelera. El número de manifestaciones llegó a un récord en diciembre, de acuerdo con un grupo de seguimiento basado en Hong Kong. En el pasado, el gobierno optó por impulsar el crecimiento para mantener un alto nivel de empleo y prevenir el riesgo de malestar social.

Controlar la ascendente deuda se está convirtiendo en una tarea crítica a los ojos de algunos economistas. Aunque los niveles de deuda son manejables para los estándares mundiales, su tasa de expansión ha hecho sonar las alarmas. Fitch Ratings estima la deuda total de China equivalía a 242% del Producto Interno Bruto a finales de 2014, un aumento de 217% respecto de un año antes. La mayor deuda también amenaza con desplazar a los innovadores y emprendedores con los que China cuenta para relanzar el crecimiento. El servicio de la deuda les cuesta ahora a hogares y empresas alrededor de 20% del PIB, según el Banco de Pagos Internacionales.

Ese nivel, según la firma de investigación Gavekal Dragonomics, pone de China a la par de Corea del Sur y por encima de EU, Japón y el Reino Unido.

China está en condiciones de cosechar un enorme dividendo si poda muchas ineficiencias de la economía y reorienta una gran cantidad de capital mal asignado, dijo Eswar Prasad, profesor de economía en la Universidad de Cornell y ex jefe para China en el Fondo Monetario Internacional. "Mi opinión es que las reformas y el reequilibrio son compatibles con un alto crecimiento", aseveró. "Por supuesto, el alto crecimiento construido sobre la base inestable de una rápida expansión del crédito, sin reformas y reequilibrio, sería indeseable y riesgoso".



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